La Corte Suprema confirmó la condena a 25 años de prisión de uno de los torturadores del ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollan, durante la última dictadura.

Se trata de Mario Alfredo Marcote, quien prestaba servicios en la División Informaciones (SI) de la Policía de la Provincia de Santa Fe, con sede en  el edificio de la Jefatura.

Allí, entre 1976 y 1979, funcionó un Centro Clandestino de Detención (CCD) por el que pasaron cientos de perseguidos por el régimen.

Marcote está condenado en vario juicios por delitos de lesa humanidad, en uno de ellos por violaciones sexuales a detenidas desaparecidas.

Según recordaron sobrevivientes del CCD, Marcote –apodado “el Cura”- “era el que llevaba un crucifijo en el pecho; les decía que no le importaba que lo vieran porque los iba a matar a todos”.

La Corte confirmó por unanimidad la condena en este proceso a 25 años por los delitos de “privación ilegal de la libertad, calificada por su condición de funcionario público y por mediar violencias y amenazas y por su duración en concurso real con el delito de tormentos calificados por aplicarse a perseguidos políticos”.

“El recurso extraordinario, cuya denegación originó esta queja, es inadmisible. Por ello, se desestima la presentación directa”, dijeron los jueces Carlos Rosenkrantz, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Ricardo Lorenzetti y Horacio Rosatti.

Gollan militaba en la Juventud Universitaria Peronista y estudiaba Medicina en Rosario cuando fue secuestrado junto a su hermano Juan José.

El hoy ministro bonaerense, según determinó el fallo que ahora dejó firme la Corte, “fue privado ilegítimamente de su libertad el día 27 de julio de 1976 y conducido al Servicio de Informaciones, donde fue –con gran saña- salvajemente torturado”.

Cuando declaró en el juicio oral, Gollan recordó que “el día 27 de julio de 1976 aproximadamente a las 2 o 3 de la mañana, irrumpieron en la casa de su hermano mayor, Juan José, donde él estaba durmiendo circunstancialmente”.

“Una persona le puso una pistola en la boca, y preguntó: ‘¿es éste?’, y escuchó que le respondieron: ‘no es ése, pero éste también andaba en la joda’”.

“Ese día se los llevaron a él y a su hermano mayor en el baúl de un auto, hasta un edificio que en aquél momento intuyó era Jefatura. Fueron conducidos por una escalerita, hasta un lugar en el que les vendaron los ojos y comenzaron a interrogarlos mediante torturas de todo tipo”, evocó.

Esas torturas fueron descriptas con singular crudeza: “lanzarlo al aire para que caiga al piso, picana, golpes, submarino”, y otras más terribles aún.

Gollan estuvo alojado desde el 27 de julio de 1976 en el Servicio de Informaciones en calidad de detenido e incomunicado; el 30 de setiembre ingresó al Penal de Coronda y el 21 de mayo de 1979, al de Caseros.

Finalmente fue liberado el 12 de agosto de 1980 y forzado a marchar al exilio.