Científicos develan el "código Morse" de los cachalotes
Las más grandes ballenas dentadas poseen un sistema de comunicación rico y complejo.
Las distintas especies de ballenas que habitan los océanos emplean diferentes tipos de vocalizaciones para comunicarse. Los cachalotes, la más grande de las ballenas dentadas, se comunican mediante ráfagas de chasquidos -llamadas codas- que suenan un poco como el código Morse.
Un nuevo análisis de años de vocalizaciones de cachalotes en el Caribe oriental ha descubierto que su sistema de comunicación es más sofisticado de lo que se conocía, presentando una compleja estructura interna repleta de un "alfabeto fonético".
Los investigadores detectaron similitudes con aspectos de otros sistemas de comunicación animal, e incluso con el lenguaje humano.
Como todos los mamíferos marinos, los cachalotes son animales muy sociales y sus llamados son parte integral de ello. El nuevo estudio ha permitido comprender mejor cómo se comunican estos cetáceos.
"La investigación demuestra que la expresividad de los llamados de los cachalotes es mucho mayor de lo que se pensaba", afirma Pratyusha Sharma, estudiante de doctorado en robótica y aprendizaje automático del Instituto Tecnológico de Massachusetts y autora principal del estudio publicado el martes en la revista Nature Communications.
"Aún no sabemos lo que dicen. Estamos estudiando los llamados en sus contextos de comportamiento para entender lo que los cachalotes podrían estar comunicando", dijo Sharma.
Los cachalotes, que pueden alcanzar unos 18 metros de longitud, tienen el cerebro más grande de todos los animales. Son buceadores profundos que se alimentan de calamares gigantes y otras presas.
Los investigadores forman parte del Equipo de Aprendizaje Automático del Proyecto CETI (Iniciativa de Traducción de Cetáceos).
Utilizando análisis estadísticos tradicionales e inteligencia artificial, examinaron los llamados realizados por unas 60 ballenas grabadas por el Proyecto Cachalote de Dominica, un programa de investigación que ha reunido un gran conjunto de datos sobre la especie.
"¿Por qué intercambian estas codas? ¿Qué información podrían estar compartiendo?", se pregunta Shane Gero, coautor del estudio, biólogo principal del Proyecto CETI y fundador del Proyecto Cachalote de Dominica, también afiliado a la Universidad Carleton de Canadá.
"Creo que es probable que utilicen las codas para coordinarse como familia, organizar el cuidado de los ejemplares jóvenes, la búsqueda de alimento y la defensa", dijo Gero.
Los investigadores descubrieron que las variaciones en el número, ritmo y tempo de los chasquidos producían distintos tipos de codas. Las ballenas, entre otras cosas, alteraban la duración de las codas y a veces añadían un clic extra al final, como un sufijo en el lenguaje humano.
"Todas estas codas diferentes que vemos se construyen en realidad combinando un conjunto comparativamente sencillo de piezas más pequeñas", afirma Jacob Andreas, coautor del estudio, profesor de informática del MIT y miembro del Proyecto CETI.
Las personas combinan sonidos -que suelen corresponder a letras del alfabeto- para producir palabras con significado, y luego producen secuencias de palabras para crear frases que transmiten significados más complejos.
Para las personas, dijo Sharma, "hay dos niveles de combinación". El nivel inferior es de sonidos a palabras. El nivel superior es de palabras a frases.
Los cachalotes, según Sharma, también utilizan una combinación de dos niveles de características para formar codas, y las codas se secuencian juntas cuando las ballenas se comunican. El nivel inferior tiene similitudes con las letras de un alfabeto, dijo Sharma.
"Cada sistema de comunicación está adaptado al entorno y a la sociedad animal en la que ha evolucionado", añadió Sharma.
El sistema de comunicación de los cachalotes difiere, por ejemplo, de los "cantos" de las ballenas jorobadas y de los silbidos, chirridos, graznidos y demás vocalizaciones de diversos animales.
(Reporte de Will Dunham en Washington, reporte adicional de Matthew Stock en Londres; Editado en español por Héctor Espinoza, Reuters)