Cuidar a las juventudes requiere un acuerdo de adultos
La especialista sostiene que el desafío más grande que ser tiene como sociedad es el de pensar el rol que deben ocupar los adultos para poder acompañar a las juventudes en esta etapa de la vida.
Con la llegada de la primavera y el verano, comienza una época que nos invita a hablar de los excesos, en especial los que se relacionan con jóvenes y el consumo de sustancias.
Y está bien que nos replanteemos cómo vamos a acompañarlos. Nadie puede pensar en prevención y en hablar con los y las jóvenes de temas complejos como, por supuesto, son los consumos, si antes no les hablamos de otros temas, si antes no los y las miramos.
Crear lazos de confianza para que se sientan cómodos y cómodas al hablar de los consumos y de las cuestiones que les preocupan, pero también de aquello que les gusta o disfrutan hacer es la mejor forma de acercamos en lugar de únicamente proponer advertencias y prohibiciones.
Las políticas de prevención, cuidado y acompañamiento que llevamos adelante desde Sedronar piensan a las juventudes como protagonistas y se enfocan en sus potencialidades. Y hablamos de "juventudes" y no de "juventud" porque hay distintos modos de ser joven.
Es difícil nombrar de modo singular a experiencias tan diversas y desiguales, aunque todas compartan una característica común: para construir su identidad, las juventudes cuestionan al mundo adulto a la vez que refuerzan los lazos con sus pares, y es en ese cruce donde el consumo -que puede ser desde la ropa o los auriculares hasta las sustancias como el alcohol- empieza a representar un modo de pertenencia y de generación de identidad.
Ante este escenario, acompañarlos y acompañarlas en esta etapa implica ejercitar la escucha desde un lugar que considere sus voces como válidas a la hora de pensar prácticas de cuidado.
Pero sobre todo se resuelve a través de un gran acuerdo entre adultos. El desafío más grande que tenemos como sociedad es el de pensar el rol que debemos ocupar los adultos y las adultas para poder acompañar a las juventudes en esta etapa de la vida.
Por eso, es clave que exista una responsabilidad común y compartida de toda la sociedad adulta -madres, padres, maestros, profesores, directores, adultos que trabajan en clubes, organizaciones sociales, centros culturales, grupos de vecinos, iglesias, murgas, y un largo etcétera del mundo adulto- para compartir criterios comunes de cuidado: problematizar las prácticas de consumos, decir no al consumo de alcohol en menores de edad y ser espacio de referencia donde las y los jóvenes puedan acudir cuando lo necesiten.
No puede haber discrepancias en esto, nuestras juventudes necesitan del mundo adulto para consolidar identidades basadas en sus propias construcciones de sentidos, y no un mundo adulto que se comporte como par y facilitador. Como personas grandes que acompañamos a jóvenes, es más relevante estar disponibles como figuras de referencia que decir lo que las juventudes no deben hacer.
Es un buen tiempo para que cuando hablemos de las juventudes, hablemos del mundo adulto y las cuidemos y les generemos información, escucha y acompañamiento, para que puedan tener una vida más saludable y mejor.
Por consultas sobre consumos de sustancias se pueden comunicar a la Línea 141, un canal anónimo, gratuito y de alcance nacional, que funciona las 24 horas, los 365 días del año.
(*) - Gabriela Torres es secretaria de SEDRONAR.