Exactamente un mes antes de que se produjeran los cambios en el Gabinete, el líder de La Cámpora y presidente del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner, había anticipado que el "equilibrio político" del Frente de Todos iba a modificarse para que no se "fagocite la gestión".

No fue en una "rosca" en un despacho o un bar, sino a plena luz del día, durante un acto transmitido por televisión y redes sociales y ante el mismísimo presidente Alberto Fernández.

Visto hoy, el hijo de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, y del ex presidente Néstor Kirchner, parece un profeta que pronosticó los cambios en el equipo del jefe de Estado.

El lugar desde el que Máximo Kirchner anticipó las modificaciones en el Gabinete fue el escenario montado el 18 de agosto al mediodía en el Estadio Ciudad de La Plata. 

Allí estaban su madre; el Presidente; el gobernador bonaerense, Axel Kicillof; el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; los entonces precandidatos a diputados nacionales Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollán; y la vicegobernadora local, Verónica Magario.

El líder de La Cámpora, que estuvo a cargo de abrir ese Plenario del oficialismo, analizó el desempeño del Gobierno y cuestionó el "internismo" de algunos dirigentes del Frente de Todos, así como también remarcó que "lo más importante" que tiene el espacio es "la capacidad de gestión".

A continuación señaló que la "arquitectura" del Frente de Todos "requiere de ciertos equilibrios políticos" y reeditó las palabras de su madre, cuando había advertido sobre "los funcionarios que no funcionan".

"Si el equilibrio político fagocita la gestión, tenemos un problema. Lo más importante que tenemos como espacio político, lo que siempre ha valorado la sociedad, es la capacidad de gestión, de poder hacer que la gente viva mejor", lanzó aquel miércoles al mediodía.

Un mes después, esas palabras de Máximo Kirchner tienen otro tono y ya no son una advertencia, sino una profecía autocumplida.