El entrenador de Boca, Jorge Almirón, tendrá este sábado la oportunidad histórica de conseguir la séptima Copa Libertadores de la institución y de blindarse frente a los cuestionamientos por el juego de su equipo y la ausencia de grandes resultados.

Es que el técnico, pese a haber llegado a la instancia decisiva del certamen continental, no cuenta con estadísticas favorables desde su llegada al club: disputó 42 partidos de los cuales ganó 17, empató 13 y perdió los 12 restantes.

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Lo llamativo es que el "Xeneize" no solo se encuentra en la final de la Libertadores, sino que también jugará las semis de la Copa Argentina. La explicación tiene nombre y apellido: Sergio "Chiquito" Romero, el arquero que se agigantó una y otra vez en los penales para mantener con vida a su equipo en las dos competencias.

Donde Boca jamás pudo encaminar el rumbo fue en la Copa de la Liga, ya que se ubica décimo en la Zona B con once puntos, a cinco de los puestos de clasificación a la próxima fase.

El conjunto de Almirón, que viene de empatar sin goles con Estudiantes de La Plata, ganó solo tres encuentros, empató dos y cayó en seis oportunidades en el torneo local, por lo que su suerte en la Libertadores, el principal anhelo para el club y sus hinchas, será determinante en el futuro del director técnico.

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"Estamos todos con muchas ilusiones y deseos de ganar. Al hincha no se le puede prometer nada, solo que estoy seguro que el equipo va a dejar todo porque los jugadores están enfocados en hacer un gran partido. Ojalá que se pueda dar algo histórico”, expresó el entrenador en su última aparición pública.

Por otra parte, será su segunda experiencia en busca del título más importante de América, dado que en 2017 llegó a la misma instancia durante su ciclo en Lanús pero Gremio lo privó de alzar la copa.