Transcurrieron 27 años desde la quiebra de Industrias Siderúrgicas Grassi S.A. y recién ahora los acreedores fueron notificados de que en 10 días cobrarán la liquidación de la deuda reclamada.

El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial Nº 14 dio aviso de la presentación del proyecto complementario de distribución de fondos y regulación de honorarios a profesionales en relación con el expediente Nº 104673/1998, de la quiebra de la siderúrgica de cuya planta en Malargüe en 2018 se hizo cargo el municipio.

La decisión del juez Pablo Frick era esperada por numerosos trabajadores, proveedores y entidades financieras.

Se concretó tras una serie de trabas y apelaciones que dilataron el proceso de pago.

En marzo de 2022, cuando ya se había avanzado en la liquidación de fondos, surgió un conflicto en torno de la forma en que debían cobrarse los dividendos.

El síndico de la quiebra presentó un reclamo para evitar que los pagos se realizaran al valor del dólar oficial.

Argumentaba que eso reduciría significativamente el monto percibido por los acreedores.

Cambios múltiples

La Justicia aceptó el planteo y estableció que los activos debían liquidarse mediante el dólar MEP o Bolsa, con el objetivo de maximizar la recuperación de fondos.

La nueva resolución del juez habilitaría a los acreedores a que finalmente puedan percibir lo que pretendían.

Crecimiento y crisis

La historia de la ex Grassi data de 1955, cuando comenzó sus actividades en El Nihuil, San Rafael, con la producción de ferromanganeso y ferrosilicio, insumos clave para la industria siderúrgica, según despliega seryhacerdemalargue en su edición web.

Su crecimiento llevó a la instalación de una planta en Malargüe, que la convirtió en una de las compañías más importantes del sector en Argentina.

Durante las décadas del ‘60 y ‘70, el auge de la industria automotriz nacional impulsó la demanda de acero, y Grassi se consolidó como un proveedor clave de las principales terminales automotrices del país.

No obstante, por ser electrointensiva era altamente dependiente del costo de la energía.

Con la suba de tarifas y los cambios en el mercado, la rentabilidad se desplomó y la compañía entró en una profunda crisis.

Cinco hornos

El ex presidente del Parque Industrial de Malargüe, Jorge Gassull, recordó que Grassi llegó a contar con cinco hornos para aleaciones, uno de ellos el más grande del continente.

Pero ni su infraestructura ni su importancia en el sector lograron evitar su caída.

La empresa diseñó incluso una central térmica para autoabastecerse, pero el proyecto nunca se concretó.

La crisis de Grassi derivó en un concurso de acreedores, seguido de la quiebra definitiva en 1998.

Más de 100 trabajadores perdieron sus empleos y muchas familias quedaron en una situación de incertidumbre.

Con el paso de los años, algunos acreedores lograron recuperar parte de lo adeudado, pero solo aquellos que contaban con garantías reales, como hipotecas, lo que dejó fuera a numerosos empleados y proveedores.

El Estado provincial tomó posesión de la planta de Malargüe.

Deshuace

En 2020, el complejo industrial de El Nihuil fue rematado y adquirido por Aceros Zapla, empresa del grupo de Sergio Tasselli, quien reconoció que la compra se hizo con el objetivo de abastecerse de chatarra.

Sin embargo, en un giro inesperado, Tasselli vendió recientemente Aceros Zapla e incluyó los activos de la ex Grassi.