Durante la semana que acaba de pasar nos encontramos nuevamente frente a una situación repetida: el diputado José Luis Espert haciendo declaraciones en contra de los sectores más humildes. Para Espert, “si no se pone un límite a la natalidad en los hogares pobres, la Argentina va a ser una gigantesca villa miseria” y “si a cada persona beneficiaria de planes se le subsidia cada hijo que tiene, la persona no va a tener ningún control sobre la natalidad y hay que tener una paternidad responsable. Los hijos tienen que ser queridos para que vengan al mundo, porque si vienen al mundo hijos no queridos, esos hijos no queridos no van a recibir el afecto que merecen, van a ser maltratados, probablemente sean violados y estaremos formando en el futuro delincuentes, violadores y asesinos".

No es novedad escuchar estos discursos en los sectores más conservadores como el que representa Espert. Ése ha sido siempre el proyecto del liberalismo argentino: para ellos, lxs pobres no pueden elegir en libertad cómo vivir su vida. Este tipo de argumentos son racistas, generadores de odio e intolerancia, y se configuran como un discurso que busca estigmatizar a una población cuyos derechos fueron históricamente vulnerados y discriminados.

Pero lo de Espert no es un caso aislado. Hay una parte de la política, del conservadurismo de nuestro país, que demuestra la necesidad permanente de utilizar este tipo de frases hechas para impulsar su rencor. Frases huecas y prejuicios que nada tienen que ver con la realidad y que construyen un sentido común lamentablemente muy arraigado en sectores de la sociedad. Y que tienen como objetivo marginar e invisibilizar a los sectores populares de nuestro país. Pero atención, este relato no es una casualidad ni un mero acto reflejo de oportunismo político.

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En los hechos, este tipo de planteos, al fomentan ese odio de clase, profundizan una fragmentación social que terminará poniendo a los sectores populares en un lugar de descarte de la sociedad. Es curioso, además, cómo aquellos que los llevan adelante se creen con derechos para opinar sobre cuántos hijos o hijas deben tener las familias más humildes.

Mientras tanto, nos quieren hacer creer que aquellos que peor la pasan en nuestro país son los responsables de todos los problemas. No solo no son los responsables, sino que en realidad son quienes más sufren las consecuencias de la concentración de la riqueza y la desigualdad imperante en nuestro país. Precisamente son estos sectores populares, los que peor la vienen pasando, los que deben tener prioridad para lograr una Argentina más justa e igualitaria. Porque, además, cuando nuestro país pasó los peores momentos durante la pandemia, fueron ellos quienes pusieron toda su solidaridad para lograr que nadie pase hambre en las barriadas. Una realidad que esos discursos esconde y tergiversa.

Por otro lado, estas mentiras no están solo en las ideas que quieren construir, sino también en los datos que citan. Sus dichos no se basan en ninguna base empírica. En efecto y para poner algunos ejemplos que desarman las falacias y prejuicios de ese tipo de relato, basta echar un ojo sobre el Informe de Estadísticas de la Seguridad Social correspondiente al cuarto trimestre de 2021. Allí vemos que el 52% percibe la AUH por un solo beneficiario o beneficiaria; seguido por un 28% por dos; y completa un 13% quienes reciben las acreditaciones mensuales por tres. Sólo el 1% lo hace por 6 hijos o más. Y, por supuesto, no hace falta aclarar que la AUH es un derecho. Derecho que no necesita de ninguna contraprestación laboral para mantenerse y que ha sido la forma más efectiva de proteger a las niñas y niños de los sectores más vulnerables.

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Asimismo, también obvian explicitar en sus planteos que las tasas de natalidad en la Argentina son decrecientes, y que de hecho casi no existe diferencia entre la tasa de natalidad de los sectores populares en relación a otros sectores sociales. Se “olvidan”, por otro lado, que los embarazos adolescentes han caído de manera sostenida, en especial desde la implementación de la Educación Sexual Integral.

Para terminar, quiero decir que nos mienten y lo hacen de manera consciente. Porque en esencia, lo que quieren hacer es culpar de los problemas argentinos a un sector que es justamente el más golpeado por la crisis económica y social. Porque de esta forma, al desviar el eje, seguirán alimentando la obscena brecha entre los que más y los que menos tienen en nuestro país, concentrado la riqueza en las mismas manos de siempre. Y sin culpa ni asumir ninguna responsabilidad al respecto.

En definitiva, este tipo de planteos apuesta a agrandar la grieta social y a poner a una parte de la sociedad en contra de lxs más humildes. Necesitamos erradicar estos discursos estigmatizantes, ajenos a la realidad y preocuparnos por generar políticas públicas que incluyan y que mejoren los ingresos y la calidad de vida de los sectores populares.

(* - Natalia Souto es diputada nacional; SOMOS / Barrios de Pie en el Frente de Todos).