El Arzobispo de Buenos Aires dijo que Cromañón "sigue provocando un profundo dolor"
A19 años de la tragedia, Monseñor García Cuerva encabezó la homilía que se desarrolló en la Catedral Metropolitana.
El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, expresó hoy que la tragedia de
Cromañón, ocurrida hace 19 años, "es una espada que sigue provocando un profundo dolor".
"Aquí nos volvemos a convocar con una espada que atraviesa nuestros corazones; una espada que sigue provocando un profundo dolor, un dolor que no queremos anestesiar con otras noticias, o distraer detrás de algún escándalo mediático o farandulero", dijo García Cuerva durante la homilía que encabezó este sábado en la Catedral metropolitana.
Además, remarcó que "es una espada afilada de injusticia, es una espada punzante de tristeza, es una espada cortante de bronca e impotencia".
Según el arzobispo, aquel trágico episodio "es una herida abierta en la ciudad, que sigue sangrando en sus calles y en la vida de tantos".
"Su testimonio clama por una sociedad que sea madre solidaria como quienes entraron y salieron varias veces del boliche para rescatar a quienes estaban adentro y morían asfixiados. Sin
embargo, parece que no aprendemos más. Hoy siguen muriendo adolescentes y jóvenes asfixiados por la exclusión y la violencia, por el consumo de drogas, por el hambre y por la trata de personas", añadió el arzobispo, quien estuvo acompañado por monseñor Jorge Lozano y los sacerdotes Pancho Vello, César Femia y Nicolás Viel.
Además, sostuvo que "los mercaderes de la muerte se reinventan, se cambian la careta, pero siguen matando y haciendo negocio con la vida de tantos. Por lo tanto, la memoria colectiva de Cromañón es un clamor profético que exige más justicia, más compromiso, más
fraternidad, más empatía, en definitiva, más amor".
"Nosotros también, con todo el dolor a cuestas, con los años que se suman a nuestras vidas, con el cansancio en las espaldas, volvemos a gritar que tenemos esperanza; no un optimismo berreta; sino una esperanza que nace de la cruz, porque la esperanza cristiana es activa y exige paciencia y fortaleza", agregó el arzobispo.
El incendio del local bailable Cromañón, ubicado en el barrio porteño de Once, se produjo el 30 de diciembre de 2004, durante un recital del grupo Callejeros, que dejó un saldo de 194 muertos y más de 1.400 heridos, y que se convirtió en la peor catástrofe no natural que se registró en el ámbito de la Ciudad, causando un alto impacto en toda la sociedad.
"La vida de los 194 hermanos víctimas de la tragedia son un clamor al cielo contra la impunidad y la resignación. La muerte no tiene la última palabra. Por eso, podemos recordar a nuestros
seres queridos y pensar que hace 19 años que la muerte nos los arrebató; o renovarnos en la esperanza del reencuentro", concluyó el prelado.