Se trataba de una de las intérpretes más prometedoras de la industria cinematográfica. Su carrera comenzó de muy joven, al participar en el drama One Life to Live, y a partir de allí saltó a la fama. Se convirtió en una de las caras más conocidas de Disney y del cine adolescente. Pero la estrella se fue apagando cuando conoció el lado oscuro de las drogas.

“Estaba en la cima del mundo y lo arruiné”, expresó. Y agregó que estuvo años luchando contra su adicción, sumada a una profunda depresión que sintió luego de tener a su única hija, Kaya (7).

Para poder superar esta etapa, la actriz pasó por una terapia exhaustiva hace un año. “Me esforcé mucho y tenía que estar dispuesta a ser increíblemente honesta”, confesó.

“Hubo muchos altibajos en mi camino hacia la sobriedad”, aseguró. Y añadió: “Pero no me arrepiento ni siquiera de las cosas feas que me han pasado y de las que he sido responsable. Me siento increíblemente realizada y siento que tengo una segunda oportunidad”.

La actriz tuvo problemas con los opiáceos, los cuales consumía desde sus 15 años. Luego, llegó la adicción al alcohol: “Lo que me salvó es que no podía estar drogada ni borracha trabajando en el plató”, recalcó. En ese entonces, se había convertido en una de las actrices jóvenes más buscadas en la industria. 

“En el set, mi vida parecía ordenada, pero cuando me iba del estudio, las cosas se salían de control. Y a medida que crecí, las drogas y el alcohol se convirtieron en algo sin lo que casi no podía vivir”, se sinceró al respecto. 

Para 2014, cuando interpretó otro de sus roles más conocidos (el de Juliette Barnes en Nashville), quedó embarazada. Si bien los creadores de la serie lograron que la joven siguiera en la ficción, el problema no ocurrió durante el embarazo sino después.

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En esos nueve meses aseguró no haber bebido alcohol, pero después del parto las cosas se complicaron: “Sólo había este color gris en mi vida”. Y los problemas de pareja comenzaron: “Él no quería estar cerca de mí. Y yo, a través de los opiáceos y el alcohol, lo que intentaba era sentirme feliz por un momento. Claro que después me sentía aún peor que antes. Estaba en un ciclo de autodestrucción”.

La joven tuvo que ser internada con un cuadro de ictericia. “Los médicos me dijeron que mi hígado iba a fallar. Ya no era una joven de 20 años que podía recuperarse”, recordó. Allí ingresó a rehabilitación y estuvo internada por ocho meses. 

“Es una elección de todos los días, y me controlo todo el tiempo. Pero estoy tan agradecida de ser parte de este mundo nuevamente”, finalizó.