Parece mentira. A lo mejor es tan real que es increíble, pero a pesar de una oposición gelatinosa e inocua que hizo todos los esfuerzos para desdibujarse, el kischnerismo se descascara. El etiquetar al de enfrente como enemigo sin permitir la duda, el disenso o el debate son tareas que ya no le resultan para continuar con un saqueo mafioso escondido detrás de la palabra populismo.


Si la democracia tuviera genes sería la única explicación para esta degradación genética en la que nos encontramos y que hoy supera la posibilidad de comprender lo que están haciendo. De hecho, esa sería la única explicación que veo para entender por qué en este infierno no hay debate político.


Es simple, no se puede discutir propuestas cuando del otro lado no entienden ni lo que dicen entre ellos. Ir y venir, debates absurdos, proyectos tirados de los pelos, agresiones desmedidas, caza de brujas e inventos por discursos ridículos carentes de intelecto que parecen cuentos de niños que nos quieren convencer que si les hacemos caso vamos a entrar con sangre, sudor y lágrimas en la etapa de la perfección como país pero sus caras y sus gestos nos cuentan la verdad de un terrible desgraciado y miserable momento de la historia al que nos han traído con la única necesidad que los ladrones no vayan presos.

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Podía haber sido más honesto plantearlo de entrada y con la frente en alto, por ejemplo, queremos robar pero no queremos que lo cuenten y así repartiríamos la responsabilidad.
Terribles 20 años de saqueo, patoteadas, difamaciones y discursos repulsivos nos trajeron a este momento con el repudio que corresponde, el horrible atentado y en la íntima convicción que fue real y perpetrado por un grupo de mafiosos, locos, e histéricos, salí en mi programa de TV con un monólogo en el que entregaba mi espada de opositor y finalizaba con una frase que jamás pensé que iba a decir.


Hoy somos todos Cristina. En el momento comencé a coleccionar puteadas de mi publico, de su publico y de todos los públicos que a usted se le ocurra , pero yo tranquilo con mi conciencia de haber puesto mi cuota de paz opositora para borrar por un instante la terrible foto que dio vuelta al mundo.


No quería que nadie me agradezca ni mucho menos quedar bien con alguien, lo que no voy a permitir es que un Presidente mentiroso que se cansó de engañarnos y que usa la humillación y el embuste me trate de “cómplice de los delincuentes". ¿Desde dónde este señor puede levantar el dedo para señalar el rumbo que no encuentra ni encontrará?


Entiéndalo Sr., usted jamás será Alfonsín y mucho menos Mandela. Usted lamentablemente es lo que venimos viendo hace tres años, eso y nada más que eso, y cuando termine su gestión como la antimateria se convertirá en esa nada que nadie recordará y que lo único que consiguió en su gestión es que dejemos de sentir lástima por su triste papel y comencemos a sentir repugnancia por su cobardía y cinismo al querer culpar a los que no hicimos nada más que investigar a los corruptos que usted encabeza porque sí sabemos cumplir con coraje nuestra profesión y no buscamos chivos expiatorios para tapar la inutilidad para ocupar cargos que no merecimos nunca y a los que llegamos como testaferro de quien nos ordena.


Sr. ni la más grande de las catedrales albergará el Dios que lo perdone, ni a usted ni a quienes lo acompañan.

Con respecto al odio, por nosotros no se preocupe, nos sobra dignidad y estamos en paz.