Irán comenzó a votar en unas elecciones presidenciales con opciones limitadas
Los comicios son para elegir un nuevo presidente tras la muerte de Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero.
Los iraníes comenzaron a votar este viernes para elegir un nuevo presidente tras la muerte de Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero, eligiendo entre un grupo muy controlado de cuatro candidatos leales al líder supremo, en un momento de creciente frustración pública.
Los colegios electorales abrieron a las 08.00 (04.30 GMT) y cierran a las 18.00 (14.30 GMT), pero suelen prolongarse hasta la medianoche.
Las elecciones coinciden con una escalada de la tensión regional debida a la guerra entre Israel y los aliados de Irán -Hamás en Gaza y Hezbolá en Líbano- así como con el aumento de la presión occidental sobre Irán por el rápido avance de su programa nuclear.
Aunque es poco probable que las elecciones supongan un cambio importante en la política de la República Islámica, su resultado podría influir en la sucesión del ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán, de 85 años, en el poder desde 1989.
Jamenei pidió una alta participación para contrarrestar una crisis de legitimidad alimentada por el descontento de la población ante las dificultades económicas y las restricciones a la libertad política y social.
"La durabilidad, la fuerza, la dignidad y la reputación de la República Islámica dependen de la presencia del pueblo", declaró Jamenei a la televisión estatal tras depositar su voto y añadió: "Una alta participación es una necesidad definitiva".
La participación electoral cayó en picada en los últimos cuatro años, debido al descontento de una población mayoritariamente joven ante las restricciones políticas y sociales.
El recuento manual de las papeletas significa que el resultado final no se anunciará hasta dentro de dos días, aunque las cifras iniciales podrían conocerse antes.
Si ningún candidato obtiene al menos el 50% más un voto de todos los sufragios emitidos, incluidos los votos en blanco, se celebrará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados el primer viernes tras la proclamación del resultado electoral.
Tres candidatos son de la línea dura y uno es un moderado de perfil bajo, respaldado por la facción reformista que quedó en gran medida marginada en Irán en los últimos años.
Los críticos con el régimen clerical iraní afirman que la baja y decreciente participación en las últimas elecciones demuestra que la legitimidad del sistema se ha erosionado. Solo el 48% de los votantes participaron en las elecciones de 2021 que llevaron a Raisi al poder y la participación alcanzó un mínimo histórico del 41% en unas elecciones parlamentarias celebradas hace tres meses.
No se espera que el próximo presidente introduzca cambios importantes en la política iraní sobre el programa nuclear o el apoyo a las distintas milicias en Oriente Próximo, ya que Jamenei es quien manda en los asuntos de Estado.
Sin embargo, el presidente dirige el gobierno día a día y puede influir en el tono de la política exterior e interior de Irán.
Un órgano de control de línea dura, compuesto por seis clérigos y seis juristas afines a Jamenei, examina a los candidatos. Sólo aprobó a seis de una lista inicial de 80 candidatos. Dos candidatos de línea dura se retiraron posteriormente.
Entre los restantes, destacan Mohammad Baqer Qalibaf, presidente del Parlamento y antiguo comandante de la poderosa Guardia Revolucionaria, y Saeed Jalili, antiguo negociador nuclear que trabajó durante cuatro años en la oficina de Jamenei.
El único moderado comparativo, Massoud Pezeshkian, es fiel al régimen teocrático de Irán, pero aboga por la distensión con Occidente, la reforma económica, la liberalización social y el pluralismo político.
Sus posibilidades dependen de que reavive el entusiasmo de los votantes reformistas que se mantuvieron alejados de las urnas durante los últimos cuatro años, después de que los anteriores presidentes pragmáticos aportaran pocos cambios. También podría beneficiarse del fracaso de sus rivales a la hora de consolidar el voto duro.
Los cuatro candidatos prometieron reactivar la decaída economía, acosada por la mala gestión, la corrupción estatal y las sanciones reimpuestas desde 2018, después de que Estados Unidos abandonara el pacto nuclear de 2015 de Teherán con seis potencias mundiales.
En las últimas semanas, algunos iraníes hicieron un amplio uso del hashtag #ElectionCircus en X, y algunos activistas en el país y en el extranjero llamaron al boicot electoral, diciendo que una alta participación legitimaría a la República Islámica.