Condenado a 26 años de cárcel por violar a su propia hija desde que cumplió los siete
La pena es mayor a la prevista para el delito de homicidio. Un chat que la pequeña mantenía con un "amigo virtual" fue la clave para descubrir lo que estaba ocurriendo.
Un tribunal oral condenó a 26 años de prisión a un padre que violó a su propia hija desde los siete años diciéndole que “lo que hacía estaba bien, que era su sangre y nadie la amaría más que él”.
El hombre también fue condenado por violar a otro niño que había quedado a su cuidado mientras su madre salió a trabajar, y por golpear hasta fracturarle la mandíbula a una mujer por celos.
Los jueces del tribunal número 29 dispusieron la condena, que excede en un año a la prevista para el delito de “homicidio”, contra Daniel Alejandro Ledezma, próximo a cumplir 44 años de edad y alojado en la cárcel de Ezeiza.
Los jueces Juan María Ramos Padilla, Gustavo Goerner y Cecilia Maiza dictaron la condena por los delitos de “abuso sexual simple reiterado, abuso sexual con acceso carnal reiterado y agravados por ser el padre de la víctima menor de 13 años, lesiones graves y abuso sexual con acceso carnal agravado por haber sido cometido por el encargado de la guarda”.
El fiscal de juicio, Sandro Abraldes, había pedido la pena de 32 años de cárcel.
Los jueces ordenaron, además, “la extracción del perfil genético para ser remitido al Banco de Datos Genéticos, una vez firme el fallo”, para integrar el denominado “registro de violadores”.
Según la imputación, “se le atribuye al encausado el haber abusado sexualmente de su hija en reiteradas oportunidades, entre los años 2011 y 2016, en los distintos domicilios en los que éste residía y en circunstancias en que se llevaba a la menor con motivo del régimen de visitas informal que había acordado con su ex pareja y madre de la niña”.
Los abusos iniciales “comenzaron cuando ella contaba con siete años de edad y consistieron en tocamientos en sus partes íntimas -puntualmente, pechos y vagina- tanto por arriba como por abajo de sus ropas”.
Pero cuando la pequeña cumplió nueve años “empezó a accederla carnalmente, vía vaginal”.
“Llevaba a su víctima hacia un sillón o una cama donde, tras acostarla, la penetraba, mientras le decía que ‘lo que hacía estaba bien, que era su sangre y nadie la amaría más que él’”.
“Le profería que la mataría a ella o a su madre, que golpearía al padrastro o que publicaría ciertas fotografías si negaba a llevar a cabo tales actos”.
Los abusos terminaron cuando la niña cumplió los 12 años y “comenzó a oponerse a visitas a su progenitor”, pero la situación permaneció oculta hasta fines de 2017, cuando su madre descubrió un chat en el que la pequeña “develaba los sucesos” a un amigo virtual.
Ledezma también violó a un niño de 11 años, hijo de una amiga, a cuyo cuidado quedó cuando la mujer se fue a trabajar.
Ante la agresión, el niño “decidió hacerse el ‘tonto’ y no decir nada, como forma de protección por temor a que el encausado lo dañara”, pero consiguió ir al baño y desde allí avisó a su madre mediante mensaje de texto sobre lo que ocurría.
“Daniel me violoooooooo veni ya porq llamo a la policía...” y “No me llames” (sic), mensajeó el pequeño a su mamá.
Ledezma, quien practicaba artes marciales, también fue condenado por golpear a la novia de un conocido “porque estaba sacado por los celos”.
La víctima, según el informe forense, zafó de la situación por la aparición en la escena de su novio, pero igualmente sufrió fractura de maxilar inferior, contusiones y hematomas en todo el rostro y cráneo, e imposibilidad de articular la mandíbula inferior.
Los fundamentos del fallo se darán a conocer el próximo 7 de junio.