La pandemia provocada por el Covid-19 que se extendió por el mundo ha dejado al desnudo los enorme desequilibrios y desigualdades que existen desde hace mucho tiempo y que en la actualidad se profundizan y muestran lo implacable que pueden ser los poderes del neoliberalismo.

Cuando se pensaba que una crisis sanitaria sin precedentes pondría lo colectivo por sobre los intereses personales y que el uso de los recursos públicos se utilizaría para el bienestar general y la protección de los sectores más vulnerables, volvemos a presenciar la gélida respuesta de los poderes concentrados que, ante la única esperanza visible, la vacuna, vuelven a imponerse económicamente y someten a la muerte a millones.

Es duro, pero una vez que finalice este horror, habrá un mundo con más pobreza, más desempleo, más marginalidad y más hambre. Y una vez más, los vulnerables, los marginados y los más pobres, serán la moneda de pago de una crisis sin precedentes.

En Argentina, tenemos un Gobierno que va contra esa lógica perversa de "que muera quien tenga que morir" que el neoliberalismo ha militado sin sonrojarse. Este país tiene un Estado donde se priorizó la salud, la vacunación y la atención a los sectores más perjudicados con la pandemia.

Todo esto aun con una oposición encabezada por Cambiemos que se caracteriza por cerril, impune, despiadada y sin escrúpulos que siembra y fomenta el odio de clase y que, junto a amigos de la Justicia, montan operaciones mediáticas y judiciales para tener a raya tanto a quienes quieran romper el molde y dejar al descubierto como así también a los que tienen el poder real.

A pesar de los esfuerzos del Gobierno, todo esto no es suficiente.

La recuperación económica va a tardar en llegar a los sectores altos y medios, y mucho más a los sectores más vulnerables que ya no soportan los niveles de pobreza e indigencia. Es por eso que debemos asumir que nos encontramos en un "estado de necesidad" que nos impide afrontar los compromisos con el Fondo Monetario Internacional o el Club de París.

Pero, al mismo tiempo, es necesario anteponer cualquier negociación a una exhausta investigación al FMI y Mauricio Macri por ser los responsables de contraer una deuda tan escandalosa.

Pagar la deuda contraída por Macri es aceptar la estafa y generar más vulnerabilidad social.

El FMI debe esperar. El escenario vuelve urgente volcar todos los recursos a los bolsillos de trabajadores, trabajadoras, jubilados, jubiladas y sectores vulnerables de la economía informal que ayuden a recuperar el mercado interno y la generación de empleo genuino.

La realidad nos pone prioridades. Primero, el plato de comida en la mesa de cada argentino y argentina, el desarrollo del país y de la provincia. Luego, el paso de la política del plan social o la ayuda a la transformación en trabajo genuino, formal y remunerado según los contratos colectivos de trabajo.

Pero tampoco creo que esta salida de la crisis deba resolverla el gobierno en soledad. Hoy más que nunca la unidad, esa unidad que quedó plasmada en la proclama de este 25 de mayo firmada por miles de referentes del campo nacional y popular, la cual adherí con mucho compromiso, es el único camino para superar la tragedia que significó el macrismo, ganarle a la pandemia y desandar tanta tristeza y desesperanza.

(*) - Pablo Micheli es presidente del Movimiento Político, Cultural y Ecológico para la Unidad y secretario general de la CTA Autónoma.