Oscar Rossi, el suegro de Fernando Báez Sosa, graficó cómo vio aquel 19 de enero de 2020 al joven ya muerto tras haber sido asesinado por un grupo de rugbiers que están siendo juzgados por homicidio.

“Te juro que no le deseo a nadie ver lo que yo vi en el cuerpo de Fernando, ni un cazador para un animal”, dijo quebrado Oscar, quien recordó que ese verano él había ido a vacacionar a Pinamar y a pocos kilómetros se trasladó a Villa Gesell cuando recibió un llamado de su hija, Julieta, la entonces novia de Fernando.

“Papá venite, yo estoy en la Comisaría y Fernando en el Hospital”, recordó. Sobre Julieta, dijo que no está en condiciones de declarar y “afrontar” este juicio y que está bajo tratamiento psicológico. 

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Rossi recordó que Fernando era un “ser humano increíble, extraordinario” y “muy bueno”, y describió también que se encontró a sus papás ese 19 de enero del 2020 en la morgue para reconocer el cuerpo. 

Además, detalló que la entonces fiscal de instrucción Verónica Zamboni, a cargo entonces del caso, le explicó lo que había ocurrido y que a su hija le pidió una prenda que ella tenía en sus manos y que momentos antes había llevado puesta Fernando Báez Sosa, para estudios de ADN. Esa fue una prueba clave, pues el cotejo de los rastros genéticos de esa prenda luego se hizo con otras que pertenecían a los rugbiers implicados.