El huevo es uno de los alimentos más populares de Argentina y se puede comer en varios momentos del día: en el desayuno con tostadas, durante el almuerzo con arroz o a la noche con papas fritas o en una tortilla. 

En la víspera del Día Mundial del Huevo, que se celebra el 11 de octubre, se conoció el dato de que un argentino consume en promedio 350 huevos por año y que el huevo frito, plato tradicional por excelencia en la cocina nacional, se puede cocinar con agua. 

También es importante saber que se deben tener ciertos cuidados a la hora de manipular y cocinar los huevos con el objetivo de evitar errores comunes que pueden generar malestares. 

Romper los huevos en el borde del recipiente

Uno de los errores más frecuentes al cocinar con huevo es romperlo en el borde de un bol o sartén. Aunque parece una práctica rápida y sencilla, aumenta las probabilidades de que pequeños fragmentos de la cáscara caigan en la comida. Además, puede introducir bacterias desde el exterior del huevo hacia el interior. La mejor técnica es romper el huevo en una superficie plana y luego verterlo cuidadosamente en la sartén. 

No cocinar el huevo completamente

El huevo crudo o poco cocido puede contener bacterias, especialmente la salmonela, que puede causar intoxicación alimentaria. Aunque algunas personas prefieren las yemas líquidas en platos como huevos fritos o tortilla de papas, es fundamental asegurarse de que estén cocidos adecuadamente para reducir el riesgo de enfermedades. En el caso de preparaciones como mayonesas caseras o salsas que requieren huevo crudo, se recomienda usar huevos pasteurizados.

Dejar los huevos a temperatura ambiente 

Muchos desconocen la importancia de mantener los huevos siempre refrigerados. Dejarlos a temperatura ambiente durante largos periodos puede favorecer el crecimiento de bacterias. Los huevos deben conservarse en la heladera a una temperatura de 4°C o menos, y es recomendable mantenerlos en su caja original para evitar que absorban olores de otros alimentos.

Usar huevos con cáscaras rotas o sucias

La cáscara de los huevos es una barrera natural que protege su contenido. Si está rota o sucia, las bacterias pueden entrar fácilmente y contaminar el huevo. Por eso, es vital descartar cualquier huevo con cáscara dañada y evitar lavarlos antes de almacenarlos, ya que el agua puede eliminar la cutícula protectora que recubre la cáscara.

Separar claras y yemas con las manos sucias

Manipular huevos con las manos sucias es una fuente directa de contaminación cruzada. Hay que asegurarse siempre de lavarse bien las manos antes y después de tocar huevos crudos. Esto es especialmente importante cuando se separan las claras de las yemas, ya que es un momento donde se puede transferir bacterias desde las manos a los alimentos.

Mezclar huevo crudo con ingredientes cocidos

Un error que no siempre se nota, pero que puede ser peligroso, es mezclar huevo crudo con ingredientes que ya están cocinados. Esto puede suceder cuando se hacen preparaciones como ensaladas o salsas que incluyen huevo crudo. La mejor manera de prevenir la contaminación cruzada es cocinar completamente el huevo antes de incorporarlo a cualquier plato que ya esté listo.

No prestar atención a la frescura del huevo

Usar huevos viejos puede afectar tanto el sabor como la textura de los platos, especialmente en recetas de repostería. Para comprobar la frescura de un huevo, un truco común es sumergirlo en agua: si se hunde y se mantiene en el fondo, es fresco; si flota, es mejor descartarlo.