El subcomisario Manuel Alberto Pistán, quien fue asesinado de un palazo al intervenir en una pelea ocurrida en una fiesta clandestina celebrada en la localidad salteña de El Galpón, fue ascendido post mortem a comisario y sus restos fueron sepultados hoy con honores en un cementerio privado situado cerca de la capital provincial.

El oficial, que dejó cinco hijos huérfanos, fue despedido en el cementerio Nuestra Señora de la Paz con muestras de dolor de familiares, allegados y camaradas de la policía provincial.

En la ocasión, el ministro de Seguridad de Salta, Juan Manuel Pulleiro, destacó que Pistán "dio la vida en un acto de servicio". "Este es un caso en el que acude la policía para poner paz y tranquilidad en un lugar, y pierde la vida el propio policía. Da la vida en un acto de servicio”, señaló el ministro en declaraciones reproducidas por El Tribuno.

Pulleiro también advirtió que con las flexibilizaciones de las medidas sanitarias que se habían implementado ante la pandemia del coronavirus hay "un crecimiento muy importante de los niveles de violencia en toda la sociedad y Salta no está exento".

"Muchas veces esto se manifiesta entre vecinos, grupos antagónicos y también en las hinchadas”, explicó, a la vez que afirmó que “durante la pandemia habían bajado los indicios de delitos y de conflictos sociales, pero luego de la flexibilización se incrementaron exponencialmente".

El crimen, por el que fueron detenidos dos jóvenes que habitaban la vivienda en la que se desarrollaba la reunión, ocurrió alrededor de las 2:00 de la madrugada del sábado y tuvo como víctima al subcomisario Manuel Alberto Pistán, de 43 años.

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Los detenidos resultaron ser dos jóvenes hermanos de apellido Puntano, de 21 y 25 años, que vivían en el domicilio en el que se desarrollaba la fiesta, la cual no cumplía con las restricciones sanitarias que aún perduran en la provincia por la pandemia de coronavirus.

Pistán, junto con otro policía de apellido Rodríguez, acudió al lugar ante un llamado a la comisaría local que denunciaba que se habían iniciado disturbios.
En el momento en el que los policías intervinieron en la pelea entre dos bandos, los policías fueron agredidos y Pistán recibió un palazo en la cabeza, por lo que fue derribado. Si bien Rodríguez fue objeto de una agresión similar, el casco que llevaba hizo que sufriera consecuencias menores.

El subcomisario fue llevado al hospital local, desde donde fue trasladado con rumbo al Hospital San Bernardo, de la ciudad de Salta, aunque en el trayecto, el grave estado del paciente hizo que se parara en el Instituto Güemes, donde al mediodía de la misma jornada le declararon muerte cerebral y cerca de las 16:00 se confirmó su deceso.

Los hermanos acusados del crimen fueron detenidos a unos siete kilómetros de la casa que habitaban, en el interior de otra finca.
Los sospechosos estaban mojados, ya que aparentemente habían cruzado un río en su desesperada fuga a pie.

La subjefa de la Policía de Salta, la comisaria Adriana Herrera, dijo que la madre de los hermanos declaró que "ellos sabían que se habían mandado una macana".

"La madre tenía miedo de que el personal policial golpeara a sus hijos, porque entendía que estaban molestos, pero se actuó profesionalmente, más allá del dolor que se pudiera tener", resaltó la jefa policial, que viajó a El Galpón, a 160 kilómetros de la capital provincial, para despedir al oficial fallecido.