La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es una condición crónica que afecta significativamente la calidad de vida de los pacientes. Ya sea en su forma de enfermedad de Crohn o en su presentación como colitis ulcerosa, esta enfermedad provoca un mal funcionamiento del sistema inmunológico que genera lesiones en el aparato digestivo, dolor abdominal, diarrea con sangre e, incluso, puede llegar al cáncer.

Dentro de los datos que se conocen en América Latina, las cifras arrojan que en Argentina la incidencia de colitis ulcerosa se disparó a 82 casos por cada 100.000 personas en 2007. Si bien actualmente no hay datos específicos, los expertos señalan que los casos no dejan de crecer tanto en la población adulta como en niños.

Actualmente, se investiga en nuestro país un nuevo tratamiento con inmunoterapia que podría ayudar a los pacientes con colitis ulcerosa moderada a grave a lograr una remisión clínica, es decir, controlar los síntomas para evitar nuevos brotes de la enfermedad.

Las personas que conviven con enfermedades como la Colitis Ulcerosa (CU) enfrentan desafíos cotidianos que pueden pasar desapercibidos para la gente en general. Actividades aparentemente simples como un trayecto en subte o colectivo pueden convertirse en un verdadero desafío para quienes padecen la enfermedad: las urgencias defecatorias, cuando ocurren, no pueden esperar. Por tal motivo, estas personas se ven limitadas en su vida diaria, obligándose a planificar o, directamente, limitar las salidas, ya que necesitan saber dónde habrá un baño disponible.

Si bien puede manifestarse a cualquier edad, es aún más frecuente en jóvenes de entre 15 y 40 años, por lo que afecta a personas en pleno desarrollo personal y profesional. Los síntomas de la CU (diarreas frecuentes, sangrado, dolor abdominal) no son solo físicos,  también impactan significativamente a nivel emocional. Su imprevisibilidad, la posibilidad de rebrotes y la necesidad de ajustar el estilo de vida generan incertidumbre, ansiedad y estrés.

¿Por qué suben los casos?

Usualmente se asocia esta enfermedad crónica con la dieta occidental –alto consumo de carnes rojas, grasas, frituras -, con el tabaquismo, con la localización geográfica, con el abuso de antibióticos en la infancia y hasta con el antecedente de haber pasado por una operación de apéndice.

Sin embargo, hay varios genes involucrados en la colitis ulcerosa. Las personas que tienen un familiar (padre, hermano) con CU tienen 4 veces más riesgo de padecerla que el resto de la población. Últimamente, se puso de relieve el rol del microbioma (los microbios que habitan en el intestino) en la eclosión y los brotes de la CU, que se manifiesta en ambos sexos especialmente entre los 15 y los 40 años, pero que cada vez se presenta más en niños.

Las personas con colitis ulcerosa tienen un microbioma significativamente diferente a los individuos que no sufren esta enfermedad. El exceso de ciertas bacterias negativas y la disminución de bacterias beneficiosas envían señales erróneas al sistema inmunológico. De ahí que se utilicen hoy prebióticos y probióticos elaborados con ciertas bacterias protectoras para mejorar la colitis ulcerosa.

Poco tiempo atrás, se descubrió que la inflamación y las úlceras que sufren estos pacientes en el colon están causadas por una reacción patológica de ciertas células defensivas (linfocitos T), que equivocan su objetivo y atacan a las células que tapizan la mucosa del intestino por dentro, en lugar de atacar a virus o bacterias infecciosas que invaden el organismo.

Aunque no se sabe bien el mecanismo exacto que causa la colitis ulcerosa, se supone que todo empieza con una infección (por ejemplo, por las bacterias Helicobacter pylori o Clostridium difficile) que desata una reacción defensiva del organismo. Luego esa reacción se descontrola y se torna virulenta contra la pared del intestino grueso, dañando la mucosa del recto y del colon. Como consecuencia, los pacientes experimentan dolor, sufren anemia y presentan sangre en las heces.

La enfermedad tiene períodos de exacerbación y de remisión, pero se estima que alrededor de 20 años después de iniciados los síntomas, los pacientes requerirán una cirugía para extraer porciones del intestino (colectomía) y evitar la malignización de las células intestinales. Debido a su impacto en la calidad de vida y sus complicaciones, es muy importante que los pacientes con CU reciban un tratamiento temprano que limite la inflamación y las reacciones autoinmunes del sistema defensivo del organismo.

En Argentina y en México se está llevando a cabo un estudio que tiene como objetivo averiguar si el efavaleukin alfa puede ayudar a los pacientes con colitis ulcerosa moderada a grave a lograr una remisión clínica, es decir, controlar los síntomas y evitar nuevos brotes.  Para más información acera de estudio, se puede escribir a info@unensayoparami.org.