En una nueva avanzada contra la iglesia católica, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ordenó este miércoles disolver la orden jesuita, la misma del Papa Francisco, y además confiscó todos sus bienes.

"Corresponderá a la Procuraduría General de la República realizar el traspaso de estos bienes muebles e inmuebles al Estado", aseveró la ministra de Gobernación, María Amelia Coronel, encargada de ejecutar la cancelación de la personería jurídica de la Compañía de Jesús en el país centroamericano.

Se trata de un nuevo golpe contra los jesuitas, pero también contra el Papa, quien desde hace varios meses pidió por la liberación del obispo Ronaldo Álvarez, quien está detenido desde hace un año y medio por sus críticas hacia el régimen gobernante.

El Santo Padre había calificado al gobierno de Ortega como una "dictadura grosera, con tintes de dictadura comunista e incluso hitleriana".

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Además, las autoridades nicaragüenses tomaron por la fuerza las instalaciones de la Universidad Centroamericana (UCA), una de la más prestigiosas de la región, intervino sus cuentas bancarias, y también expulsó a los religiosos que vivían en sus instalaciones.

La fiscalía, por su parte, acusó a la UCA de ser un "centro de terrorismo", encargado de organizar "grupos de delincuentes".

"La confiscación de la UCA es el precio por la búsqueda de una sociedad más justa y por proteger la verdad y la libertad del pueblo", respondió la Compañía de Jesús a través de un comunicado.

Este episodio se dio en el marco de una avanzada del gobierno de Ortega contra la iglesia católica y el Vaticano, a la que acusó a principios de este año de ser una "mafia", y criticó a sus altos mandos por vivir en el lujo y la riqueza.