El rincón patagónico sacado de un cuento de hadas que se asemeja a los increíbles paisajes de Noruega
Está rodeado de cerros, lagos de color verde esmeralda y una gran belleza autóctona.
En uno de los rincones más lindos de la Patagonia se encuentra un pequeño paraje que se parece a los paisajes de Noruega y que es visitado por miles de turistas durante el año.
Se trata de Puerto Blest, que está ubicado en el Lago Nahuel Huapi y rodeado de montañas cubiertas de bosques, lo que genera una visitas panorámicas espectaculares.
La manera de llegar hasta este lugar idílico es una excursión lacustre que parte desde Puerto Pañuelo, en la Península de Llao Llao. Tras una hora de navegación se pasa por la Isla Centinela, dónde se encuentran los restos del Perito Moreno y se arriba hasta la Cascada de los Cántaros.
Allí se atraviesa una vegetación frondosa de la Selva Valdiviana y tras una caminata de cinco minutos se llega a Puerto Blest, cuyos bosques húmedos rodados de montañas nevadas recuerdan a los paisajes de Noruega.
En este lugar se encuentra la Hostería Blest, donde es posible pasar la noche, aunque la mayoría de los turistas suelen realizar la excursión diaria y regresan a Bariloche luego de recorrer el lugar.
¿Por qué Puerto Blest se parece a los paisajes noruegos?
La comparación con Noruega no es casual: Puerto Blest comparte varios elementos con los fiordos escandinavos, comenzando por su geografía. Rodeado por cerros altos y escarpados que se reflejan en las serenas aguas del brazo Blest del Lago Nahuel Huapi, el paisaje recuerda las profundas entradas de mar entre montañas que caracterizan a Noruega.
El clima lluvioso y húmedo de la región también contribuye a este paralelismo. En Puerto Blest, las precipitaciones son mucho más frecuentes que en otras zonas de la Patagonia, lo que favorece el crecimiento de una vegetación exuberante. Los bosques valdivianos, compuestos por coihues, arrayanes y helechos gigantes, crean un entorno verde y frondoso que evoca los bosques boreales noruegos.
Cerca de Puerto Blest fluye el río Frías, un cauce de agua cristalina alimentado por el deshielo de los glaciares andinos. El río conecta con el lago del mismo nombre, cuyos tonos verdosos intensifican la sensación de estar en una versión sudamericana de los lagos glaciares noruegos. Las excursiones en bote por el río y el lago permiten a los visitantes sumergirse en un paisaje que parece sacado de un cuento nórdico.