Ansiolíticos y automedicación: ¿por qué somos una sociedad sobremedicada?
Cuándo son recomendados, qué tratamientos deben acompañar y cuándo son desaconsejados. NA dialogó con un experto acerca de los riesgos y brindó advertencias.
La automedicación con ansiolíticos es un problema en aumento que impacta principalmente en los grandes centros urbanos de todo el mundo. Distintas investigaciones dieron cuenta de que el mal uso de este grupo de medicamentos para patologías o trastornos que no lo requieren provoca grandes efectos adversos. El caso de abuso más común: para el manejo del estrés.
NA conversó con Francisco Appiani, Jefe División Neuropsicofarmacología del departamento de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital de Clínicas, para analizar los riesgos y los efectos adversos que tienen para nuestra salud la mala utilización de este tipo de medicamentos.
Para empezar, hay dos grandes problemáticas que en la actualidad que se abordan con la utilización de ansiolíticos: los trastornos de ansiedad (que incluyen ataques de pánico, ansiedad generalizada y episodios de angustia aguda) y el (mal) manejo cotidiano del estrés.
¿Por qué somos una sociedad acostumbrada al consumo de ansiolíticos? “Hay casos que lo requieren y es correcto como sucede con los distintos trastornos de ansiedad, siempre acompañado por un equipo profesional que índice cómo administrarlo y durante cuánto tiempo. En cambio, cuando se utilizan de manera cotidiana para intentar manejar el estrés de la vida diaria estamos frente a un grave problema” responde Appiani.
De acuerdo a su experiencia en consultorio, el especialista consultado considera que el alto nivel de uso –o abuso- de ansiolíticos que actualmente se busca para regular el estrés, muy probablemente se deba a la mala calidad de vida que se tiene, principalmente, en los grandes centros urbanos. Y aclara -como es de esperar- que es una alternativa totalmente desaconsejada por los profesionales de la salud. “En todos los medicamentos indica en el prospecto que justamente no deben utilizarse para el manejo del estrés sino para trastornos específicos”, aclara.
En relación a los casos en los que sí se indica la utilización de ansiolíticos, Appiani agrega que los llamados trastornos de ansiedad son desordenes que se encuentran codificados y avalados por la OMS, y que bajo supervisión profesional el uso de ansiolíticos puede complementar de manera positiva los distintos tratamientos.
En números: En Argentina, de acuerdo a las últimas cifras de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), durante 2020 se vendieron 538.514 unidades más de clonazepam y 344.880 unidades más de alprazolam que en 2019. Estas cantidades triplican y quintuplican respectivamente el promedio general de unidades dispensadas de medicamentos antes del año de la pandemia.
Qué son los ansiolíticos
Este tipo de medicamentos se encuentran dentro del grupo de las drogas utilizadas para el tratamiento de la ansiedad. Según explica el experto consultado existen dos grandes tipos: los benzodiacepinas, que incluye a los medicamentos híper utilizados como son el Clorazepam y Lorazepam, entre otros, que actúan como depresores del sistema nervioso central disminuyendo las funciones generales. Estos son los medicamentos que mayor riesgo de automedicación tienen.
Por otro lado, están los antidepresivos (con la Fluoxetina entre las más conocidas) que también funcionan como ansiolíticos, pero ponen en marcha otro mecanismo de acción. En este caso, este último grupo de medicamentos tiene un menor resiego de automedicación que los citados anteriormente.
Efectos adversos, riesgos y estadísticas
Entre las principales razones para no medicarse sin seguimiento ni indicación precisa, son sus efectos adversos inmediatos y a largo plazo.Una premisa general y fundamental es que no se debe consumir un ansiolítico en conjunto con alcohol, -aunque pocas veces se tiene en cuenta-, porque puede aumentar la depresión del sistema nervioso central favoreciendo más caídas y accidentes y fracturas en las personas que lo consumen.
Otro efecto adverso probable está vinculado a los problemas cognitivos. Las personas que lo consumen en conjunto con alcohol o los administran por más tiempo del indicado tienen más riesgos de padecer trastornos en la memoria y la concentración.
Asimismo, los ansiolíticos provocan un estado de sedación profundo, por lo que deben ser administrados en períodos de tiempo alejados del uso de vehículos y teniendo muy en cuenta si se los indica a una persona que trabaja con máquinas o elementos de riesgo, entre otros ejemplos.
Por otro lado, la falta de control profesional en tiempo y forma también puede traer complicaciones. En este sentido, Appiani menciona otro escenario común que deberíamos considerar: “Muchas veces los ansiolíticos son prescriptos inicialmente por un médico y que con el paso de las semanas y de los meses no se respeta el tiempo indicado inicialmente. Muchos de ellos no deberían utilizarse en un tiempo mayor a 6 semanas consecutivas”.
De acuerdo a lo relevado a través de diversos hallazgos científicos en Estados Unidos, los ansiolíticos aumentan la tasa de mortalidad. Así lo publicaba el investigador norteamericano Daniel Kripke, tras demostrar que la toma de 18 comprimidos por año de un ansiolítico puede aumentar la tasa de mortalidad en relación a los pacientes que no lo consumen. A su vez, Kripke demostró que cuanta más cantidad se consume más aumenta la mortalidad en un mismo año. En ese mismo estudio, también analizó el aumento de riesgo de cáncer en personas con consumo elevado de ansiolíticos.
En tanto, otra investigación publicada en Estados Unidos (2018) sobre el consumo de benzodiacepinas reveló que hubo 25,3 millones (10,4 %) según lo prescrito y 5,3 millones (2,2 %) con uso indebido. El uso indebido representó el 17,2% del uso general de benzodiazepinas. Los adultos de 50 a 64 años tenían el mayor uso prescrito (12,9 %).
Principales riesgos de la automedicación
- Alteraciones en la memoria y concentración
- Aumenta el riesgo de accidentes, caídas, fracturas y otro tipo de lesiones
- Aumenta la tasa de mortalidad
- Riesgo de padecer cáncer