La reelección presidencial desde el Ministerio de Trabajo
El cargo es de vital importancia para el desarrollo laboral y productivo de un país en el sentido de que es allí donde se deben gestionar y articular la relación dispar entre empleadores y trabajadores y buscar ese equilibrio que tanto anhelo en el Trabajo y el Empleo.
Desde la época de Carlos Tomada, ministro de Trabajo de 2003 a 2015 y quien supo liderar y conducir uno de los principales ministerios que tiene un país, no hemos tenido a cargo de dicha cartera quien pudiera conducirlo.
Este cargo es de vital importancia para el desarrollo laboral y productivo de un país en el sentido de que es allí donde se deben gestionar y articular la relación dispar entre empleadores y trabajadores y buscar ese equilibrio que tanto anhelo en el Trabajo y el Empleo.
De 2015 a 2019, el hijo de un gran ministro en la época de los ´90, Jorge Triaca pasó desapercibido dentro un Ministerio que intentaron reducir a Secretaría.
Sin embargo, el último funcionario que transitó los pasillos del edificio de la calle Alem 650, donde deja su oficina del piso 13 por una renuncia aducida por problemas de salud y de índole personal, fue uno más de lo no trascendentes o los ministros que no funcionan.
Desde la poca para no decir nula comunicación hasta las falencias a la hora de ser el mediador e intérprete de las necesidades del trabajo y el empleo, Claudio Moroni no fue más que un ministro sin ministerio a cargo donde su ropaje es el beneficio de ser amigo y compañero del presidente de la Nación desde temprana edad y en época escolar.
Un ministro que, si bien transitó una pandemia, no supo liderar y formar un equipo de trabajo que pudiera hacerle frente a la mayor necesidad que sufre el país, el empleo y el trabajo.
Quizá sus amistades y cercanía con el Sindicato más representativo del país, su escasa relación y comunicación con el círculo empresarial y una mesa chica poco convencional, hicieron que mes a mes se convierta en un adorno más en el emblemático edificio ministerial.
No quiero explayarme en las truncadas negociaciones que se gestaron los últimos años, pero si, llevarte a la última que fue el desencadenante de la salida del actual o mejor dicho, ex ministro, el conflicto con los neumáticos.
Este fue y será un pleito político, no así de lucha de derechos, claro está, desde que los pasillos del Ministerio percibían como el secretario general de neumáticos rasgaba las paredes del piso 12 mientras se alejaba de las reuniones con Marcelo Bellotti, cada vez más desviadas de la realidad o, mejor
dicho, peticiones inalcanzables para inyectar a un ministro más de un frustrado gabinete nacional.
La intervención del sindicalismo más duro que hoy tiene la Argentina, representado por Pablo Moyano, fue el factor desencadenante para demostrar la poca cintura de un ministro y un arreglo que se concretaba con un llamado telefónico a la cúpula política que derivó en este conflicto, cuya situación llevó a la salida, planificada, del ministro Moroni.
Pero, ¿qué se encubre detrás de esta metodología con aroma a rosca política de corte electoralista?
Desde las voces de los mal pensados, la designación de Kelly Olmos al frente de la cartera de Trabajo, no es nada más ni nada menos que el anuncio de la reelección presidencial para 2023.
Claro, partimos de este análisis desmembrando el porqué de la designación de un funcionario que no funciona y no funcionara, de manera operativa al igual que su antecesor inmediato.
Kelly Olmos, oriunda de la Ciudad de Buenos Aires, mano derecha de Juan Manuel Olmos (no es pariente) y compañera de Víctor Santamaría (secretario general de Porteros), grillete aliado al PJ porteño, es el peso justo que se necesita para lograr el apoyo de un sector poderoso y rosquero para lanzar la reelección presidencial y marcar la cancha a un kirchnerismo, romántico desde siempre con un Recalde en los pasillo de Alem, cada vez más
alejado de las políticas de un gobierno que desde sus inicios utilizo el Kirchnerismo de manera implícita.
La intención que se hizo saber de Olivos es claramente separar al kirchnerismo o peor aun quedárselo, disputarlo, desde el ropaje de socio/fundador de aquel equipo de Tomada o devolverle al PJ lo que la actual UCR pretende obtener.
Los anuncios oficiales tardíos no hacen más que pretender tapar el índice "Massa" de inflación, y será, tal vez, la conservación de dos ministerios claves para la reelección presidencial: por un lado la designación de Victoria Tolosa Paz no es más ni menos que el pago de alquileres atrasados de un inquilino moroso a un propietario poderoso, y la designación de Olmos, la articulación perfecta entre un PJ intervenido y un sindicalismo enajenado en vísperas de un 17 de octubre que promete dividir la plaza de mayo.
(*) - Juan Pablo Chiesa es un abogado laboralista y especialista en Empleo y Políticas Públicas.