Slow Food: el movimiento global para una alimentación sustentable
Está presente en 160 ciudades del mundo con más de un millón de activistas con un mismo objetivo: crear un cambio profundo y duradero en el sistema alimentario. Dialogamos con Patricio Alfaro, médico, cocinero y uno de los representantes de Slow Food Mar del Plata.
Contra el avance de las llamadas “comidas rápidas” (Fast Food), en la década del 80 nació en Italia el llamado “Slow Food”, un movimiento que se originó para oponerse a la mercantilización de los alimentos –y del tiempo cada vez más acelerado en su producción, intercambio y consumo-, para revalorizar el rol cultural que tienen los alimentos dentro de una comunidad y para destacar el impacto que la alimentación tiene en la salud humana y en el medioambiente.
Actualmente, Slow Food está presente en más de 160 ciudades de todo el mundo con más de un millón de activistas. En Argentina también tiene sus bases con representantes en las principales ciudades, como ocurre en la ciudad de Mar del Plata, donde el movimiento está representado y coordinado por Patricio Alfaro, Yanina Cremasco y Juan Gualdoni.
Para conocer las bases del movimiento Slow Food en el país, NA dialogó con Patricio Alfaro, cocinero, médico y creador del Proyecto Viralata, una iniciativa gastronómica fuertemente vinculada con la salud integral y la búsqueda por la auto sustentabilidad como medio de producción.
Lo primero a saber: La misión del movimiento Slow Food es ambiciosa pero posible, ya que busca concientizar a las personas y a las comunidades a que generen cambios con impacto positivo a través de alimentos. Y para eso, los alimentos deberán ser “buenos, limpios y justos para todos”. ¿Qué significa?
Bueno: Alimentación sabrosa y fresca de temporada que satisfaga los sentidos y forme parte de la cultura local.
Limpio: Producción y consumo de alimentos que no perjudiquen el medio ambiente, el bienestar animal o la salud humana.
Justo: Precios accesibles para los consumidores y justas retribuciones para los productores.
“Con proyecto Viralata fuimos convocados por Slow Food gracias a nuestro vínculo directo con la gastronomía y la salud integral y, al mismo tiempo, para visibilizar y fomentar la red vincular existente entre los productores de alimentos, los cocineros y el municipio de General Pueyrredón, en pos de promover la alimentación saludable desde Mar del Plata hacia el resto del país”, detalla Alfaro.
Asimismo, cuenta que (desde Proyecto Viralata y ahora también desde Slow Food Mar del Plata), “se evalúa y promueve el impacto que tiene en la salud el consumo de todo el sistema alimentario; se promueve la sostenibilidad de los productos alimentarios en armonía con el medioambiente y se busca generar redes vinculares entre productores y consumidores sin intermediarios”.
Por su pasado como médico, Alfaro considera que fue convocado por el movimiento para hacer aportes desde diversas áreas de conocimiento -y experiencia- siempre con el mismo fin: el cuidado de la salud.
Entre los pilares que se buscan potenciar desde los talleres, workshops y las múltiples instancias de encuentro con la comunidad, Alfaro destaca el lugar que se le otorga “a la revalorización de las culturas gastronómicas de cada lugar y el cuidado de las tradiciones, a la recolección y cuidado de las semillas, a la cultura regenerativa vinculada a la producción de alimentos –en el mercado de la carne, por ejemplo, se busca que los animales provengan de granjas o sitios de pastoreo y no de Feedlot granjas industriales-, y así también a la pesca artesanal o Slow Fish”.
Orígenes del movimiento
Slow Food nació en Italia en 1986, después de una manifestación que tuvo lugar en las proximidades de un McDonald’s, ubicado en la Plaza de España en la ciudad Roma.
Según indican en el sitio oficial Sloow Food internacional, el movimiento fue fundado por Carlo Petrini y por un grupo de activistas con el objetivo inicial de defender las tradiciones regionales, la buena alimentación, el placer gastronómico, siempre en el marco de un ritmo de vida lento. En las últimas décadas el movimiento se expandió por todo el mundo. Actualmente existe proyectos y agrupaciones que representan los pilares de Slow Food en más de 160 ciudades del mundo.
Desde que se creó, los objetivos se mantienen intactos: “se busca reconocer las fuertes relaciones existentes entre nuestros alimentos, nuestro planeta, las personas, la política y la cultura”, indican en el sitio oficial.
En lo que respecta a Slow Food Argentina, a través de un comunicado oficial indican que el movimiento “existe para facilitar y aumentar el compromiso individual en el movimiento, organizar encuentros de la red Slow Food, dirigir campañas para difundir el mensaje de Slow Food y crear solidaridad a través de asociaciones con entidades organizativas tanto internas como externas a la red Slow Food”.