Los locales comerciales iniciaron diciembre cubiertos con todo el cotillón de las Navidades en oferta y, a ojo de buen cubero, este año un set completo del arbolito requerirá invertir unos $70.000.

Cubren el armado un árbol de 1 metro con tres guirnaldas, 15 bolitas de 4 centímetros y un kit de luces LED completo, desde cero, que insumiría un desembolso de $65.000 a $70.000.

Los presupuestos cambian según las pretensiones. Y si la idea es hacerlo a lo grande, un árbol de 1,80 metros, con seis guirnaldas, 30 bolitas de 5 centímetros, una estrella grande, dos kits de luces LED y un pesebre decorativo, podría costar alrededor de $172.000.

Un árbol de 1,80 metros completo de adornos podría costar alrededor de $172.000. Foto: Agencia Noticias Argentinas - Freepik.
Un árbol de 1,80 metros completo de adornos podría costar alrededor de $172.000. Foto: Agencia Noticias Argentinas - Freepik.

El arbolito ya es la vedette, aunque las guirnaldas, las luces y los adornos forman parte del set completo para armar el 8 de diciembre, como es tradicional, y esperar la llegada de Papa Noel y retirarlo en Reyes, el 6 de enero.

En la mayor parte de los hogares se suele desempolvar el arbolito del año pasado y volver a ponerlo, pero hay un porcentaje que, sea por cambio del status familiar, mudanza o nada más el deseo de renovar considera si amerita cambiarlo o no.

Claro que el deseo pasará por el tamiz del precio, ya que para comprar un árbol pequeño de medio metro el rango se ubica de $18.000 a $25.000. 

Y si se sube un poco la pretensión a uno de un metro hay que hablar de $30.000 a $35.000.

Origen religioso

El armado del arbolito de Navidad simboliza el comienzo del tiempo de Adviento, un período de preparación para celebrar el nacimiento de Jesús.

Aunque esta costumbre tiene sus raíces en la religión, con el tiempo se popularizó como una tradición familiar y cultural, más allá del aspecto religioso.

Se suele armar el árbol de Navidad en esta fecha porque coincide con la celebración de Inmaculada Concepción de la Virgen María, un dogma de la Iglesia Católica que proclama que la Madre de Dios fue concebida sin pecado original.

Con esta celebración, se busca resaltar los valores de fe, empatía y caridad, que se ven representados en la Virgen María, adorada como la madre de Jesucristo, nacido según la tradición por obra del Espíritu Santo a través de la intercesión divina.

En la Antigüedad también se lo conocía como Frey y era usado para celebrar el nacimiento del Dios del Sol y la Fertilidad.

El árbol de Navidad es una tradición que proviene de la mitología nórdica, conocida como Yggdrasil, en concreto, de las celebraciones del solsticio de invierno.

Siglos atrás, los pueblos celtas talaban robles y los llevaban a sus hogares para decorarlos con frutas y velas.

De esa forma, buscaban “reanimarlos” y asegurarse de que florecerían durante el verano siguiente. 

Por eso, el árbol de Navidad es considerado como una adaptación del árbol de la vida y hasta del universo.

Árboles de buen porte

Los de un metro y medio, que pueden albergar un pesebre y más suvenirs navideños, cuestan de $45.000 a $55.000, y de esa altura en adelante, hasta 2 metros, los precios van desde $50.000 hasta $95.000.

Pero asumir el gasto del árbol no termina ahí, salvo que el reemplazo sea por rotura, extenuación o porque sufrió el embate de algún gato de la casa travieso. 

Así, renovarlo puede abarcar todos los accesorios y complementos, empezando por las guirnaldas, que implican un desembolso de $1.500 a $2.000 por unidad, según lleven luces o no.

Las bolitas son adornos clásicos que se salpican por las ramas y suelen unirse como un símil nieve. Las más chicas se cobran $400, las medianas de $500 a $600 y las de más de 7 cm valen $900, pero aún así terminan siendo las más buscadas.

La estrella que va en la punta del árbol y representa el símbolo clásico navideño cotiza a $3.000 y si se lo quiere dotar de iluminación  los kits de luces LED tienen precios que parten entre $15.000 y $20.000.

La combinación de componentes seguramente se irá adaptando al bolsillo de cada quien, ya que la canasta de las festividades está integrada por la comida, los regalos y, en cada vez menos casos, por pirotecnia.