Victoria Donda, titular del Inadi, fue víctima de un escrache el lunes pasado mientras comía en un restaurante de estilo europeo ubicado a media cuadra de Plaza de Mayo. El video fue publicado en TikTok y se viralizó en varisa redes sociales.

Se trataba del famoso London City. La funcionaria se encontraba sentada en la mesa que daba al ventanal cuando fue interrumpida por un hombre que pasaba por el lugar y comenzó a gritarle. En principio, le comentaba a los comensales y transeúntes: “Mirá a quién tengo acá, ¿eh? Mirá, a Vicky Donda, ¿eh?”. La funcionaria giró su cabeza y lo vio con incomodidad. 

Luego volvió a gritarle: “Mirá, un lugar british (británico) y Nac & Pop (nacional y popular). ¡Ey, Vicky! Lindo Londres, ¿no?”.

El video tuvo casi 100.000 visitas en TikTok en sus primeras 24 horas. En Twitter, por su parte, obtuvo alrededor de 120.000 reproducciones en pocas horas. Se desconoce la identidad del agresor. En redes sociales circuló la versión de que Donda estaba en Londres, pero en realidad fue grabada en el restaurante London City de avenida De Mayo, en el centro porteño.

A través de su vocera, Donda publicó un descargo tras el episodio que vivió

Violencia sin revés. Por Victoria Donda

Sobre los discursos de odio, las causas y consecuencias de la violencia naturalizada que soportamos día a día.

El odio no tiene un solo tipo de emisor ni de receptor; puede emerger en todas las personas, en distintas circunstancias, por distintos motivos. Ese odio que no tiene nombre, tampoco tiene clase. Y la violencia y el odio van de la mano. El odio puede parecer un sentimiento abstracto, pero distintos momentos de la historia muestran cómo es un caldo de cultivo para la violencia directa, verbal y física, que puede llegar en casos extremos hasta la violencia institucional y el terrorismo de Estado.

Acostumbramos a asociar los discursos de odio únicamente a la discriminación, la estigmatización y la violencia directas. Sin embargo, la deshumanización también es una de las causas de la aparición de estos discursos; la deshumanización de la persona a la que se quiere deslegitimar, anular, degradar. Solo en una concepción de un otro deshumanizado es que se puede ser capaz de difundir falsedades, violar la intimidad, “escrachar” y faltar el respeto, acciones que solo tienen el propósito de intentar herir y violentar a quien es víctima de ellas.

Se trata de entender cómo se conduce el odio, el cual nunca es inocente. Quien lo ejerce trata de dirigir intencionalmente las repercusiones a su propio favor. No hay evento, por insignificante y simple que sea, que en el objetivo de denigrar represente un obstáculo. En ese camino, las redes y los medios de comunicación tienen representantes que día a día los alimentan y mantienen con vigencia.

El objetivo es claro: confundir, fomentar prejuicios, nublar el pensamiento, no perder privilegios y socavar el Estado que es el único garante de evitar la Ley del más Fuerte, peligrosa para todxs.

El único que regula una sociedad y defiende a un indefenso es el Estado, aquel que los mismos que fomentan los discursos de odio quieren destruir.