La perspectiva de seis años más en el poder para el presidente ruso Vladimir Putin probablemente signifique que no disminuirán las tensiones nucleares con los Estados Unidos, mientras se acaba el tiempo para el último tratado restante que limita el número de de ojivas que cada bando puede desplegar. 

Putin se jactó desde que lanzó su invasión de Ucrania en 2022 de que Rusia tiene las armas nucleares más avanzadas del mundo y advirtió que podría acabar con cualquier agresor. 

El lunes, tres días después de anunciar que se presentaría a la reelección en marzo, presidió una ceremonia de izamiento de bandera para dos nuevos submarinos, incluido el emperador Alejandro III, que el mes pasado probó un misil balístico intercontinental Bulava con capacidad nuclear. 

Si bien niega que Moscú esté "blandiendo" armas nucleares y resistiéndose a los llamamientos para adoptar una doctrina más agresiva sobre su posible uso, puso sus fuerzas nucleares en alerta elevada y anunció el despliegue de misiles nucleares tácticos en Bielorrusia, su vecino y aliado.

El mes pasado firmó una ley que revoca la ratificación por parte de Rusia del tratado global que prohíbe las pruebas nucleares, aunque Moscú dice que lo hará. 

Plantea no llevar a cabo una prueba, que sería la primera desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, a menos que los Estados Unidos lo haga.

El líder del Kremlin no tiene interés en hablar con Washington sobre la reducción del riesgo nuclear, plantearon analistas citados por la agencia de noticias Reuters.