Por Alejandro Esteban Bidondo

Cualquiera que siga esta saga y que tenga un mínimo de memoria recordará que días pasados un artículo preguntaba "¿Qué hago con el perro en tiempos de coronavirus?" Ese es el título por si alguno quiere echar mano al eficaz buscador de esta página.

Contaban esas líneas de un par de pequeños problemas qel 24 de marzue se registraron en Comuna 10 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nada menos que el 24 de marzo, entre uniformados y paseadores de perros. No esos que van con una multitud de canes, sino simples vecinos que habían salido con sus mascotas a la calle.

Tal fue el horror que sintió el cronista, que no osó sacar más al suyo, mejor dicho de su hija, una hembra de pequeño tamaño que se hace oir y demanda una fuerza de titán para maniobrarla.

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Pero el panorama callejero queda a la vista con solo asomarse a las ventanas o a los balcones.

Y a veces se sale a comprar comida.

Así fue como se encontró con un par de situaciones nuevas.

Vio las dos de manera simultánea.

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Se cruzó con un caballero que llevaba dos "perros salchicha", o mejor dicho, los dos tiraban tanto de la cuerda que lo hacían caminar.

Enfrente, dos agentes de la Policía de la Ciudad.

Precavido, una vez que hubo concretado el mandado, buscó a los representantes de la ley.

Para esa hora quedaba una sola de los integrantes de la pareja, la policía femenina.

A comparación de lo que había vivido el 24 de marzo, con un agente de gran tamaño, de guantes celestes y modo intemperante, deseoso de practicar una detención, la dama uniformada fue el mejor encuentro que pudo tener esa tarde.

Esto lo pensó sin ninguna clase de perjuicios: "Detrás está la gente", cantaba Joan Manuel Serrat. Y entre esa gente, la letra, nombra también a La Policía. No esta agente de la Comuna 10 en particular, alta, cabello oscuro, buenos modales. La totalidad de los uniformados de buena voluntad.

Ella le explicó que se puede caminar con la mascota 100 metros hasta la esquina y volver.

Y que tal vez el mal talante de algún compañero estuvo dado porque durante los primeros días de la cuarentena obligatoria, hubo "avivados" que salían a caminar "cuadras y cuadras" y eso es lo que se prohibe.

"Sáquela, pobrecita", le dijo finalmente con una sonrisa piadosa.

El cronista pensó otra vez en Serrat, pero esta vez se le vino a la mente otra letra, la de "Especialmente en Abril". Cuando dice que "el día mas insospechado y de cualquier manera; en el lugar más imprevisto, se puede aparecer la primavera".