En los últimos dos días vimos dos fotos muy precisas de lo que significa la discriminación, el racismo, la xenofobia, clasismo y tantísimos otros males que aquejan a la sociedad; los que muchas veces se toman en chiste pero que deberían ser considerados acciones graves y serias.

No hay comunidad alguna que pueda desarrollarse en la virtud si los individuos y las organizaciones (Estados u otros organismos internacionales) no castigan como corresponde a aquellas personas que, algunas veces amparadas en una multitud, discriminan al prójimo por su color de piel, religión, fisonomía o clase. Estas manifestaciones, si son toleradas, tienden a la destrucción del tejido social y a arruinar cualquier aspiración de tener una vida basada en el respeto hacia el prójimo.

La primera la protagonizó Nelson Piquet, el ex triple campeón mundial de Fórmula 1, quien fuera consultado por una maniobra puntual que Lewis Hamilton realizó para superar a Max Verstappen en una carrera que ya no interesa. Su respuesta dejó a todos perplejos no por lo que dijo sino por cómo lo dijo: "El negrito (por Lewis Hamilton) metió el auto y lo dejó porque no tenía cómo pasar a dos autos en esa curva. Jugó sucio. Su suerte fue que solo el otro (Verstappen) se jodió." Piquet, en dos oportunidades, dijo “negrinho” para mencionar a Hamilton y evitó llamarlo por su nombre.

La respuesta del inglés no se hizo esperar: "Son más que palabras. Esas actitudes arcaicas deben cambiar y no tienen lugar en nuestro deporte. He estado rodeado de comportamientos como ese y sido un objetivo de ellos toda mi vida. Ya ha habido tiempo de aprender, ahora ha llegado el momento de pasar a la acción", twitteó Hamilton.

También se sumó la Fórmula 1 como organización: “Las declaraciones discriminatorias o racistas son inaceptables bajo cualquier forma y no tienen lugar en la sociedad.” Y tampoco se quedó atrás el equipo Mercedes, que tiene a Hamilton entre sus pilotos: "Condenamos en los términos más enérgicos cualquier uso de lenguaje racista o discriminatorio de cualquier tipo. Lewis ha encabezado los esfuerzos de nuestro deporte para combatir el racismo, y es un verdadero campeón de la diversidad dentro y fuera de la pista."

Mercedes se refiere a la actitud de Lewis Hamilton cuando el estadounidense George Floyd fue asesinado, el 25 de mayo de 2020, en Minneapolis, por el policía Derek Chauvin, luego de presionar contra el piso el cuello de Floyd con su rodilla durante 8 minutos y 46 segundos.

Lewis había declarado en ese momento: “Esta última semana ha sido muy oscura. He fallado en mantener mis emociones. He sentido ira, tristeza e incredulidad por lo que mis ojos han visto... Me siento abrumado por la rabia al ver tan flagrante desprecio por las vidas de nuestra gente. La injusticia que estamos viendo a nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo una y otra vez es repugnante, y debe parar. Muchos parecen sorprendidos, pero para nosotros, por desgracia, no es sorprendente. Los que somos negros, morenos o intermedios, lo vemos todos los días y no deberíamos tener que sentirnos como si hubiéramos nacido culpables o temiendo por nuestras vidas por el color de nuestra piel".

Hamilton fue uno de los líderes en la manifestación pública que los pilotos de Fórmula 1 (casi todos, salvo excepciones) realizaban antes de cada Gran Premio en 2020 colocando su rodilla en tierra con remeras que decían Black Lives Matter, es decir: “Las vidas negras importan”.

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Todos saben que Hamilton es un tipo comprometido con las causas que involucran a las minorías negras. Pero pocos saben que también sentó su posición en julio de 2021 cuando, antes del Gran Premio de Bucarest, declaró en favor de la comunidad LGTBIQ+ por la ley que el gobierno húngaro de Viktor Orban había promulgado para quitarles derechos. Hamilton, ni bien puso un pie en Hungría, aprovechó la volada para decir que estaba feliz de llegar a un hermoso país como Hungría y agregó: “También quiero compartir mi apoyo a los afectados por la ley anti-LGTBIQ+ de su gobierno. Es inaceptable, cobarde y engañoso que quienes detentan el poder realicen esta ley. Todos merecen tener la libertad de ser ellos mismo, sin importar a quien aman o cómo se identifican. Insto al pueblo de Hungría a votar en el próximo referéndum para proteger los derechos de la comunidad LGBTIQ+, necesitan nuestro apoyo más que nunca. Por favor, demuestren amor por quienes le rodean porque el amor siempre ganará.”

Nelson Piquet en cambio bien podría ser considerado la contracara de Hamilton. Al llamar “negrinho” a Hamilton, rememoramos algunos de los episodios que han atravesado su vida, todos plagados de gestos de racismo, homofobia, clasismo y misoginia. Uno de los más recordados fue cuando en una entrevista televisiva, allá por los 80s, dijo que había que “preguntarle a Senna por qué no le gustan las mujeres” y lo llamo “marica”. El bueno de Nelson no sólo embistió en esos años contra Senna; también atacó a Nigel Mansell. ¿Qué dijo aquella vez sobre el inglés? No lo van a poder creer: “¿Cómo puede ser que Mansell, siendo piloto de Fórmula 1, tenga una mujer tan fea, vieja y gorda?”

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Pero como todo tiene que ver con todo, como decía Pancho Ibáñez, vale mencionar que Piquet fue el chofer de su amigo, el presidente Jair Bolsonaro, en el último desfile por el Día de la Independencia.

Como frutilla del postre, digamos que, en 2018, en una reunión de Autotrac, la empresa que preside Nelson, el ex piloto juntó a los empleados antes de las elecciones presidenciales de Brasil y les dijo: “¿Quién es el maricón que va a votar por el PT?” O sea que también podemos sumar odio por temas ideológico. En la Argentina podemos dar un master sobre el particular todos aquellos que somos peronistas y padecemos actitudes gorilas cada vez que giramos la cabeza hacia alguna parte. Pero volviendo a Piquet, como se ve, no le falta ninguna medalla de bosta para colgarse.

Después del episodio con Lewis, Piquet ensayó una disculpa también absurda: “La frase no se entendió bien. La palabra que usé se ha utilizado amplia e históricamente de forma coloquial en el portugués-brasileño como sinónimo de chico o persona y nunca tuvo la intención de ofender. Nunca utilizaría la palabra de la que se me ha acusado en algunas traducciones. Condeno enérgicamente cualquier sugerencia de que la palabra fue utilizada por mí con el objetivo de menospreciar a un piloto por su color de piel. Pido disculpas de todo corazón a cualquiera que se haya visto afectado, incluido Lewis, que es un piloto increíble. Pero la traducción en algunos medios de comunicación que ahora circula por las redes sociales no es correcta. La discriminación no tiene cabida en la F1 ni en la sociedad y me complace aclarar mis pensamientos al respecto”. Chan-chan. 1) Nadie le cree una palabra con sus antecedentes. 2) No se privó de usar la fórmula: “pido disculpas a cualquiera que se haya sentido afectado”, como si sus palabras no fueran una daga que cruzó el mundo de punta a punta y como si sólo merecieran su disculpa las personas afectadas y no la sociedad en su conjunto.

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Vamos al segundo episodio de racismo que también atravesó al mundo del deporte y que, paradójicamente, provino de Brasil.

Tres hinchas de Boca fueron detenidos después del partido con Corinthians acusados de realizar actos racistas contra los espectadores brasileños. Dos fueron apresados por videos registrados en los teléfonos mientras hacían la imitación de un mono. El último, por hacer gestos nazis. Todos quedaron detenidos por un día hasta que dos fueron liberados luego de pagar una fianza de 4 mil dólares. Ahora seguirá el proceso por injurias racistas.

El tercero, el nazi, continua preso porque es residente en Sao Paulo y se autodeclaró indigente y sin techo. El caso generó un gran revuelo en Brasil sobre todo porque en abril, en el mismo estadio, otro argentino había sido detenido por gestos similares. En aquel caso, salió en libertad luego de pagar una fianza de 600 dólares, pero luego de dejar Brasil publicó en Instagram un video mofándose de las autoridades policiales.

Un punto que hay que tener en cuenta es que esta es la tercera vez que hinchas de Boca son detenidos por injurias raciales lo que llevó a la Conmebol a multar al club dos veces por 30 mil y 100 mil dólares. Por la reincidencia, Boca se expone a jugar partidos sin público de local, tal como establece el reglamento de la Conmebol.  

El Código Disciplinario establece que “cualquier asociación miembro o club cuyos aficionados insulten o atenten contra la dignidad humana de otra persona o grupo de personas, por cualquier medio, por motivos de color de piel, raza, sexo u orientación sexual, etnia, idioma, credo u origen será sancionado con una multa de al menos 100 mil dólares americanos” y agrega en el artículo 17 del Código Disciplinario que “se puede imponer la pena de jugar uno o varios partidos a puerta cerrada o el cierre parcial del estadio”.

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Boca, ante este temor a ser sancionado, publicó un comunicado antes del partido en Brasil apelando a la buena voluntad de su gente. Lamentablemente no tuvo el efecto deseado: "En el marco de una nueva serie ante Corinthians de Brasil, por los octavos de final de la Copa Libertadores, Boca llama una vez más a la reflexión a los hinchas para vivir el partido con la genuina pasión que caracteriza a los xeneizes y lejos de todo tipo de manifestación racista. Estos partidos que se jugarán en San Pablo y en la Bombonera representan una nueva oportunidad para rechazar cualquier acto xenófobo que vulnere los derechos de cualquier grupo y demostrar el aprendizaje de tristes experiencias recientes, que no sólo causan un daño a la imagen del club sino también a su economía. Cabe recordar que la Conmebol endureció las multas a los clubes participantes en casos de actos de racismo y la reiteración de estos comportamientos no sólo pueden acarrear penas económicas más grandes sino también hasta la clausura del estadio. Así como también de parte del club este tipo de conductas implican un accionar grave que puede ser pasible de las sanciones más duras previstas por el estatuto, como la expulsión en la condición de socio o socia".

La Conmebol tiene ahora la palabra, pero la suspensión parcial o total de la Bombonera es un riesgo latente, además de la multa que le va a caer a Boca por este tercer acto seguido de indisciplina de sus hinchas.

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Ya muchos colegas, tironeados por los diversos intereses, plantean si es justo que a Boca se le suspenda la cancha o juegue sin público por estos actos de sus hinchas. Les preocupa la sanción que pueda recibir Boca, pero les importa un pito lo que pasó. La verdad, al carajo con las sutilezas. Sea Boca, River, Independiente, San Lorenzo, Racing o cualquiera, si sus hinchas (uno, dos, tres, cuatro o quinientos) tienen gestos racistas, el club debe ser sancionado. No se puede andar con remilgos en este tipo de situaciones. Cuando uno se manda una cagada, la tiene que enmendar y tiene que purgar sus culpas. Y se los digo con conocimiento de causa, ya que alguna vez, en un pecado de juventud del que aún hoy me arrepiento, yo mismo tuve una espantosa experiencia cuando hice una tapa de Olé utilizando la palabra “macacos”. Pasaron ya desde aquella horrible acción 26 años y cada día de mi vida me sigo sintiendo en falta. Porque hay errores que, por más disculpas que se pidan, lo van a acompañar a uno toda la vida. No me va a alcanzar jamás el tiempo para disculparme y mostrar mi arrepentimiento. Está de más decir que no fui ni soy racista y que aquella vez me dejé llevar por lo que erróneamente creía que era el folclore del fútbol. Error. Grave error. Gravísimo. Fui un estúpido que no midió las consecuencias de sus actos. Sólo me consuelan unas palabras que alguna vez leí de Mahatma Gandhi: “Si una vez digo algo y al tiempo me ven expresar exactamente lo contrario, quédense con esta última versión, porque seguramente el tiempo me habrá hecho un poco más sabio” y “para cambiar el mundo, empieza por transformarte a ti mismo”.

En eso andamos.