Pese a que pasaron cuatro décadas de la Guerra de Malvinas, aún quedan decenas de historias por escribir o destacar del conflicto bélico. Una de ellas es la de la flota pesquera, que tuvo a su cargo tareas de espionaje sobre los movimientos de los buques británicos en alta mar.

Días después de la recuperación de las Islas Malvinas, las autoridades de la Subsecretaría de Pesca mantuvieron dos reuniones (una en Buenos Aires y otra en Mar del Plata) con miembros de la Cámara de Armadores de buques de Pesca Congeladores y representantes del gremio pesquero: allí se dio la orden de que los buques debían colaboraron en la guerra, tanto en operaciones de logística y salvataje como de espionaje. Constanza, Invierno, María Alejandra, Usurbil, María Luisa y Mar Azul y Narwal fueron algunas de las embarcaciones civiles que cumplieron esa tarea durante el conflicto bélico.

Particularmente se destaca la historia del Narwal, salvajemente atacado por los Sea Harrier ingleses y hundido en las inmediaciones de las Islas Malvinas.

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El 21 abril de 1982, el barco pesquero perteneciente a la Compañía Sudamericana de Pesca y Exportación fue equipado con sensores eléctricos por parte de la Armada Argentina, para transformarlo así en un buque espía. Ese mismo día, el contramaestre Omar Rupp se enteró de que había sido padre de un varón llamado Darío José: intentó abandonar el barco, pero las autoridades navales se lo impidieron y sólo pudo comprar un pequeño triciclo en Mar del Plata, el cual también subió a la embarcación.

Con sus 70 metros de eslora, el Narwal tenía la misión de trasladarse hasta la Zona de Exclusión en las inmediaciones del archipiélago del Atlántico Sur y simular que realizaba tareas de pesca. Sin embargo, entre su tripulación se había incluido al teniente de navío Juan Carlos González Llanos, quien iba a estar a cargo de vigilar los movimientos de la flota británica para dar aviso a los altos mandos mediante mensajes de radio en clave. En un principio, a los tripulantes les habían dicho que el buque iba a asistir a todo náufrago que hubiera en el mar.

La desconocida historia del Narwal, el pesquero espía hundido durante la Guerra de Malvinas
Los tripulantes del Narwal, como prisioneros en el portaaviones HMS Invincible.

Tripulado por el capitán paraguayo de origen japonés Asterio Daisaku Wagata, el barco navegó por las frías aguas malvinenses durante unos diez días, en los que fue reportando las embarcaciones que divisaba. En varias oportunidades el Narwal había sido advertido por embarcaciones británicas para que se alejara de la zona.

Sin embargo, en la mañana del 9 de mayo fue reconocido por dos aviones Sea Harrier del Reino Unido, que tenían como misión atacar el aeropuerto de Puerto Argentino, pero que por las condiciones climáticas debieron cancelarla. Al regresar al portaaviones Invincible, recibieron la orden de atacar: una de las bombas de 500 kilos destinadas a la pista aérea isleña impactó de lleno en el casco y provocó graves daños que no pudieron ser reparados por la tripulación.

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"El buque se hunde, posiblemente se hunde y pasamos a los botes y a las lanchas. Esperamos ayuda ante el gran frío que existe en esta zona", fue el primer mensaje de radio emitido desde el Narwal tras el ataque. Pocos minutos después, se volvió a pedir auxilio, esta vez con mayor desesperación: "¡Tenemos heridos graves! ¡Tenemos heridos graves! ¡Manden un médico, por favor! ¡Manden médico, por favor! ¡Un muchacho perdió las dos piernas!".

La desconocida historia del Narwal, el pesquero espía hundido durante la Guerra de Malvinas

Ese muchacho que había perdido ambos miembros inferiores era ni más ni menos que Omar Rupp, que sólo bregaba que le trajeran el triciclo que le había comprado a su hijo recién nacido para poder ser rescatado con el regalo: por las graves heridas provocadas por la bomba, el marinero murió algunos minutos después.

Dos horas más tarde, se inició el abandono del Narwal en base a las órdenes del capitán Wagata, por lo que los pescadores se embarcaron en las balsas salvavidas autoinflables. Mientras naufragaban en alta mar, las balsas fueron ametralladas por otros Sea Harrier. De los 25 tripulantes, doce sufrieron heridas y uno (Omar Rupp) murió.

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Los pescadores y el militar argentino fueron capturados y trasladados al portaaviones británico HMS "Hermes", desde donde, al día siguiente, fue arrojado al mar el cadáver del contramaestre Rupp, quien no pudo llegar a conocer a su hijo: sus restos descansan en el fondo del mar.

Tras el final de la guerra, Rupp recibió la condecoración post mortem al "La Nación Argentina al Muerto en Combate”.