Guardar el turrón en la heladera es un arma de doble filo, porque por un lado se lo protege de insectos y roedores, pero por otro, arruina su calidad, según advierten profesionales y artesanos del sector.

En los envases de turrones y tortas imperiales se aconseja almacenarlos en un lugar fresco y seco, que no incluye el frigorífico ni el congelador.

Suele suceder en las fiestas que los dulces secos quedan para el final, cuando los comensales ya están llenos y empalagados con los postres frescos, helados, pan dulce y no queda lugar para los turrones y garrapiñadas. 

La grasa natural de las almendras ayuda a conservar el turrón. Foto: Agencia Noticias Argentinas - Freepik.
La grasa natural de las almendras ayuda a conservar el turrón. Foto: Agencia Noticias Argentinas - Freepik.

En consecuencia, para no desperdiciar los sobrantes, se guardan para el año siguiente.

Los que ya han sido abiertos tienen una vida útil más corta que los paquetes que ni han tenido la posibilidad de salir de su envoltorio.

En esos casos es más recomendable usarlo en recetas de aprovechamiento, como unas galletas de turrón.

El paso del tiempo

Aunque teóricamente no se vaya a echar a perder, sí se estropeará con el paso del tiempo y llegaría rancio y con mala textura y sabor a las próximas Navidades.

Los turrones tradicionales se distribuyen con fecha de consumo preferente, y no con fecha de caducidad. Significa que no tienen un límite seguro de consumo como, por ejemplo, el pescado fresco, ni siquiera abiertos. Solo pueden ir perdiendo calidad y propiedades organolépticas.

La ventaja que tienen estos dulces es su alto contenido en azúcares, que actúa como conservante natural y los hace más resistentes frente al ataque de microorganismos o mohos.

También la grasa natural de las almendras ayuda a conservarlo, convirtiéndose en un dulce que, a efectos prácticos, no caduca.

Sin embargo, no todo vale para conservar el turrón en buen estado de un año para otro: su mayor enemigo es el propio ambiente.

La heladera tiene una temperatura demasiado baja y un ambiente que suele generar humedad para mantener mejor los alimentos frescos.

Y, por si fuera poco, suele acumular todo tipo de olores, aunque no siempre los percibamos. 

Estas condiciones alteran la estructura tanto del turrón duro como del blando, solidifican en exceso los azúcares y pueden hacer sudar la grasa de la almendra.

Conservar en lugar fresco

Por eso, como se lee en envases, se deben conservar en un lugar fresco y seco, a no más de 20 ºC y una humedad máxima del 65%.

Así, el mejor sitio para conservarlo sería en una alacena o despensa, en la zona más fresca de la casa, lejos de la luz solar, de olores extraños y de cualquier fuente de calor, mejor en un estante no muy alto ya que el calor sube y se concentra en altura.

Si la zona es muy calurosa y con una elevada humedad, entonces sí sería recomendable recurrir a la heladera en los peores días del verano, preferentemente en la zona menos fría del electrodoméstico y controlando la humedad. 

Introducir el envase en otro recipiente hermético, o envasar al vacío, sería mejor.

El turrón blando se conserva mejor si se mantiene en condiciones adecuadas y estables, ya que el duro puede perder el crujiente de la almendra tostada y también podría reblandecerse en exceso la oblea.

Eso sí, en el momento en el que se expone al aire, la almendra molida empezará a absorber olores, exudar grasa y enranciarse rápidamente.  

La heladera, sí o no

Podría resumirse que, en general, no es necesario guardar los turrones y garrapiñadas en la heladera, pero hacerlo puede ayudar a prolongar su frescura, especialmente en lugares donde hace mucho calor.

Turrones: a temperatura ambiente, los turrones duran alrededor de 1 a 2 meses si están bien envueltos y almacenados en un lugar fresco y seco. Si se decide guardarlos en la heladera, pueden durar un poco más, pero hay que asegurarse de envolverlos bien para evitar que absorban olores.

Garrapiñadas: también se conservan bien a temperatura ambiente en un recipiente hermético y en un lugar fresco y seco. Su duración es de aproximadamente 2 a 3 semanas. Al guardarlas en la heladera, pueden mantenerse frescas por más tiempo, pero, al igual que con los turrones, deben estar bien selladas para evitar que se humedezcan.