La República le debe un gran homenaje a la figura del extinto obispo misionero, de origen español, Joaquín Piña, que en el año 2006 encabezó el Frente Unidos por la Dignidad (FUD) para derrotar al oficialismo misionero y, autodenominado, renovador, del entonces gobernador Carlos Rovira y, de esta manera, impedir la reforma constitucional que habría habilitado la reelección indefinida en Misiones.

La victoria de Joaquín Piña, con el apoyo del entonces Cardenal, Jorge Bergoglio, significó un revés para las aspiraciones de Rovira de seguir los pasos de Gildo Insfran en Formosa, para conseguir una reforma constitucional avalada por Néstor Kirchner desde la Casa Rosada.

Sin embargo, Rovira se reinventó para que nada cambie, para que la matriz de poder siguiera intacta y floreciera lo que muchos analistas denominan un período de gatopardismo que continúa hasta hoy con gobernadores electos que le responden y le “besan el anillo”.

En Misiones no hay dudas acerca de quién manda y quién obedece. El gobernador es Oscar Herrera Ahuad y su sucesor será Hugo Passalacqua pero ellos acatan las órdenes del caudillo Rovira.

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La reciente revelación del periodista Marcelo Bonelli acerca del viaje que el ex gobernador y actual Presidente de la Cámara de Representantes de Misiones, Carlos Rovira, realizó por el viejo continente a bordo de un jet privado por el que pagó cerca de 200.000 dólares para exponer en tres conferencias de bio-insumos actualiza los dichos de uno de los candidatos presidenciales acerca del accionar de cierta “casta” política que parece no darse por enterada del hartazgo de la población.

En las recientes elecciones PASO, Javier Milei se impuso a Sergio Massa por 43,83% contra el 27,38% de los votos escrutados en Misiones.

Si bien no sorprende la desfachatez de Rovira de gastar dólares, de esos que faltan en el Banco Central, como si fuera un jeque petrolero árabe es llamativa la despreocupación por llevar ese tren de vida en Europa, en medio de una campaña electoral, en la que Rovira asegura sostener a Sergio Massa ante la necesidad de no perder escaños en el Parlamento nacional, y frente a una pobreza e indigencia en aumento que preocupa a la sociedad misionera.

El índice de pobreza que mide el INDEC en la ciudad de Posadas arrojó un total de 34,4% de hogares pobres y un 18,6% de indigencia según datos del primer trimestre del año.

Posadas tiene unos 140.314 pobres en la ciudad, dentro de los cuales hay 18.480 indigentes.

El INDEC considera pobres a las familias que no alcanzan a cubrir el ingreso para la Canasta Básica Total (CBT) e indigentes a quienes con su ingreso no llegan a cubrir la Canasta Básica Alimentaria (CBA).

Ahora bien, La Libertad Avanza ofrece hándicap y no presentó candidatos a la cámara de diputados y senadores nacionales en Misiones.

En octubre el Frente Renovador misionero arriesgará dos bancas en el Senado y una en la cámara baja que le ha servido a Rovira para negociar recursos ante la administración de Alberto Fernández.

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Para las generales de octubre se espera una puja electoral de difícil resolución entre los candidatos de Rovira y los de Juntos por el Cambio.

Los renovadores arriesgan dos bancas en el Senado, las de Maurice Closs y Magdalena Solari Quintana, y, una en la Cámara de Diputados, la del legislador Diego Sartori

En las legislativas del 2021 salieron terceros. Si se repitiera ese escenario se quedarían sin representantes en la Cámara alta y, en el mejor de los casos, retendrían con lo justo la banca de Diputados.

De esa manera el Frente Renovador perdería la capacidad de garantizar el quórum que tuvieron durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.

Todas las autoridades ejecutivas se beneficiaron de los votos de quienes representan a Misiones en el Congreso para sancionar leyes, nombrar jueces o a quienes se sentarán en el Consejo de la Magistratura a cambio de obras públicas, transferencias, aportes del Tesoro nacional y exenciones impositivas.

La necesidad de preservar esas “llaves de poder” llevó al misionero a abandonar su postura aislacionista con respecto a la política nacional y a jugar fuerte por Sergio Massa sin especular con una boleta corta de candidatos.

La preservación del poder antes que nada

La petición de una zona franca aduanera para la provincia de Misiones es una reivindicación solicitada desde años por el sector privado misionero.

Un histórico reclamo para evitar la competencia con el comercio de los países limítrofes, que lindan con el 90% de su territorio, que, a pesar de la depreciación de la moneda nacional, todavía ofrecen productos que salen más baratos en los países vecinos afectando al comercio de Misiones.

Una bandera que tuvo buena recepción en el comando de campaña de Sergio Massa luego que Carlos Rovira la adoptara como suya a pesar que nunca se interesó por el tema en el pasado.

Pero los tiempos cambian y lo que servía a comienzos de siglo no sirve en la actualidad.

En la reciente inauguración del polo tecnológico Silicon Misiones se pudo ver a una gran cantidad de empresarios saludar a Carlos Rovira incluso aquellos que en voz alta siempre criticaron la agresiva política de recaudación de impuestos pensada e implementada por Miguel Angel “Pimpy” Thomas, hermano de Oscar Thomas, exdirector de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), encausado en la causa de los Cuadernos.

“Pimpy” Thomas,  no sufrió investigaciones de la Justicia pero si los reclamos del sector privado por la eficaz e implacable organización del  organismo recaudador misionero al servicio del  gobernador de turno que le permite contar con una caja de efectivo  con la que apuntalar la solvencia fiscal de Misiones, y el poder caudillesco de Rovira.

De allí que la relación de Rovira con los productores, comerciantes, y exportadores de productos regionales siempre fue tortuosa, como mínimo.

Durante mucho tiempo, en épocas kirchneristas, se caracterizó por apretadas y escraches a empresarios, en general a través de medios de comunicación o periodistas afines, o ataques por parte de funcionarios o figuras oficialistas.

Recuerda el periodista Martín Boerr en un artículo publicado en Lado B de Misiones, que Rovira sostuvo, “no se puede estar con los empresarios y mostrarle una buena cara a la gente”.

Pues bien, al igual que el camaleón, Rovira vuelve a cambiar su piel y comenzó un acercamiento al sector empresario registrado en la inauguración del “Silicon misionero” de Posadas, en marzo de este año.

En esa ocasión hizo sentar a varios empresarios, elogió al sector privado, repitió que había que fomentar la asociación entre privados y Estado, y destacó a su menú electoral por el simple hecho de que vienen de allí y no “de la política”. 

Este giro favorable hacia las demandas del empresariado, que surge de la imposibilidad de la política de absorber más empleo estatal, tiene su correlato en las decisiones del gobernador Herrera Ahuad que se ha mostrado componedor con el sector más duro de la producción representado por los industriales yerbateros.

Un tractorazo de los colonos misioneros podría terminar con la reconversión de Rovira y su gente en tiempos en los que las acciones del sector privado comienzan a ganar adeptos en detrimento del intervencionismo estatal.

Se viven momentos de incertidumbre electoral para el jefe de la Renovación misionera que se ha convertido en el hombre que maneja todos los resortes de poder en la provincia y al que le faltaba un acercamiento a los empresarios que siempre le fueron esquivos.

La relación con los productores y comerciantes continuará siendo de desconfianza pero el objetivo de Carlos Rovira es no perder la influencia conseguida desde que en 1995 asumió como intendente de Posadas y planteaba que él era lo nuevo.

Como si Sarmiento no hubiera escrito el Facundo o ya nadie lo leyera, Rovira intentará cambiar para que nada cambie y para no perder la influencia y los millones que le permiten volar por Europa por una tarifa de 200.000 dólares como si fuera el CEO de una multinacional o una estrella de rock and roll que factura fortunas.