El debate sobre virtualidad o presencialidad ya no es relevante
Los docentes, las instituciones y la familia no deben dejar de lado la empatía para comprender la situación, acompañar cada momento y sostener con respeto las decisiones sanitarias destinadas a preservar niños y docentes.
"Incertidumbre" es la palabra que define el momento actual. No podemos cambiar la realidad, ni evadirla. Necesitamos aceptarla para encontrar soluciones alternativas.
A diferencia de 2020, hoy contamos con la experiencia de transitar una situación educativa diferente, más adaptada al contexto y con gran fortaleza en la experiencia.
Sin embargo, tanto docentes, instituciones y familia, no deben dejar de lado la empatía para comprender la situación, acompañar cada momento y sostener con respeto las decisiones sanitarias destinadas a preservar niños y docentes.
La educación ya no es la misma, aunque sigamos aferrándonos a los bancos, las mesas y las aulas. Si bien la escuela es ese lugar donde encontramos a nuestros pares, escuchamos, nos emocionamos, reímos y compartimos, también podemos aprender fuera de la escuela. Sin embargo, existe una única condición que no debe alterarse, en presencia o virtualidad, no puede haber ni un sólo niño fuera del sistema educativo.
Aquellos que no tienen la motivación, o el acompañamiento necesario, con familias que atraviesan situaciones vulnerables y no pueden sostener a sus hijos en esta etapa, necesitan orientación y contención.
Ante esto, es necesario preguntarnos, desde las instituciones y la sociedad, cómo recuperamos el vínculo con aquellos que están excluidos del sistema. Y cómo generamos los entornos propicios para que puedan regresar a este espacio –físico o virtual- que ofrece mayores oportunidades de cara al futuro.
Existe un aprendizaje profundo que están teniendo los niños y niñas, adolescentes y jóvenes en este período es: "todo puede cambiar y ser diferente en un segundo". Esto les permite internalizar cómo organizarse para encontrar sus propias estrategias de aprendizaje. La crisis es siempre una oportunidad, ahí está la creatividad para pensar soluciones y hacerlo diferente.
Hace siglos venimos cargando con un sistema que nos ha probado y demostrado que está caduco. Hoy es el momento de pensar un nuevo modelo educativo, que se centre en el interés del alumno, se pase de la información al conocimiento aplicando el aprendizaje. Una triada pedagógica donde el aprender y desaprender sea una constante.
Para esto es necesario transformar la práctica educativa, repensar los contenidos, adaptarlos a cada contexto. Una escuela basada en el ser, y no en el saber.
Desde mi opinión, el debate sobre virtualidad o presencialidad ya no es relevante, sino la necesidad de trabajar por una educación diferente. Donde se priorice a la persona en toda su dimensión, donde dejemos de usar la palabra inclusión y adoptemos la palabra aceptación que todos. Somos diferentes y merecemos respeto e igualdad de derecho.