El caso de la velocista italiana que a los 90 años no se rinde y sigue compitiendo lleva a preguntarse qué sucede en la Argentina en materia de deporte veterano y la respuesta es que en esta tierra la gente sigue activa hasta edades avanzadas.

En la pista atlética del Parque Avellaneda, Manuel Rocha, del Círculo de Atletas Veteranos (CADAV), se apresta a competir en su último decathlon, a los 82 años.

El velocista Héctor Castro, también entrenador, sigue compitiendo en mayores y veteranos -ya que traspasó los 40 años hace rato- y entonces no para de fortalecer su musculatura, para hacer honor por otra parte a su bicampeonato mundial (100 y 200 metros) entre los trasplantados (riñón en su caso).

Atletismo Parque Avellaneda es el equipo que orienta junto con su colega Micaela, los lunes, miércoles y viernes en las tardes y allí despunta otra ascendente corredora veterana: Romina
Alejandra Gómez, quien se mezcla en las multitudinarias carreras de calle.

En la Argentina, los deportistas veteranos tampoco se toman descanso

Largada de los 3000m en la pista del Club Personal Banco Central de la República Argentina en el Gran Buenos Aires. El más veterano en la imagen ronda los 80 años.

La pista ovalada del Parque Avellaneda (de 333 metros) es una de las "estrellas" del polideportivo capitalino que lleva el nombre del parque, al lado de la cancha 1 de fútbol, con un field que no envidia al de los clubes de Primera, dentro de un lugar que fue cuna de fisicoculturistas (los famosos Patos Vicca, nombre que homenajea a Víctor Casterán) y hoy alberga también a los muchachos de calistenia, entre otros que practican diferentes disciplinas.

Al fondo y contra la autopista Perito Moreno se entrenan los martes y los jueves los jugadores de Floresta Rugby Club (desde infantiles a veteranos, pasando por el plantel superior que disputa el campeonato Desarrollo de la URBA).

Los Orozcos son los veteranos del rugby (que convoca a los mayores de 35 años y "hasta que el cuerpo aguante") quienes juegan partidos y torneos con más de un equipo, de carácter amistoso.

Junto a los campeonatos de fútbol para veteranos que brotan en todo el amplio mapa de la Argentina, los rugbiers viajan a jugar, agrupados en sus equipos que muchas veces son seleccionados o "un rejunte" de jugadores procedentes de diferentes puntos.

La condición obligatoria que todos estos protagonistas deben cumplir es tener su certificado médico habilitante al día, así como prevenir y saber curar lesiones, que a la edad madura y en toda actividad competitiva, acechan.

Tanto en fútbol como en rugby veterano, deportes de contacto, la consigna es tratarse bien durante el juego, evitar los encontronazos y recordar que el lunes todos deben volver al trabajo pero algo más importante todavía: cada uno deberá regresar a su hogar con buen semblante a pesar del cansancio, sin huesos rotos ni moretones que amarguen a sus familiares.

Las charlas previas en las rondas de jugadores son un clásico del rugby y aunque a veces se producen escaramuzas, una tarjeta amarilla aplicada a tiempo suele apaciguar a los belicosos que después tienen tiempo de conversar y "restaurarse" en la comida que cierra las jornadas.

Para entender al rugby veterano hace falta jugarlo o bien verlo de cerca con alguien que sepa explicar, ya que su reglamento está muy adaptado con respecto a lo que se ve en los partidos de los sábados.

El domingo pasado, la Ciudad Deportiva Don Bosco, donde están las piletas Namuncurá, fue sede del torneo organizado por los Orozcos de Floresta Rugby Club, conducidos por el entrenador-jugador Jorge Namesny.

"Lo importante es que salga lo que se entrenó en la semana, un try es el logro de todo el equipo y no de una individualidad. Si alguno se escapa corriendo solo hacia esa satisfacción, está muy bien, lo corre el que puede y si no, que lo convierta y lo disfrute. El resultado no es lo esencial", explicaba a este cronista el jugador Diego Ferrín, quien fue un baluarte de los Orozcos.

Detrás de esa filosofía se encolumnan todos, en equipos que crecen constantemente en su conformación, ya que los que van saliendo de los equipos de mayores, pasan a engrosar las huestes veteranas por el lógico paso del tiempo.

Todos los equipos construyen desde el trabajo mancomunado para reunir fondos y llegar a fin de año a disfrutar de las giras, tan clásicas del rugby, pero ese es otro capítulo de la historia.

Mientras tanto, en atletismo, se es veterano (se denomina Máster) a partir de los 30 años y está organizado internacionalmente en categorías de cinco en cinco; en tanto que el fútbol senior (se juega dentro y fuera de la AFA) agrupa diferentes categorías que arrancan a partir de los 35 y/o 47, así como los 60 años.

Si el atletismo es crudamente competitivo y estadístico -porque en sus campeonatos de área conviven los que aún van por la gloria con los recreativos-, en el rugby la principal bandera es compartir.

El fútbol, mientras tanto, nunca puede abstraerse del resultado -así lo marca la actitud argentina- y con frecuencia los partidos se pelean con uñas y dientes, en tanto que se reclaman los puntos.

En la Argentina, los deportistas veteranos tampoco se toman descanso

Imagen de una formación del Quilmes Club, equipo barrial de veteranos surgido en la zona norte del GBA, que compite en un campeonato interno del Club San Fernando. Foto: Quilmes Club-San Fernando.

Este domingo, en la isla del Club San Fernando, se dio el pitazo inicial a un partido de veteranos con apenas 3 grados de temperatura.