El conflicto entre Rusia y Ucrania, más allá de las pérdidas sociales y económicas, está teniendo consecuencias en el plano cultural y del entretenimiento. Luego de que se diera a conocer la postura de Disney, Warner y Sony de no estrenar sus nuevas producciones -Red, The Batman y Morbius, respectivamente- en el país gobernado por Vladimir Putin, importantes festivales de cine comunicaron contundentes medidas para expulsar a los trabajadores rusos.

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"Hemos decidido, excepto que se detenga la guerra de agresión con unas condiciones satisfactorias para el pueblo ucraniano, de no acoger a las delegaciones oficiales procedentes de Rusia ni aceptar la presencia de ninguna instancia relacionada con el gobierno ruso", reza el comunicado oficial que difundió el Festival de Cannes, que se realizará entre el 17 y 28 de mayo.

Por su parte, los organizadores del Festival de Cine de Estocolmo decidieron no proyectar ninguna producción rusa hasta que no cese la guerra. Mientras que el Festival de Glasgow tomó la decisión de sacar de su lista dos películas rusas, argumentando que más allá de la postura de los realizadores de ambos títulos, "sería inapropiado proceder normalmente con estas proyecciones en las circunstancias actuales". Esta actitud fue replicada por otras exhibiciones, como el festival francés Cine Manía, en el que Rusia siempre se posicionaba con uno de los grandes compradores de series y películas extranjeras, de manera que podría tener consecuencias económicas directas.

Estas medidas fueron rápidamente repudiadas por la industria audiovisual rusa, que publicó una carta abierta a través del portal Variety. "La necesidad de que Europa haga una declaración clara en contra de la guerra es comprensible y necesaria. Sin embargo, prohibir que todos los/as rusos/as participen en los principales eventos culturales no sólo es inútil, es dañino. Cientos de miles de trabajadores/as rusas/os han estado abiertamente en desacuerdo con la decisión del gobierno de iniciar una guerra: condenan sus acciones, van a las protestas, apoyan a Ucrania, corren el riesgo de ser condenados por traición. Casi todos ellos/as no votaron por Putin", manifestaron y aseguraron que de esta manera, Europa Occidental está censuran "la voz de protesta" de su país, que buscan detener la guerra.

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En el ambiente musical, también surgieron polémicas, ya que el director de orquesta Valery Gergiev fue despedido de la Scala de Milán y la Filarmónica de Múnich por no condenar la invasión rusa. Y un detalle no menor es que es amigo de Putin, al igual que la soprano Anna Netrebko, quien sí repudió el accionar del gobierno ruso y decidió dejar de cantar temporalmente, pero la Ópera de Zúrich se anticipó y canceló su presentación de Macbeth antes de que anunciara su receso. Por otra parte, los artistas plásticos Alexandra Sukhareva y Kirill Savchenkov y el curador Raimundas Malašauskas no participarán del pabellón ruso del Bienal de Venecia, que permanecerá cerrado.