Hoy, 24 de noviembre es San Crisógono. Según las fuentes más acreditadas, Crisógono fue un soldado romano que se convirtió al cristianismo y se hizo sacerdote. En Roma, sin embargo, había ejercido el cargo de Vicario durante dos años, por lo que en lugar de ser arrestado a causa de la persecución de Diocleciano, fue confinado en la casa del noble Rufino y gracias a Crisógono recibió la Buena Nueva de Jesús muerto y resucitado logrando también la conversión de toda su familia a la fe cristiana. Al santo se le atribuye también el haber anunciado el evangelio de Jesucristo a Anastasia, hija del ilustre Pretestato y esposa de Publio, que la había segregado en su propia casa a causa de su fe en Cristo. Anastasia, que con la ayuda de un viejo sirviente se las arreglaba para escapar de casa de vez en cuando para llevar conforto y alimientos a los prisioneros cristianos, inició una correspondencia epistolar con Crisógono, que la animó a seguir dando testimonio de su fe firme y de su eximia caridad.

Martirio en Aquilea

Por orden del emperador, Crisógono fue enviado a Aquilea, donde se le ofreció la prefectura y el consulado con la condición de que dejara de evangelizar y aceptara abjurar de su fe, pero él, por supuesto, se negó y fue condenado a ser decapitado. La sentencia se ejecutó el 24 de noviembre de 303 en Acquae Gradatae, un lugar atravesado por la Vía Gemina, a unas doce millas de la ciudad. Una leyenda muy fantasiosa añade que su cuerpo, abandonado a orillas del mar, fue recuperado por tres mujeres cristianas, Quione, Agapé e Irene, que vivían no muy lejos asistiendo al viejo sacerdote Zoilo en una propiedad llamada Ad Saltus, donde le dieron al santo mártir una honrosa sepultura.

Otras dos hipótesis sobre la identidad del mártir

Según otra leyenda, Crisógono era en cambio oriundo de Aquilea y amigo de los hermanos Cancio, Canciano y Cancianila, que también fueron santos mártires bajo Diocleciano. Finalmente, según otras fuentes, Crisógono habría sido el obispo de la ciudad de Aquilea, que vivió entre finales del siglo III y principios del IV. Es claro que las distintas fuentes con las que se ha compuesto la biografía de san Crisógono no coinciden, pues añaden o excluyen detalles poco compatibles. Lo único cierto es que efectivamente fue martirizado por odio al evangelio de Cristo, por orden de Diocleciano, en Aquilea en el año 303.