Por Carlos Polimeni

En 2005, cuando conducía su propio programa de televisión, Diego Maradona le preguntó que había sentido aquel día de marzo de 2000 cuando saltó desde el noveno piso de un Hotel en Mendoza y con una rapidez notable, en modo simpático, Charly García le contestó: "Cuando estaba en el aire esperaba verlo a Dios... pero no te vi".

La sociedad argentina, que en dos fines de semanas consecutivos homenajeó a ambos, a uno por su cumpleaños 70, a otro por el que debió haber sido el número 61, fue telón de fondo durante casi cuarenta años de las andanzas de dos de sus personalidades más brillantes, que fueron formando con lentitud un fuerte lazo público.

Maradona y García nunca fueron amigos íntimos, sino más bien almas gemelas, sobre todo porque pudieron sintonizar una visión en común del sufrimiento que representa la fama temprana, la pérdida de intimidad que conlleva, las tentaciones que genera, las caídas y los fracasos que pasan facturas, los medios que se comportan como jueces ante la opinión pública.

Los encuentros que la televisión registró para la posteridad fueron siempre llamativos, en general por iniciativa de las producciones de distintos programas, seguros de que junto eran dinamita, y de allí surgió el vínculo que luego continuó con encuentros nocturnos, casi siempre con sus respectivas “cortes”.

Maradona, que solía ser humilde con los artistas que admiraba, se deslumbraba con el espíritu transgresor del músico: en la última entrevista que concedió en la Argentina a un canal de televisión, cuando le preguntaron que le gustaría hacer si por un día en la vida se le cumpliese la fantasía de salir de la obligación de ser él mismo, el ídolo de las multitudes futboleras respondió: "Vivir como Charly".

Cuando lo entrevistó como conductor de su propio show exitoso, tratándolo de “genio” y “maestro” en varias oportunidades, Maradona escuchó asintiendo cuando García dijo que sentía que a esa altura ya había hecho como músico su gran aporte a la Argentina, enfrentando con sus canciones a la dictadura militar 1976-1983, y que veía a la política como “un refugio de profesionales”.

El músico del bigote bicolor y el jugador de fútbol más famoso del mundo no se frecuentaron en sus respectivos períodos de mayor esplendor, los años ochenta, en una era en que era casi nula la interactuación entre el fútbol y el rock, que recién comenzaría a desarrollarse durante la década siguiente, en una Argentina turbulenta y desconcertante.

Sin embargo, en un tema doblemente premonitorio de su primer disco solista, "Yendo de la cama al living", de 1982, que mucha gente terminó de entender durante la cuarentena del Covid, García habló de la paranoia propia vinculándola a una figura maradoniana: "Podés saltar de un trampolín / batir un record en patín / podés hacer un gol / podés llevar tu luna al cielo/puedes ser un gran campeón / jugar en la Selección / y no tienes un poquito de amor para dar".  

La relación personal entre ambos referentes tuvo su esplendor en los agitados años noventa, cuando Diego volvió a la Argentina y comenzó a frecuentar los bares y discotecas porteñas en que resultaban normales los encuentros con rockeros exitosos, con los que terminó empatizando, entre ellos también Andrés Calamaro y Fito Páez.

El astro futbolístico incluso estuvo en los estudios en que Calamaro registraba en una época de altísima agitación el tema llamado “Maradona”, incluido luego en “Honestidad brutal”, y grabó una introducción dedicándolo a sus hijas, años antes de participar en una cena para pocos que Páez organizó en el departamento que compartía por entonces con Cecilia Roth, frente al Jardín Botánico.

Esa interactuación se registró como una especie de coda en plan privado de un hecho público: tentados por la producción de un programa televisivo nocturno, Calamaro y Páez concurrieron en 1994 a la concentración del seleccionado argentino que se preparaba para el Mundial para cantarle en la puerta a Diego el tema “Salud, dinero y amor”, en la previa de una cena que era también despedida antes del viaje a Estados Unidos.

“Yo llegaba en el vuelo de Aerolíneas a las 6.30 de la mañana, llamaba a Diego y le mostraba las últimas grabaciones", contó sobre aquellos momentos de gran afinidad entre ambos en el libro “Honestidad brutal o la huida hacia delante de Andrés Calamaro”, publicado en 2014 por el periodista español Darío Manrique.

A diferencia de lo que puede pensarse desde afuera, cuando Maradona aún estaba en actividad, sus amistadas rockeras solían intentar cuidarlo de su propensión a los consumos, ya que todos ellos se sentían partícipes de la felicidad que traía a la sociedad sus buenos momentos en las canchas, aunque la tarea no era fácil.

En uno de esos encuentros, una noche de octubre de 1993 en que ambos tenían cumpleaños que festejar, Maradona se resistía a abandonar a instancias de su esposa Claudia Villafañe la disco Buenos Aires News y Charly intervino, con su habitual rapidez de entonces para las bromas proponiéndole: "Andá tranquila, que se queda conmigo".

A Maradona, al que siempre le gustaron las salidas de Charly, sobre todo una en la que le dijo en Mendoza a un policía que se empeñaba en detenerlo “y yo que culpa tengo de que usted no haya estudiado”, le quedó por años dando vueltas en la cabeza la sensación de que Claudia no iba a quedarse muy tranquila si aceptaba irse sola.

Durante el año siguiente, en medio de una época muy revuelta en su vida, cuando en España terminó inspirándose para grabar su ópera "La hija de la lágrima", el músico sintió como propio el escarnio público que le significó al jugador su análisis antidoping positivo durante la disputa del Mundial de los Estados Unidos.

"Cuando me enteré yo estaba en Madrid y me quería matar. Literalmente", contó García, que cuatro días después de la noticia, es decir el 26 de julio de 1994, grabó junto al gran guitarrista argentino Claudio Gabis, ex integrante de Manal, el "Maradona blues".

El blues, que fue compuesto entre las 4 y 5 de la mañana e incluido en el CD "Convocatoria II" de Gabis, refleja ante todo un estado de tristeza que en aquel momento fue generalizado entre los maradonianos e hinchas de la Selección, y se convirtió en parte central de aquella visita de 2005 del rocker, que nunca disfrutó demasiado de los programas de televisión, al set de "La Noche del 10".

La letra de Charly dice: "Yo ya no existo sin pasado / entre la oscuridad y la luz / Yo se que existo en otro lado / yo ya perdí el autobús / como en el Maradona blues. / Un accidente no es pecado / y no es pecado estar así / Pero aquí estoy en este lado / por eso déjame salir / yo solo quiero tu vivir. / ¿Qué es el pasado en nuestra vida? / ¿Por qué ese peso sigue aquí? (...) No se qué droga te arenga más que yo / pero esta lluvia no pasó... / Estoy llorando aquí por vos”.

En su flamante ensayo “Superdios. La construcción de Maradona como santo laico”, la escritora Gabriela Saidon sostiene que fueron los músicos de esa época los que actuaron “como verdaderos devotos y propagadores de un Dios que coopta creyentes en el ateísmo más puro”, antes de analizar la enorme cantidad de canciones, hay más de 30 muy conocidas, y homenajes que le tributaron.

Cuando Maradona se fue de este mundo, el pasado 25 de noviembre, García hizo pública a través de las redes sociales una emotiva carta –no fue la única que le escribió- que deja la sensación de que vive con la certeza de que se ha convertido en un sobreviviente a casi todos los que fueron sus compañeros de aventuras.

Charly García y Diego Maradona, dos ídolos que sintieron en serio la sensación de ser “almas gemelas”

En una anterior, cuando el por entonces entrenador de Gimnasia y Esgrima estaba en una situación delicada, el músico le escribio: “Querido amigo: yo pasé por internaciones en las que gasté dos o tres años de mi vida, en clínicas, escuchando a psicólogos que niegan a ‘gente diferente’. Es imposible que entiendan a ‘gente diferente’. Te doy un consejo: seguirlos es una absurda estupidez y recordá que sos un genio y que todos te aman. Contá conmigo”.

La siguiente, tras el impacto de la noticia del momento final, dice: "Nunca me voy a olvidar de nuestras charlas. Cuando te pregunté 'qué título le pondrías a tu segundo gol a Inglaterra', al toque me respondiste 'miré el arco y esquivé patadas'. Siempre me alucinó tu humildad y tu capacidad de ver las jugadas antes que todos”.

Charly, que tiene un disco nuevo listo para salir bajo el nombre de “La lógica del escorpión”, cerró su despedida a Diego con este párrafo: "Espero que estés en el club de los 27 con Kurt Cobain, Brian Jones y gente buena. Espérame ahí... Invita la casa. No te equivoques con el paraíso".