Pietro De Luca vive en Milán, la capital italiana de las finanzas y la moda, pero a menudo piensa en mudarse a una ciudad más limpia con su mujer y sus tres hijos para escapar de la alta contaminación y los riesgos para la salud que provoca.

"¡Apesta! Huelo un hedor constante a smog, toso, siento que me arde la garganta", dice De Luca, que vive en un segundo piso del barrio de Città Studi, al este de Milán.

Los niveles de partículas finas y otros contaminantes en Milán figuran entre los más altos de Europa, según datos del Servicio de Control de la Atmósfera Copérnico de la Unión Europea y el grupo de presión medioambiental italiano Legambiente.

Algunos residentes llevan mascarillas para reducir la exposición al aire sucio.

Roberto Lorenzutti, que vivía en Milán, dice que respira mucho mejor desde que se fue. Tuvo la oportunidad de trabajar a distancia durante la pandemia de COVID-19, y se trasladó a la isla de Cerdeña.

"En Milán tienes que intentar sobrevivir en este pantano durante cinco días a la semana, y salir el fin de semana para respirar aire fresco", planteó.

Milán y las ciudades circundantes de la próspera región septentrional italiana de Lombardía han respondido activando el martes medidas para limitar el uso de los vehículos más contaminantes durante las principales horas del día.

Milán, ciudad de poco más de un millón de habitantes, se encuentra en el densamente poblado valle del Po, que alberga casi un tercio de la población italiana.

Los 17 millones de habitantes del valle lo convierten en una de las zonas más contaminadas de Europa, por lo que en 2020 el Tribunal de Justicia de la UE declaró a Italia infractora de las directivas comunitarias sobre aire limpio.

Los problemas se deben a la densa actividad agrícola e industrial del valle, amplificada por su geografía, que atrapa el aire, explicó Valentina Bosetti, catedrática de Economía Medioambiental y Cambio Climático de la Universidad Bocconi de la ciudad.

En Milán, los niveles de contaminantes atmosféricos PM2,5, PM10 y dióxido de nitrógeno (NO2) superaron el año pasado las directrices establecidas por la Organización Mundial de la Salud, señala Legambiente.

Giorgio Maione, consejero de Medio Ambiente de la región de Lombardía, afirma que se han hecho progresos, y cita una reducción del 39% en la concentración de PM10 y del 45% en la de NO2 en las dos últimas décadas.

La consejera de Medio Ambiente de Milán, Elena Eva Maria Grandi, dijo sin embargo que los niveles de contaminación siguen siendo muy altos, y pidió una cooperación más estrecha entre las autoridades municipales y regionales para evaluar medidas de emergencia para una ciudad que será coanfitriona de los Juegos Olímpicos de Invierno en 2026.

"Estamos muy preocupados, es evidente", dijo.

(Con información de la agencia Reuters)