El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°17 de la Capital Federal condenó en las últimas horas a la pena de prisión perpetua a un hombre por el femicidio de su pareja ocurrido en abril de 2021 en el barrio porteño de Flores.

La pena estuvo en línea con lo requerido por la fiscal María Luz Castany en su alegato y está previsto que los fundamentos de la condena se den a conocer el próximo 3 de marzo.

Los jueces Juan Giudice Bravo y Pablo Vega junto con la magistrada Silvia Guzzardi, según publicó el Ministerio Público Fiscal de la Nación, sostuvieron que José Antonio Rangel Moyeton, de 30 años, es responsable por el delito de “homicidio doblemente agravado por haber sido cometido contra una persona con la que mantenía una relación de pareja y por haber mediado violencia de género”. En su alegato, la fiscal había considerado que correspondía aplicar también la agravante por ensañamiento.

Según la acusación, el 18 de abril de 2021, Rangel Moyeton mató a su pareja Mayerling Mariana Blanco Bravo dentro del departamento que compartían, en la calle Yerbal al 2.900.

El femicidio ocurrió luego de que la joven de 25 años le manifestara durante varios días que deseaba separarse por la violencia que arrastraba el vínculo.

Según se desprende de la investigación, en esas circunstancias el hombre tomó un cuchillo y le asestó por lo menos 47 lesiones en su cabeza, cuello, pecho y brazos.

El cuerpo de la víctima fue encontrado por su cuñada, hermana del agresor, y fue una vecina quien llamó a la Policía y contó también que el hijo de la pareja había presenciado el femicidio. El hombre fue detenido cuatro días después en un hotel del barrio de Balvanera.

“Este caso es un femicidio íntimo: está acreditado que eran pareja. Estos femicidios se caracterizan por antecedentes de violencia previos: psicológicos, físicos, verbales, económicos, más allá de si la víctima denunció o no”, explicó la fiscal Castany.

LEE: Chano despertó luego de una semana de internación en terapia intensiva

Además, la fiscal repasó los testimonios que varias personas dieron en el juicio y que mostraban el nivel de violencia en el que vivía la joven. Uno de esos relatos fue el de su vecina de edificio, quien además cuidaba del niño de tres años mientras la víctima trabajaba en un spa: la mujer sostuvo que varias veces la vio golpeada y que la propia víctima le contó que el ahora condenado era adicto y que discutían muchísimo.

Una situación similar describió la coordinadora del lugar donde trabajaba la joven, quien notó en una oportunidad una marca en el ojo.

Para la fiscalía, ese moretón fue consecuencia de un golpe que el hombre le dio a su pareja: “Me duele más a mí que a ti, créeme”, le escribió Rangel Moyeton en un chat del 8 de abril de 2021 cuando Mariana le mencionó el ojo morado.

“El contexto de violencia se pudo reconstruir y también quedó evidenciado que la víctima intentaba justificar a su pareja y minimizaba lo que pasaba”, indicó la fiscal durante su alegato. Luego, mencionó otro chat donde el agresor le escribió dos días antes del femicidio que si no se relacionaba con él, “no era con nadie”: “Me mato, te mato”.

“El móvil del femicidio tuvo que ver con que Mariana no quería estar más con él, por eso ella mostró los mensajes y después pasó lo que pasó”, señaló la representante del Ministerio Público al respecto de las menciones que había hecho la joven en su trabajo pocos días antes del femicidio.

En otro tramo del alegato, la fiscal hizo foco en que no se debe apuntar a la mujer como responsable de lo ocurrido o plantear los casos de violencia de género como si fueran “un conflicto entre pares o una relación meramente disfuncional”.

“Los estereotipos y prejuicios de género en el sistema judicial tienen gravísimas consecuencias porque pueden hacer que los jueces interpreten erróneamente las leyes”, recalcó. Y recordó que el imputado en su indagatoria acusó a la víctima de no ocuparse de su hijo, de haber ejercido violencia contra él y aseguró que tenía problemas de adicciones.

También la fiscal Castany recordó que el hombre tiene una condena por homicidio en Venezuela y agregó: “Estaba planificando matarla, como si fuera un objeto de posesión”. “No hay justificación, tenía una necesidad clara de doblegar a Mariana, quería someterla a su voluntad como si fuera un objeto de pertenencia”, recalcó.

Para concluir, manifestó que cualquier mención a lo denominado como “crimen pasional” o a “relación tormentosa”, son formas para disimular los femicidios a través de la atenuación de la responsabilidad del agresor. “El llamado crimen pasional es una construcción cultural y en su empleo inciden creencias y valores y oculta razones de misoginia”, cerró.