La muerte de Blaquier frustra la posibilidad de conocer la verdad sobre “La Noche del Apagón”
Estaba a la espera de un informe del Cuerpo Médico Forense que definitivamente indicara si estaba en capacidad de afrontar un juicio oral por delitos de lesa humanidad.
El empresario jujeño Carlos Pedro Blaquier, uno de los hombres más ricos y de mayor influencia política y social en su provincia proyectada al resto del país, murió hoy a los 95 años sin que las dos causas por delitos de lesa humanidad por las que estaba acusado llegaran a juicio.
Se trata de los episodios represivos conocidos como “La Noche del Apagón” y la “Causa Aredez”. Blaquier murió inocente, ya que el Cuerpo Médico Forense no llegó a emitir un último informe sobre su capacidad para afrontar un juicio, después de tres juntas médicas sucesivas a las que fue sometido como paso previo a la convocatoria a juicio.
En dos de ellas fue declarado inapto para comparecer en juicio, pese a que su vida social y afectiva seguía siendo intensa, según refirieron vecinos y testigos en el expediente.
La “Noche del Apagón” consistió en una serie de cortes de energía eléctrica ocurridos entre el 20 y el 27 de julio de 1976 en la usina de Libertador General San Martín, que cobijaron un operativo represivo que posibilitó el secuestro de unos 400 trabajadores y estudiantes en Ledesma, en una región con fuerte impronta de los Blaquier.
Blaquier estaba acusado de haber suministrado la logística —medios, apoyo y vehículos— para un descomunal operativo represivo que dejó 55 desaparecidos. Por los secuestros en la Noche del Apagón está también procesado Alberto Lemos, quien era administrador del ingenio en esa época.
En cuanto a la Causa Aredez, consistió en el secuestro del ex intendente jujeño, el médico Luis Aredez, en la misma madrugada del 24 de marzo de 1976, horas después del golpe de Estado que derrocó a María Estela Martínez de Perón.
Aredez fue trasladado en una camioneta de la empresa de los Blaquier primero a la cárcel local de Villa Gorriti y poco después a La Plata, donde recuperó la libertad casi un año después, el 5 de marzo de 1977.
Entonces regresó a Jujuy y reabrió su consultorio médico en Libertador Gral. San Martín, donde había sido intendente. El 13 de mayo de 1977 fue nuevamente secuestrado y desde entonces nada se sabe sobre su paradero.
Blaquier fue procesado en 2012 por aquellos episodios, pero la causa ingresó en un pantanal de obstáculos burocráticos y demoras judiciales que frustraron cualquier posibilidad de llegar a la etapa de juicio. Tres años después, un tribunal de alzada revocó el fallo y dispuso su falta de mérito.
En 2019 la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó sin efecto esa decisión y puso la causa en camino al juicio oral y público, pero entonces comenzó una larguísima sucesión de informes y contrainformes médicos sobre a aptitud de Blaquier para comparecer en juicio.
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Mientras los médicos y los expertos (incluso de la Secretaría de Derechos Humanos) no terminaban de ponerse de acuerdo sobre si Blaquier estaba o no en condiciones de comprender los alcances de un juicio penal, en otra causa, la conocida como “Escuela de Yoga”, el fiscal Carlos Stornelli deslizaba que el empresario podría haber sido un “cliente” de una suerte de geishado.
La mujer sindicada, como quien estaba al servicio de Blaquier desmintió tal situación, dijo que había sido su “pareja durante diez años” y el apellido del empresario desapareció del procesamiento dictado por el juez Ariel Lijo para gran parte de los integrantes de la Escuela de Yoga.
En diciembre del año pasado, un cuerpo de peritos especializados realizó la última evaluación para determinar la capacidad de Blaquier para afrontar un juicio oral. El informe final nunca llegó a conocerse.
El Tribunal Oral Federal de Jujuy ya había ordenado en varias oportunidades la realización de una junta médica para un peritaje psiquiátrico y exámenes complementarios sobre la salud de Blaquier y en dos oportunidades había considerado que estaba “no apto” para afrontar un proceso penal.
Pero los peritos Claudio Capuano y Luis Ohman, de la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP) —que depende del Ministerio Público Fiscal— consideraron que “el diagnóstico clínico de Blaquier es el de simulación”.