El líder opositor más destacado de Rusia, Alexei Navalny, fallecido este viernes a los 47 años, era presentado por sus partidarios como la versión rusa del sudafricano Nelson Mandela, que un día saldría de la cárcel para dirigir el país.

Se ganó la admiración de muchos en los círculos de la oposición por regresar voluntariamente a Rusia en 2021 desde Alemania, donde se sometió a un tratamiento.

Las pruebas de laboratorio occidentales mostraron que se intentó envenenarle con un agente nervioso en Siberia, informó la agencia de noticias Reuters.

Navalny, un abogado, saltó a la fama gracias a sus blogs, en los que denunciaba la corrupción de la élite y describía a Rusia como un país gobernado por "ladrones y sinvergüenzas".

Participó en marchas nacionalistas rusas en la década de 2000. Las peticiones de restricciones a la inmigración y las críticas por lo que algunos consideraron sus opiniones excesivamente nacionalistas provocaron su expulsión del partido liberal de la oposición en 2007.

Se burló de la élite del presidente Vladimir Putin y puso de manifiesto la opulencia del estilo de vida de los altos funcionarios, utilizando Internet e incluso drones para ilustrar lo que describía como sus vastas posesiones y propiedades de lujo.

Cuando estallaron las manifestaciones contra Putin en diciembre de 2011, tras unas elecciones manchadas por acusación de fraude, fue uno de los primeros líderes de las protestas detenidos.

Navalny había advertido que Rusia podría enfrentarse a una agitación política sísmica, incluso a una revolución, porque dijo que Putin había construido un frágil sistema de Gobierno personal basado en la adulación y la corrupción.

El Kremlin rechazó las acusaciones de Navalny sobre la enorme corrupción y la riqueza personal de Putin.

El movimiento de Navalny está proscrito y la mayoría de sus principales aliados huyeron de Rusia y viven ahora en Europa.

Las autoridades rusas tachan a Navalny de extremista y marioneta de la agencia de inteligencia estadounidense CIA, que, según ellas, intenta sembrar la semilla de la revolución para debilitar a Rusia y convertirla en un Estado cliente de Occidente.

Navalny fue detenido en innumerables ocasiones por organizar mítines públicos, y procesado repetidamente por cargos como corrupción, malversación y fraude. Según él, las acusaciones y condenas tenían motivaciones políticas.

En 2023, Navalny fue condenado a 19 años más de cárcel en una colonia penal de máxima seguridad, en un caso que, según él, estaba diseñado para acobardar al pueblo ruso y someterlo políticamente.

En agosto de 2020, Navalny cayó enfermo en un vuelo de Tomsk, en Siberia, a Moscú. 

El piloto realizó un aterrizaje de emergencia, salvándole la vida, y Navalny fue trasladado en avión a Berlín, donde fue tratado de los efectos de una neurotoxina que pruebas militares alemanas demostraron que era Novichok, un veneno desarrollado en la Unión Soviética.

Putin criticó una investigación conjunta de medios de comunicación que afirmó haber identificado a un equipo de asesinos del servicio de seguridad ruso FSB.

"Si alguien hubiera querido envenenarle, habría acabado con él", subrayó.

La esposa de Navalny es Yulia. Su hija se llama Darya y su hijo Zakhar.

"Esta es una guerra estúpida que comenzó Putin", le dijo Navalny hablando del conflicto de Ucrania a un tribunal de apelación en Moscú a través de una conexión de video desde una colonia penal correctiva en 2022.

También condenó “la corrupción” -en una entrevista con Reuters- y aseguró que es “la base del poder político del señor Putin”.

"Una vez el gran escritor ruso León Tolstoi describió la estructura del poder en Rusia: 'los villanos que robaron a su propio pueblo se reunieron, reclutaron soldados y jueces para vigilar su orgía, y ahora se están dando un festín'. Esta brillante frase describe con precisión lo que está ocurriendo en nuestro país", es otra de sus frases.

En 2023, criticó a la élite rusa por su venalidad, expresando odio hacia quienes, según él, desaprovecharon una oportunidad histórica de reforma tras la caída de la Unión Soviética en 1991.

Diseccionó la historia postsoviética de Rusia, incluidos los legados de las figuras más poderosas de la década de 1990, que se dieron a conocer como los reformadores que intentaron sentar las bases del capitalismo y los oligarcas que ganaron fabulosas fortunas.

"No puedo evitar odiar feroz y salvajemente a quienes vendieron, desperdiciaron y dilapidaron la oportunidad histórica que tuvo nuestro país a principios de la década de 1990", sostuvo Navalny.

También preguntó: "¿Por qué debería tener miedo?", en 2011 cuando se le preguntó sobre los peligros de desafiar al Kremlin.

Cuando Reuters le preguntó por su ambición, hizo una mueca de dolor, pero dijo: "Me gustaría ser presidente, pero en Rusia no hay elecciones".

"Si deciden matarme, significa que somos increíblemente fuertes y que tenemos que utilizar ese poder y no rendirnos. No nos damos cuenta de lo fuertes que somos en realidad", declaró en otra oportunidad a la CNN.

Extracto y adaptación de un artículo de Guy Faulconbridge, de la agencia de noticias Reuters