Insua, en estado de gracia
El entrenador de San Lorenzo cumple un año al frente del equipo. Posee una característica curiosa: acierta incluso cuando se equivoca.
Ruben Darío Insua sin dudas le cambió el rostro a San Lorenzo no sólo en lo deportivo sino en lo institucional. Con sus buenos resultados, los humores cambiaron en el club, más allá de que todavía se escuchan gritos hostiles hacia los dirigentes y se reclama elecciones, las que se harán en diciembre.
Pero el rol del Gallego fue casi mágico. Sacó al equipo de la depresión, consolidó a Augusto Batalla en el arco, inventó a Malcom Braida como lateral volante, recuperó al "Perrito" Nahuel Barrios como un jugador vital, bancó los trapos con Federico Gattoni cuando la cosa se había puesto brava… Y le dio paz a un club que venía muy pero muy golpeado desde la defección de Marcelo Tinelli como presidente, primero para irse a conducir en la televisión y luego definitivamente cuando las cosas no iban ni para atrás ni para adelante.
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Entre Horacio Arreceygor y Matías Lammens trataron de capear el temporal cascoteados de todos lados y ambos enderezaron el barco, algo que no habrían podido hacer sin el invalorable aporte del "Gallego" Insua.
Sin embargo, Insua no acierta siempre. Es más: se equivoca seguido pero el empuje de los buenos resultados hace que esas falencias no queden en evidencia. San Lorenzo, por ejemplo, ha construido su fortaleza desde la debilidad; desde la certeza de que tiene un plantel mediocre y que por eso juega a lo que puede y obtiene mucho más de lo que está llamado a ganar. Eso no nos parece demasiado real. San Lorenzo no tiene menos que 24 equipos de Primera, exceptuando a Boca, River y Racing. Es más: tiene mejor plantel que esos 24 equipos por lo que debería darle un salto de calidad a su juego para no siempre andar rascando el fondo de la olla.
Ahí está tal vez la mayor crítica que se evita hacerle a Insua: la propuesta poco ambiciosa. Que el concepto de empatar primero para recién después pensar en ganar, se sostenga cuando se juega con River, Boca, Racing, Sarmiento, Platense o con cualquier otro equipo. Sea mejor o peor individualmente que su adversario, la idea no cambia, lo que muchas veces es una fortaleza pero al mismo tiempo se convierte en una debilidad porque San Lorenzo es un equipo que nunca va a sorprender. Gana 1-0, empata 0-0 o pierde 1-0. Un resultado por fuera de estos tres es una anomalía.
Jugó 20 partidos en el año: siete terminaron 1-0; uno, 0-1; y cinco, 0-0. O sea 13. Los otros siete fueron por otros resultados, pero en todos ellos pasaron cosas raras que permitieron que la matriz se rompiera.
Y entonces hay que abordar el juego de San Lorenzo y las elecciones del "Gallego", siempre haciendo la salvedad de que no conocemos el día a día del plantel (lo que condiciona la opinión) y sólo conjeturamos a partir de lo que vemos en la cancha. Y ahí surgen varios misterios que agobian a los simpatizantes de San Lorenzo, entre los que me incluyo:
1) ¿Por qué juega siempre Adam Bareiro como titular?
Bareiro es un centrodelantero insólito: no maneja casi ninguno de los conceptos del fútbol. No cabecea bien, no sabe bajar pelotas para sus compañeros, no puede aguantar el balón cuando recibe de espaldas, no sabe gambetear, no es preciso para dar pases a los costados, no es un goleador letal, no le pega bien a la pelota parada… y podríamos seguir dos o tres meses más explicando por qué debería ser suplente.
Pero hay dos condiciones que le juegan a favor: el paraguayo se autopercibe un fenómeno y deja la piel en la cancha; y para el entrenador esas virtudes son suficientes para relegar a Nicolás Blandi (no hay ninguna razón que explique por qué juega tan poco salvo que esté roto), a Iván Leguisamón como punta, a Andrés Vombergar, en una función más lógica como centrodelantero; o incluso para recurrir a algún pibe de inferiores que haga algo distinto de lo poco que ofrece Bareiro. Pero el que juega siempre es Bareiro y San Lorenzo gana.
2) ¿Por qué Agustín Martegani es el último en entrar en los partidos y el primero en salir?
Martegani es por lejos el jugador con mejor pie del equipo. Tiene gambeta, desequilibra, le pega bien a la pelota parada, sabe filtrar pases como pocos y es una excelente compañía para Barrios, que sin lugar a dudas es el jugador más desequilibrante del equipo. Pero Martegani no tiene continuidad. Y la explicación es que Insua quiere jugadores que se raspen el culo para recuperar, algo que Martegani no hace con demasiada convicción. Igual, debería jugar. Pero el Gallego no le da continuidad. Y San Lorenzo gana.
3) ¿Por qué juega la "Roca" Carlos Sánchez como volante central y Jalil Elías baja al lateral?
Otra de las decisiones del Gallego Insúa que no se entienden. Tiene a Agustín Giay (ahora en el sub 20) y a Gonzalo Luján para cubrir el puesto de lateral derecho o volante derecho, depende de si el equipo tiene la pelota o no. Pero prefiere bajar a ese lugar a Jalil Elías y disponer de la "Roca" como volante central cuando la prestación de uno y otro en ese sector en notablemente favorable para Jalil. Pero la "Roca" es el 5 e inexplicable San Lorenzo gana igual.
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Está claro que la propuesta futbolística de Insua va por el lado defensivo; pero tiene otro agregado. Posee una condición difícil de encontrar en el fútbol: hace que sus rivales caigan en sus redes y los afea, los hace jugar mal, los desaliña, los ensucia. Los partidos de San Lorenzo, por lo general, son aburridos, chatos, con pocas situaciones de gol. Y San Lorenzo saca oro en ese contexto. Es tan marcado esto que digo que estoy convencido de que lo conseguiría aun jugando contra el Manchester City. Y por eso San Lorenzo gana y, en el peor de los casos, empata.
Allá por 1974, San Lorenzo era dirigido por Osvaldo Zubeldía en el Nacional. El equipo era bastante parecido a este: jugaba feo, pero ganaba. En el octogonal final, jugó siete partidos de los que ganó cinco y empató y perdió uno. Fue primero con un punto de ventaja sobre Rosario Central con 11 goles a favor y ocho en contra.
El equipo formaba con: Anhielo; Telch; Glaría, Piris, Olguín, Villar; Chazarreta, Cocco, Beltrán; Scotta y Oscar Ortiz. Y la gente gritaba: “No tenemos delanteros, no tenemos delanteros; no tenemos defensores, no tenemos defensores; no tenemos un caraaaaaaajo… pero igual somos campeones”. Es un grito de guerra que tranquilamente se podría entonar para calificar a este sorprendente San Lorenzo del "Gallego" Ruben Darío Insua.