En la Ley de Etiquetado Frontal no se eligió el mejor modelo -hay evidencias casi que ningún modelo sea mejor que otro-, se eligió este con un perfil que posiblemente no va a facilitar que la industria procure cambiar los productos, posiblemente queden muchas etiquetas negras. La gente ve todo negro y no entiende.

Deja muchos productos que podrían ser saludables para las guías argentinas, para la alimentación y se contradice con eso y no lo tuvieron en cuenta.

Uno de los problemas es que se mezcla mucho la política y la ideología en este tema, la industria también tuvo su oportunidad de haber presentado antes una propuesta que podría haber sido mucho más flexible y que generara menos inconveniente pero tampoco lo hizo.

Lo que se busca de un etiquetado es ver si llama la atención, si se comprende, si se identifican las opciones más saludables. ¿Qué pasa con la intención de compra?

El impacto es distinto en las mujeres que se fijan mucho más en estas cosas porque son la puerta de entrada de la familia, el grado de educación, en cada país del mundo que se intentó poner un etiquetado fue criticado.

¿Alcanza con un etiquetado para cambiar los hábitos de la población?

El 50% de las personas no va a elegir por etiquetado, sino que va a elegir por lo que puede comprar por el grado de pobreza que hay.

Tenemos por un lado la industria que es remisa a aceptar algún tipo de regulación, por otro lado, con el 70% de la población que está con sobrepeso es imposible no poner una regulación.

Entonces, esta no es la mejor (ni quisiera sé si es buena), habrá que ver cómo se pone el perfil de nutrientes, cuáles con los límites, pero algo había que hacer.

Si seguimos haciendo lo que siempre hicimos, vas a seguir obteniendo lo que siempre obtuviste: el 70% con sobrepeso.

El tema del etiquetado va a dar mucho que hablar.

(*) - Alberto Cormillot es médico argentino especializado en nutrición y obesidad.