Este fin de semana, Luisa Delfino festeja los 30 años de Te escucho, su íconico programa que hace en Radio Rivadavia los domingos de 00 a 02. "Estoy muy contenta", manifestó en diálogo con Cristina Pérez en Cristina sin vueltas. Además, recordó cómo fue que empezó este proyecto que marcaría la historia de la radiofonía argentina y las condiciones de su personalidad que hicieron propicio un espacio en el que los oyentes pueden hablar de lo que quieran.

LEE MÁS: Luisa Delfino regresa a Radio Rivadavia con 'Te escucho'

"Desde adolescente tenía esa predisposición para escuchar y repreguntar. En general, en la adolescencia cuando uno cuenta algo, sobre todo de algún 'noviete', todo el mundo quiere contar lo propio y yo repreguntaba: '¿Dónde lo conociste? ¿Cómo pasó?.Siempre tuve esa cosa de querer saber más de lo que me estaban contando y no meter lo mío, tal vez porque lo mío no era tan interesante", recordó con humor.

Además, señaló que "en el día a día, no estamos tan acostumbrados a escuchar", pero que desde el momento en el que se propuso hacer radio, pensó en un ciclo como el que lleva adelante hace tres décadas. "Siempre quise hacer un programa así y cuando me propusieron hacer un ciclo que tenía que ver más con lo sentimental, propuse hacer Te escucho, que ya lo había registrado, lo tenia en la cabeza sabía lo que quería hacer", precisó.

Y recordó cómo cambió su vida tras su experiencia como oyente de radio. "Lo mío fue casi una casualidad. Yo quería hacer un programa en el que hablaran los oyentes y no fue mi idea, ya lo había hecho antes el Negro Guerrero Marthineitz. Yo lo había escuchado, era maestra rural, tenía 18 años, yo estaba tejiendo a la tarde y el dice: '¿Cómo va ese tejido?'. Yo estaba en el medio del campo y pensé que me estaba hablando a mí", rememoró.

LEE MÁS: Marcelo Figoli: “Rivadavia es la radio más querida por los argentinos, esa historia hay que honrarla”

En consecuencia, organizó un viaje a Buenos Aires junto a una amiga para conocer personalmente a Guerrero Marthineitz. "Lo conocimos, nos hizo entrar, me hizo hablar de los chicos, de la escuela. Fue una gran conexión y con los años entendí lo que había pasado ahí: él había hablado y yo había escuchado un mensaje que no era para mí, era para cualquier persona que estuviera tejiendo. Él me dijo: 'Si vos querés trabajar en esto que te gusta tanto, tendrías que venir a vivir a Buenos Aires', entonces simplemente escuché un consejo, él no me facilitó nada ni me dio ningún contacto", detalló.

Lo más curioso es que el día de su debut, más allá de estar segura de lo que quería hacer, Luisa se enfrentó a la incertidumbre de no saber cómo reaccionarían los oyentes. "El primer programa estaba nerviosa, tenia miedo de que nadie llamara y hasta dejo a tres amigos en línea por temor a que nadie se comunicara", reveló. Lo cierto es que la historia demostró que la conductora no tenía por qué tener miedo y la historia continúa.