La era del post fútbol
Lo que pasa durante los 90 minutos dentro de un campo de juego, ya poco importa. Parece ser que lo trascendente está en otra parte.
El viernes, en el programa radial “Que vuelvan las ideas” por Radio AM La990, conversábamos Pablo Caruso y Néstor Restivo sobre las alternativas de la fecha que se había jugado entre semana. El triunfo de Central, los empates de Racing y San Lorenzo, el triunfo de River ante Gimnasia, la nueva derrota de Independiente, los momentos de Atlético Tucumán y Argentinos y otras cuestiones.
De pronto, ante un comentario de Pablo sobre el buen ingreso de Solari en River, tuve una revelación (tampoco lo puedo llevar a la categoría de epifanía porque sería demasiado): estábamos hablando de fútbol, liso y puro, y no de la conferencia de prensa de Gallardo e Ibarra o del aguante de las hinchadas o de los conflictos de tales o cuales jugadores.
Lo que para muchos puede ser una obviedad, no lo es. No hay más que mirar cualquiera de los programas de ESPN que empiezan con “F” o lo que pasa en ese show eterno de TyC Sports, en donde cambian los periodistas pero el programa, el decorado y la temática siguen siendo las mismas, para darse cuenta de que ya no importa demasiado que los jugadores corran atrás de una pelota, una gran atajada, un pase encantador o un golazo fantástico. Lo importante, lo que garpa, lo que suma rating, está por fuera del rectángulo de juego. O por lo menos eso es lo que creen los productores de ese tipo de programas más allá de que lo que más les sigue “midiendo” es cuando hay partidos. Y entonces los debates están enfocados en sobreinterpretar qué y por qué dijo esto o aquello Gallardo o cuál fue el mensaje que Insúa le envió a la vapuleada dirigencia de San Lorenzo o si Ibarra se siente cómodo en este nuevo rol de entrenador y cómo es su relación con el Consejo de Fútbol, que a esta altura ya se transformó en un organismo autárquico que tiene vida por afuera del club Boca.
Mi amigo Fabián Mauri hace años que viene alertándonos, aún desde las épocas en donde la Revista Un Caño todavía existía, que estábamos yendo lentamente hacia una a nueva categoría del fútbol que él definía como el “postfútbol”, que es algo así como es el “Multiverso” de Marvel para el “Universo” que todos reconocemos: el “Multiverso” son muchos universos parecidos al nuestro, pero corren por carriles paralelos y algunas veces, pese a que son distintos o deforman la realidad, nunca terminan de ser desconocidos ni dejamos de sentirlos e identificarlos como propios. Los que no siguen la saga de las películas de Marvel seguramente no van a entender un "joraca" de lo que les estoy diciendo, pero prefiero correr ese riesgo. El secreto, en definitiva, es que nos entregan algo parecido al fútbol pero en realidad es otra cosa “pariente”, pero como nosotros estamos ocupados con asuntos más importantes y urgentes, nos dejamos llevar hacia lugares menos atractivos pero parecidos a los que conocíamos hace algunos años.
En el postfútbol, los temas más ordinarios (por corrientes y no por vulgares) ya no nos remiten a hablar de tal o cual jugador o de tal o cual jugada. El simpatizante de fútbol se fue alejando de ese lugar y se acercó mucho más a lo que pasa entre que el árbitro decreta el final de un partido y pita para arrancar el próximo. Los 90 minutos, según el caso, serán una interpretación de esa olimpiada (los cuatro años que transcurren entre un Juego Olímpico y otro): la declaración de un jugador, si hay divisiones en el grupo, si el entrenador está triste o contento, si hay un pase –venta o compra de un jugador; da igual–, si fulano de tal sale con una modelo, si arregló el contrato o no, si el periodista de turno está enojado con un entrenador o con un jugador y la mar en coche… pero todo fuera de la cancha. O sea, el “Multiverso”, pero en este caso con una acepción diferente a la utilizada líneas arriba.
Antes del nacimiento del postfútbol los hinchas no sabíamos mucho de lo que pasaba durante la semana. A lo mejor si alguna estrella se lesionaba, esperábamos con cierta ansiedad del parte médico para saber si iba a jugar el domingo. Pero del resto, poco y nada. Alguna que otra vez se hablaba de “camarillas” pero era muy raro. Tengo una imagen muy vívida de la expectativa que tenía cuando la "Voz del estadio" anunciaba la formación de San Lorenzo, porque no tenía ni la más remota idea de quién podía jugar. Desafío a los lectores post 40 años a que hagan memoria. Estoy casi seguro de que me van a dar la razón.
¿Podemos decir entonces que el fútbol, tal como los concebíamos antes, está muerto? Y… más allá de algunos focos de resistencia, se podría decir que sí. Que de un tiempo a esta parte nació otra forma de verlo, de recibirlo y de apreciarlo; la que a mí no me gusta en lo particular, pero que tampoco podemos ser tan vanidosos de sentenciar que es peor. Es distinta, sí. Y parece ser que muchos la eligen.
La llegada del VAR, que yo celebré inicialmente pero que lentamente me está llevando a revisar aquella opinión inicial, está en línea con los postulados del postfútbol. Porque ya ni siquiera durante los 90 minutos la acción se circunscribe a lo que pasa dentro del campo de juego. Resulta que ahora los futbolistas teatralizan acciones para que los jurados de Tinelli… ah… no, perdón… para que los señores del VAR se convenzan de que una acción fue penal o merece la sanción de una roja para el futbolista adversario. Y aquí sí, debo decirlo, ya este asuntillo me parece excesivo.
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