Rodolfo Valss: "Cuando me subo al escenario soy feliz, a pesar del miedo y la inseguridad"
Con 40 años de trayectoria, el cantante y actor admite que todavía lo invade el pánico antes de salir a escena, pero una vez que lo hace, se siente en su lugar en el mundo.
El escenario es su lugar. Lo supo durante su juventud, cuando arriesgó un trabajo seguro y una carrera universitaria para dedicarse al arte y lo reafirma cada vez que sale a escena. Incluso, luego de tres años en los que estuvo alejado de las tablas a raíz de la pandemia de Covid-19. Y desde el jueves 5 de mayo, Rodolfo Valss se reencuentra con su gran amor los jueves a las 20 en el teatro Border, donde presenta Un ritual, un espectáculo con el que celebra sus 40 años de carrera, acompañado por el maestro Hernán Matorra.
"Es la segunda o tercera vez en mi vida que hago algo solo. En mis inicios, creo que hice dos presentaciones en algún pub o club, pero después empecé a trabajar en musicales, acompañado por la orquesta, los bailarines, actores, cantantes, entonces te sentís acompañado aunque cantes solo. Ahora es distinto, porque el que tiene que llevar adelante el espectáculo soy yo", manifiesta el reconocido actor y cantante.
Como uno de los grandes representantes del género musical, participó en obras como El diluvio que viene (1980/1983/1988); Annie(1983); La mujer del año (1980); Tango, Tango (1988); La Bella y La Bestia (1998/1999); Los Miserables (2000); Chicago (2001); Te quiero sos perfecto, cambiá (2004); El hombre de la mancha (2005/2006); Eva, el gran musical argentino (2008/2009) y Sunset Boulevard (2018), entre otros. Y a pesar de su vasta experiencia, confiesa que le resulta inevitable sentir cierta inestabilidad antes de presentarse ante su público. "Soy recontra inseguro. Antes de salir al escenario me quiero ir, me quiero matar, digo: '¿por que elegí decir esto?' Después lo disfruto mucho, pero el antes es terrible", cuenta entre risas.
-Llevás cuatro décadas trabajando como artista y además contás con el reconocimiento de pares y del público, ¿por qué seguís sintiendo ese miedo?
-Creo que el día en el que a los artistas se nos vaya ese miedito, nos dedicamos a hacer empanadas. Fritas o al horno, como sea (se ríe). Ese miedo es la electricidad que te da para salir con más fuerza. En mí va a estar siempre. Imaginate que en mi último trabajo lo hice con Valeria Lynch, que es una en un millón, y antes de salir al escenario está nerviosa, se frota las manos, se persigna... creo que la inseguridad es una cosa común, por más que lo hayas hecho durante 20, 30 o 40 años.
-Quizás es el motor para ser detallista y así, alcanzar niveles de excelencia.
-Puede ser. Yo te aseguro que relajado no soy, vivo en una neurosis. Tengo buena onda, buen humor y soy muy querido, algo que me emociona, no es que sea un perfeccionista maleducado o irrespetuoso. ¡Nada que ver! Pero internamente estoy pensando en que salga todo bien como lo pensamos, como está ensayado, que nada falle.
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-¿Influye en los nervios haber pasado tres años lejos de los escenarios?
-¡Un montón! Cuando me subí por primera vez al teatro Border, una piernita me hizo un tembleque. Lo hablé en terapia, porque inconscientemente mueve muchas cosas volver al lugar en el que trabajé, viví, disfruté, hice lo que me gustó. Porque de pronto me sacaron todo lo que me gusta y ahora vuelvo, no es poca cosa.
-¿Tenías pensado hacer un espectáculo por tus cuatro décadas de carrera o fue una propuesta que te sorprendió?
-Tuve la suerte de que me contactara Fundación Fábrica de Artistas, que busca la inclusión en el arte. Ellos apostaron en mí y estoy contento porque ya está todo sold-out. El show surge de anécdotas reales, como mi primera canción, cuando decidí hacer musicales, cuando conocí a tal personaje muy famoso, pero no voy a cantar ningún musical. Voy a hacer mi propio musical con mi vida.
-¿Va a haber alguna canción compuesta por vos?
-¡Nooo! No puedo escribir ni un mail, no nací con ese don. Pero voy a mezclar jazz, tango y distintas canciones que tuvieron que ver con mi vida. Dura 70 min y los textos son improvisados, sin salir de la verdad.
-¿Fue difícil elegir los momentos más representativos de estos 40 años?
-No, porque yo me acuerdo de los momentos electrizantes, como la primera audición, la primera obra, de todo. No fue difícil.
-Vos empezaste en el musical cuando no era un género popular, ¿cómo lo viviste?
-Empecé a los 20 y jamás pensé si había laburo. Yo estaba trabajando en una empresa muy importante, con un sueldo seguro y cuando me salió un papel en El diluvio que viene, dejé la oficina. Había una parte mía que confiaba en que después vendría otro espectáculo, así que no fue un problema para mí que no fuera un género tan explorado. Tuve esa dicha de hacer lo que me gustara y de trabajar sin parar. También pude hacer los mejores musicales de Broadway, que ahora es imposible hacer.
-Más allá de tu vida de oficina, tenías una formación de conservatorio. No eras un improvisado.
-Sí, yo estudiaba en el conservatorio en paralelo con Medicina. En las clases de Anatomía me la pasaba haciendo chistes, escenas, me escapaba al aula magna a escuchar conciertos. Estaba claro que no era una carrera para mí, pero tuve la dicha de tener un padre que se dio cuenta de que estaba muy cansado y me impulsó a hacer feliz haciendo lo que quisiera. Al día siguiente, me despedí de mis compañeros de la facultad, que no lo podían creer, y seguí con la música. Mi padre creía más en la felicidad que en un papel colgado en la pared.
-¿Encontraste la felicidad en tu carrera?
-Absolutamente. Desde el momento en el que me subo al escenario soy feliz, a pesar del miedo y la inseguridad. El escenario es mi lugar. En mis clases es lo mismo, porque sigo aprendiendo.
-¿Que hiciste en estos tres años en los que no pudiste actuar?
-Di clases y gracias a Dios, ninguno de mis alumnos dejó de tomarlas. Trabajamos muy bien por internet y les digo que me salvaron la vida, porque no sé hacer nada más que esto. La gente tiene la fantasía de que podemos vivir 10 años sin hacer nada, pero nada que ver. Los ahorros se van inmediatamente y haber tenido la posibilidad de que mis alumnos siguieran trabajando a pesar de que no fuera presencial, hizo que pudiera vivir, comer y mantenerme activo.
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-Más allá de todo lo que has hecho, tu voz marcó uno de los grandes hitos de la televisión como Gran Hermano. Se rumorea que Telefe va a hacer una nueva temporada, ¿te convocaron?
-No me llamaron todavía y si no hicieran, no sé qué respondería. Hice muchos realities, como Operación Triunfo, donde fui coach y director de la academia, también hice Talento argentino y Gran Hermano fue diferente. Necesitaban un actor para poder sobrellevar las diferentes situaciones que surgían y aprendí a improvisar de una manera increíble. Durante muchos años estuve ahí. Fue una experiencia muy positiva.
-¿Estabas siempre en el confesionario?
-No, mi camarín era al lado. La gente fantasea con que estaba todo el día ahí, pero no (se ríe).