Israel anunció el miércoles la mayor cantidad bajas en combate en más de un mes tras una emboscada en Gaza, y afrontaba un creciente aislamiento diplomático a medida que aumentan las muertes de civiles y se agrava la catástrofe humanitaria en el territorio palestino.

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Se produjeron intensos combates tanto al norte como al sur de Gaza, un día después de que Naciones Unidas exigiera un alto el fuego humanitario inmediato. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que los bombardeos "indiscriminados" de Israel contra civiles le están quitando apoyo internacional.

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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sostuvo que el Ejército seguiría luchando a pesar de la presión internacional a favor de un alto el fuego.

"Continuaremos hasta el final, hasta la victoria, hasta que Hamás sea aniquilado", expresó por radio a los soldados en Gaza. "Nada nos detendrá".

Israel informó la muerte de 10 soldados en las últimas 24 horas, entre ellos un coronel al mando de una base avanzada y un teniente coronel al mando de un regimiento. Ha sido la pérdida más alta en un día desde los 15 muertos del 31 de octubre.

La mayoría de las muertes se produjeron en el distrito de Shejaiya de la ciudad de Gaza, en el norte, cuando una unidad de infantería que perseguía a hombres armados de Hamás entró en un edificio y perdió el contacto con la base de retaguardia. Cuando otra unidad fue enviada tras ellos, estallaron bombas en el edificio y hombres armados abrieron fuego, dijo el Ejército.

Hamás afirmó que el incidente demostraba que las fuerzas israelíes nunca podrían someter a Gaza: "Decimos a los sionistas que sus fracasados dirigentes no tienen ninguna consideración por las vidas de sus soldados", afirmó.

"Cuanto más tiempo permanezcan allí, mayor será la factura de sus muertes y pérdidas, y saldrán de ella arrastrando la cola por la decepción y la pérdida, si Dios quiere".

Israel contaba con el respaldo mayoritario mundial cuando lanzó una campaña para aniquilar al grupo islamista Hamás que controla Gaza, después de que militantes armados irrumpieran a través de la valla fronteriza el 7 de octubre matando a 1.200 israelíes, en su mayoría civiles, y tomando 240 rehenes.

Desde entonces, Israel ha asediado el enclave y ha arrasado gran parte de él. El Ministerio de Sanidad de Gaza declaró el miércoles que al menos 18.608 personas murieron y 50.594 resultaron heridas en los ataques israelíes contra Gaza. Se teme que muchos miles más estén perdidos bajo los escombros o fuera del alcance de las ambulancias.

Los aviones volvieron a bombardear Gaza en toda su extensión y los funcionarios de ayuda humanitaria afirmaron que la llegada de las lluvias invernales empeoró las condiciones de cientos de miles de personas que duermen a la intemperie en tiendas improvisadas. La gran mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza se han quedado sin hogar.

Cadáveres bajo la lluvia

En Rafah, en el sur de Gaza, donde cientos de miles de personas han buscado refugio, los cadáveres de una familia que murió en un ataque aéreo nocturno, entre los que se encontraban varios niños pequeños, estaban tendidos bajo la lluvia en sudarios blancos ensangrentados. Uno de ellos, del tamaño de un recién nacido, estaba envuelto en una manta rosa.

Ahmed Abu Reyash recogió los cadáveres de sus sobrinas, de 5 y 7 años. Mientras caminaba por la calle con una de las niñas en brazos, un familiar tiró de la mortaja y gritó: "¡Son niños! ¡Niños! ¿Acaso matan a alguien que no sean niños? ¡No! ¡Son inocentes!".

Las consecuencias del asalto terrestre israelí también podían verse en un cementerio del barrio de Al-Faluja, en Yabalia, al norte de Gaza, donde el paso de los tanques había removido el suelo, rompiendo y esparciendo lápidas y desenterrando algunos cadáveres.

Desde el fracaso de la tregua de una semana a principios de diciembre, las fuerzas israelíes han extendido su campaña terrestre desde el norte de la Franja de Gaza hasta el sur, con el asalto a la principal ciudad meridional, Jan Yunis.

Mientras tanto, los combates no han hecho más que intensificarse entre los escombros del norte del enclave, donde Israel había anunciado previamente que sus objetivos militares se habían cumplido en gran medida.

En el sur, las fuerzas israelíes que asaltaron Jan Yunis avanzaron en los últimos días hasta el centro de la ciudad. Los residentes afirmaron que se habían producido intensos combates, pero que no se había visto ningún intento de avance en las últimas 24 horas.

Las fuerzas israelíes habían traído excavadoras y estaban destruyendo la carretera cerca de la casa en Jan Yunis del líder de Hamás en Gaza, Yahya al-Sinwar, dijo el residente Abu Abdallah. "Sólo traen destrucción y muerte allá donde van a costa de nuestros inocentes civiles indefensos".

Los hospitales del norte han dejado de funcionar en su mayor parte. En el sur, han sido invadidos por muertos y heridos, transportados por docenas durante el día y la noche.

"Los médicos, entre los que me incluyo, están pisando cadáveres de niños para tratar a niños que van a morir", dijo a Reuters el doctor Chris Hook, médico británico de MSF en el hospital Nasser de Jan Yunis.

Las agencias internacionales afirman que la escasa ayuda que llega a Gaza sólo se distribuye en algunas zonas de Ráfah, cerca de la frontera egipcia. Incluso allí, la situación se ha vuelto mucho más extrema esta semana, con cientos de miles de personas refugiadas bajo lonas.

El voto de la Asamblea General de la ONU exigiendo un alto el fuego no tiene fuerza legal, pero fue la señal más fuerte de la erosión del apoyo internacional a las acciones de Israel. Tres cuartas partes de los 193 Estados miembros votaron a favor y sólo ocho países se unieron a Estados Unidos e Israel para votar en contra.

Antes de la votación, Biden afirmó que Israel sigue contando con el apoyo de "la mayor parte del mundo", incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, en su lucha contra Hamás.

"Pero están empezando a perder ese apoyo por los bombardeos indiscriminados que se producen", dijo en un acto de donantes de campaña en Washington.

(Reporte de Bassam Massoud en Jan Yunis, Gaza, Nidal al-Mughrabi en El Cairo, Maggie Fick en Londres y las redacciones de Reuters; escrito por Peter Graff; editado en español por Benjamín Mejías Valencia y Javier Leira, Reuters)