Ya reflejamos que en 1954 se corría la carrera armamentística entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Cuatro años después en 1958, el ojo estaba puesto en otra competencia, que tenía bastante de propaganda, pero también mucho de quien se haría con el control del espacio, más allá de que todavía no se tenía una dimensión cabal de la importancia estratégica que tendrían los satélites para el futuro de la humanidad.

Sea como fuere, Estados Unidos y La URSS se lanzaron en 1957 en lo que se conoció como la carrera espacial. Y 1958, justo cuando se tenía que disputar el Mundial de Suecia, el 6º de la historia, el despliegue para enviar satélites, animales y gente al espacio, ya era moneda corriente.

El 4 de octubre de 1957 los soviéticos dieron el primer paso: lanzaron el Sputnik 1, que marcó el punto de partida de la carrera espacial, mientras el desarrollo de las armas nucleares y la guerra fría se apoderaban del resto del tablero mundial.

Desde la década del 20, luego de que el científico estadounidense Robert Goddard, ante la burla de la comunidad científica, presentara el primer cohete impulsado con combustible líquido, todo lo relacionado con el espacio quedó circunscripto a la esfera militar. Para lo único que querían domar al espacio era para lanzar misiles supraorbitales, que no pudieran ser detectados por aquellos que los iban a recibir. Pero los avances alcanzaron sólo a los suborbitales, es decir a los que no llegaban a superar la línea de la atmósfera pese a alcanzar altitudes y distancias muy elevadas. Uno de ellos fue el cohete V2, de 300 kilómetros de alcance, que hostigó desde 1943 y hasta el final de la guerra a Gran Bretaña con los incesantes bombardeos sobre las islas.

Ya terminada la Segunda Guerra, los científicos alemanes que trabajaron en la creación del V2 fueron capturados y se repartieron entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. La idea, más allá de ser básica, era una: con semejantes propulsores se podría bombardear una ciudad que estuviera en la otra punta del mundo. Y en eso se pusieron a trabajar. Pero paralelamente se desarrollaba otra tecnología: la de los satélites, los radares y hasta la posibilidad de ampliar la ambición imperial a los confines mismos del espacio. ¿La Luna? ¿Marte? ¿Otras galaxias? Todo estaba dentro de lo posible.

Ya dijimos que el 4 de octubre del 57 la URSS lanzó su primer satélite artificial. Y de ahí en más se desató la fiebre.

Un mes después partió el Sputnik 2, con la perra Laika a bordo, que fue el primer ser vivo en orbitar fuera del espacio. También fue el primer ser vivo que dejó de existir allí, ya que el animal no pudo soportar el estrés y murió. El 1º de febrero de 1958, cuatro meses después del Sputnik 1, Estados Unidos lanzó el Explorer 1. Tanto los Sputnik como el Explorer tenían como objetivo la investigación científica en el espacio exterior.

El 20 de febrero, el cohete Atlas estalló en la plataforma de lanzamiento de Caño Cañaveral, lo que marcó el quinto fracaso de Estados Unidos para poner una nave espacial en órbita.

El 17 de marzo, Estados Unidos lanzó el Vanguard 1, el segundo satélite científico de la historia. Y el 14 de abril el Sputnik 2 se desintegró en el espacio con el cuerpo sin vida de la perra Laika en su interior, en el momento que intentaba regresar a la atmósfera.

Mundial de 1958: la era espacial y un ser de otro planeta, Pelé

El 15 de mayo partió el Sputnik 3 y el 1º de octubre comenzó a funcionar la NASA, con 4 laboratorios de experimentación y más de 8 mil empleados. Diez días después, la NASA lanzó el Pioneer 1, la segunda sonda que también se convirtió en la primera nave enviada hacia las estrellas por esa organización. El año se cerró con la salida de Score, que en ese momento no se sabía, pero que revolucionaría al mundo en el tema de las comunicaciones. Con el Score nacían las transmisiones vía satélite.

En medio de este fervor espacial, en el Mundial de 1958, aparecería un pibe de 17 años que también generaría una revolución, aunque más no fuera futbolística: Pelé.

Edson Arantes do Nascimento había nacido el 23 de octubre de 1940 en Minas Gerais. Su padre, Dodinho, era un jugador frustrado ya que una lesión en la rodilla lo había sacado de las canchas cuando defendía los colores del Atlético Mineiro. Su madre, María Celeste Arantes, fue clave para el despegue de Pelé. Pero no por lo que todos suponen sino por lo contrario: ella se negaba a que Dico, tal como era conocido Pelé en su infancia, se dedicara al fútbol profesional por la mala experiencia sufrida por su marido. Waldemar de Brito, un jugador internacional de Brasil y que había entrenado a Pelé desde muy chico en el fútbol sala, la convenció de que dejara su trabajo con un sueldo de 2 dólares por día en una fábrica de zapatos y que se mudaran a Santos para su hijo que fuera fichado en las inferiores del club. María Celeste no quería saber nada, pero finalmente aceptó a regañadientes y también por la presión que ejercieron sobre ella Dodinho y el mismo Pelé. Y con la mudanza, nació el mito, la historia. Es curioso como el destino se va forjando de pequeñas decisiones y como, ante el más mínimo desvío, las cosas hubieran sido diferentes.

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Sea como fuere, ni bien llegó a Santos, y pese a que lo consideraban demasiado esmirriado para jugar con los jugadores de primera, comenzó a alternar en las prácticas del equipo principal.

El 7 de septiembre de 1956, Pelé debutó en Primera ante Corinthians de Santo André en un partido amistoso, sin haber cumplido aún los 16 años. La cuestión es que su primera temporada, con 16 años, la terminó con 38 partidos jugados y 41 goles y fue el máximo goleador de la Liga Paulista.

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Pelé era conocido en la liga paulista, pero no tenía llegada a nivel nacional. Todo cambió con un torneo amistoso que se disputó en el Maracaná entre Santos, Vasco da Gama, Flamengo, São Paulo, Balenenses de Portugal y el Dinamo Zagreb. Pelé marcó goles en todos los partidos y eso hizo que Pedro Feola, el entrenador de la Selección, pusiera sus ojos en él. Debutó en la Selección el 7 de julio de 1957 contra Argentina, en la Copa Roca, y pese a perder 2 a 1, Pelé fue el que anotó el gol del honor. Tres días después, en el mismo torneo, y otra vez ante Argentina, Brasil ganó 2 a 0 y Pelé marcó un gol.

En 1958 fue convocado para jugar la Copa del Mundo. En la previa al mundial, se organizó un partido entre los convocados por Feola y los no convocados, ya que por esas pujas regionales que existen en Brasil, muchos aficionados estaban enojados porque Pelé había entrado en la Selección por Luizinho, la gran estrella del Corinthians. Ese partido lo ganaron los “no convocados” por 3-1 y Pelé salió lesionado porque Ari Clemente, un defensor del Corinthians, lo golpeó en la rodilla derecha. Pese a todo, Feola lo mantuvo en la lista y lo llevó lesionado a Suecia.

Mundial de 1958: la era espacial y un ser de otro planeta, Pelé

Pelé recién estuvo listo para jugar en el tercer partido del Mundial, ante la URSS, pero allí no anotó goles para el triunfo 2 a 0. Los tantos fueron marcados por Vavá.

Ya en cuartos de final, el rival fue Gales, y Pelé señaló su primer gol en un mundial para el triunfo 1-0. En semis, ante la Francia de Just Fontaine, Raymond Kopa y Roger Piantoni, Brasil se impuso 5-2 con tres goles de Pelé, que dejaba claro quién era la nueva estrella del fútbol mundial. Recordamos, para quienes no lo tomaron en cuenta, que Pelé todavía tenía 17 años.

La final fue ante Suecia. Y otra vez la magia de Pelé se hizo presente para anotar dos goles. Vavá (2 veces) y Zagallo le dieron forma al 5-2 con que Brasil conseguía su primera Copa del Mundo. La que marcaría el comienzo de una era que duraría 12 años y terminaría con tres títulos mundiales (1958, 1962 y 1970) en la vidriera de la Confederación Brasileña de Fútbol.

En el Mundial de Suecia de 1958 nacía el fútbol de autor. Y Pelé era su principal intérprete. Surgía el fútbol moderno, en el que un jugador, por sí solo, podía hacer la diferencia.

¿Argentina? Mejor olvidar aquel regreso a los Mundial después de 24 años de ausencia. No vamos a narrar aquel desastre de Suecia, cuando fuimos con la idea de ser los mejores del mundo y regresamos como los peores. Ya fue demasiado visitado por las crónicas que se rasgaban las vestiduras. Todos conocen la historia. De no ser así, siempre tiene a Google para que les dé una mano.

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