Se cumplen 50 años de la tragedia aérea en los Andes que marcó un antes y después en la historia. Cuarenta y cinco jugadores amateurs de rugby del Colegio Old Christians se dirigían a Chile para competir en un torneo, pero su llegada nunca sucedió.

El 13 de octubre de 1972, mientras sobrevolaban la Cordillera de los Andes, el piloto comenzó a descender pero no se dio cuenta que las alas del avión serie FAU 571 estaban muy cerca de las montañas. Cuando notificó los hechos ya era tarde, segundos después impactaron y quedaron a la deriva.

Se confirmaron así 13 muertes de forma instantánea, mientras que 32 lograron sobrevivir, aunque sea un tiempo más. "Jesusito, Jesusito, no me quiero morir", recordó rezar un pasajero.

Desde ese momento los sobrevivientes no comprendían que estaba pasando. Alrededor de cada uno de ellos había cadáveres, objetos del avión y nieve, mucha nieve.

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Se cumplen 50 años de la tragedia aérea de los Andes
Se trató de un avión serie FAU 571. El piloto ya había hecho el viaje en otras oportunidades, pero estaban atrasados y cometió el error de descender

El impacto sucedió a 4 mil metros de altura lo que denostaba un sitio crudo para sobrevivir o para mantenerse con vida hasta ser rescatados. Pero la historia de aquella tragedia es considerada también milagrosa.

Durante 72 días solo 16, de esos 32, lograron mantenerse con vida. En las primeras 24hs ocho jóvenes murieron por una avalancha y otros por el frío. En ese lapso vivieron momentos y circunstancias que nunca pensaron vivir, así como también las decisiones más crudas que ningún ser humano puede tomar. 

Las autoridades fueron alertadas de lo sucedido y durante ocho días se realizó un operativo de rescate que terminó con resultados nulos. Las temperaturas extremas y el color del avión que se camuflaba con la nieve imposibilitaban a los rescatistas visualizar la aeronave. 

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Por medio de una radio los sobrevivientes se enteraron que el operativo había sido cancelado y eso trajo consigo una expresión de tristeza ya que su único final era la muerte. 

Los días pasaban y muchos seguían sobreviviendo, mientras que otros no. Era hora de buscar las formas que permitieran aguantar la situación y una de ellas fue tomar la decisión más difícil, comerse a sus propios compañeros que ya estaban muertos. 

 “Me preguntas a qué sabe la carne humana. A vida, a eso sabe”, reflexionó Pedro Algorta, uno de los sobrevivientes.

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Momento en el que fueron rescatados

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Todos eran conscientes de que ya no los buscaban y que sobrevivir era cada día más complicado. Aunque los pronóstico eran solo malas noticias Nando Parrado y Roberto Canessa decidieron emprender viaje y caminaron durante diez días, casi 40 kilómetros, hasta que encontraron un río.

Siguieron el cauce y en la noche del 22 de diciembre vieron a un hombre en la orilla del frente del río El Barroso. Sus voces no se escuchaban, no había forma de que pudiesen gritar. Por eso el arriero les arrojó una botella, con un papel y un lápiz dentro, para que le dijeran quiénes eran. 

“Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”, se lee en la carta.

Inmediatamente el arriero fue hasta la Policía para relatar que había sobrevivientes del avión que se estrelló. De nuevo comenzó un operativo y entre el 22 y el 23 de diciembre de 1972 todos fueron rescatados. 

Aquella historia, aventura, o supervivencia es sin dudas una marca en todos los que sobrevivieron y de las familias que perdieron a sus seres queridos.

En el rescate se contabilizaron 16 sobrevivientes: Pedro Algorta, Roberto Jorge Canessa Urta, Alfredo Daniel Delgado Salaberri, Daniel Fernández Strauch, Roberto Fernando Francois Álvarez, Roy Alex Harley Sánchez, José Luis Inciarte Vázquez, Álvaro Mangino Schmid, Javier Alfredo Methol Abal, Carlos Páez Rodríguez, Fernando Seler Parrado Dolgay, Ramón Mario Sabella Barreiro, Adolfo Luis Strauch Urioste, Eduardo José Strauch Urioste, Antonio José Vizintín Brandi y Gustavo Zerbino Stajano.

AL año siguiente se decidió crear un altar donde se estrelló el avión y allí se enterraron los cuerpos.