En la teoría hay enormes diferencias entre la convocatoria a un plebiscito, un referéndum y una consulta popular pero, en la práctica, el triunfo o la derrota en cualquiera de los formatos elegidos por los responsables de llamar a las urnas a la población puede significar el pasaje al cielo o al infierno de una carrera política.

Javier Milei dice confiar en “las fuerzas del cielo” para imponer sus criterios pero asesores de su confianza le explican que su estrategia de dilatar el tratamiento del DNU N° 70, que desregula la economía y cambia la vida diaria de buena parte de la población, para que quede firme con el paso del tiempo en el Congreso podría tropezar con un fallo adverso de la Justicia.

Pero, no es la única piedra en el camino que debería considerar el Presidente. Hay una más grande que representa el fastidio de la población por la constante indexación de los precios de los bienes y servicios de la economía nacional que según un relevamiento de opinión pública le está llevando a perder apoyo en la ciudadanía por cada día que transcurre con aumentos de precios y caída en el valor de los ingresos de la población.

La inflación diaria y la consecuente recesión puede ser el Talón de Aquiles de la estrategia de intimidación al resto de los dirigentes políticos que se oponen a los cambios propuestos en el Parlamento a los que se amenaza con una consulta popular donde los cambios se validarían simbólicamente a favor de los deseos de Milei.

Esta hipótesis catastrofista, que está siendo analizada por el ala más dialoguista del gobierno nacional encabezado por el ministro de Interior, Guillermo Francos, tiene su fundamento en un reciente trabajo de investigación de opinión pública de la firma Zuban Córdoba y asociados.

Para la firma encuestadora, “Javier Milei perdió más de un punto de imagen positiva por día y hoy tiene un 55% de imagen negativa. Es la pérdida de diferencial positivo más acelerada de la que tengamos registro. Nos atrevemos incluso a decir que probablemente sea la más acelerada en toda la historia de la región. Nunca se vio una caída tan pronunciada en tan corto tiempo”.

Este registro negativo, potenciado por la llamarada inflacionaria, se extiende como un reguero de pólvora hacia las medidas incluidas en el DNU y, aquellas, propuestas en la monumental Ley Ómnibus.

Las conclusiones del relevamiento señalan que, “Tanto el decreto desregulador como la ley ómnibus presentada en el Congreso cosechan niveles importantes de rechazo, incluso parece empezar a configurarse una mayoría dispuesta a votar en contra de todas las medidas en un potencial plebiscito. Al día de hoy, en la libertad avanza, todas las luces rojas de advertencia deberían estar prendidas”.

La pregunta por el plebiscito se basa en la propia declaración del Presidente al periodista Luis Majul que no dudó en declarar afirmativamente acerca de la posibilidad de convocar a la ciudadanía a las urnas para validar sus medidas.

¿En caso de que el DNU sea rechazado, llamaría a un plebiscito o una consulta popular?". A lo que Javier Milei contestó, ""Obviamente. El megadecreto tiene más de 75% de aprobación, quiero que el Congreso me explique por qué quieren algo en contra de la gente", poniendo en blanco sobre negro las dificultades que tiene el oficialismo para avanzar en sus reformas en el Congreso Nacional.

Sin embargo, su decidida y confiada apuesta por el apoyo popular a través de una consulta a la población, podría dejarlo mal parado para el resto de su mandato si la ciudadanía no acompaña sus ideas en la convocatoria.