Columna de opinión escrita por el licenciado en Ciencias Sociales, analista político y referente del Pensamiento Complejo en el país, Alejandro Marchesán.

Todas las encuestas de intención de voto anticipan un final abierto de cara a las elecciones generales del próximo 22 de octubre; tal es así que, para la mayoría de los analistas, asesores y aún los medios de comunicación, una segunda vuelta en noviembre, entre los dos candidatos más votados, parece inexorable. Ahora bien: ¿y si no hay balotaje?.

Existe una serie de variables en la complejidad de las elecciones 2023 que podrían generar una sorpresa que hoy no está siendo contemplada.

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Consideremos cuatro factores en relación con los cuatro precandidatos expectables a la Presidencia: Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Massa y Javier Milei.

El factor anímico de la ciudadanía

Un 30% promedio de ausentismo, más otro 10 a 15% de voto en blanco, en las elecciones ya realizadas a nivel provincial, son fuerzas estresoras y desestabilizantes para el sistema electoral, con marcado impacto sobre las expectativas de los precandidatos. En ese sentido, el "voto bronca", que distintos espacios buscan revertir para engrosar sus propuestas de cambio, se vería disminuido seriamente por el mencionado ausentismo y el voto en blanco.

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También se debe tener en cuenta el impacto del "voto decepción" que crece en las huestes oficialistas en la medida que los resultados de la economía y la inseguridad profundizan la crisis social.

El factor resultado de las PASO

El resultado que alcancen los precandidatos se traducirá en cuán competitivos serán de cara a las generales. Los cuatro recorren el sprint final de sus campañas, con descenso en la convicción que generan en los votantes o, en el mejor de los casos, con relativa estabilidad.

Asimismo, ninguno de ellos cuenta, hasta ahora, con la adhesión del electorado no ideologizado que podría definir la elección con holgura. A Milei le cuesta romper el techo de 20-22 puntos, Rodríguez Larreta y Bullrich no logran sacarse ventaja y el Massa candidato sigue en una lucha sin tregua contra su más fuerte adversario: el Massa ministro de economía.

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El ministro dice que el principio de acuerdo con el Fondo no debe ser utilizado como elemento de campaña; el candidato lo utiliza como salvavidas. Un acuerdo que en su propia coalición no creen, la oposición lo invalida y la ciudadanía no lo entiende ni le interesa.

El factor Milei

Es indudable que el candidato de La Libertad Avanza ha generado, como outsider emergente de la política, una fuerza centrípeta con miles y miles de seguidores atraídos por el estilo arrollador, provocador y salvífico que inspira y promete su candidatura.

Si ese apoyo se traduce en un 18 a 24%, sería un resultado superlativo con la posibilidad de romper la polarización entre Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, además de parir una tercera fuerza en la Argentina, hecho que nunca se
consolidó en el país.

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Ahora bien, ¿qué sucedería si Milei obtiene menos de 18% o más del 25%? Los escenarios podrían ser diferentes y tiene relación directa con el cuarto factor.

El factor ordenador de la interna de Juntos por el Cambio

Según quién gane la interna y cuál sea el resultado de Milei, se abren distintos escenarios. Si Bullrich resultara la ganadora y Milei, pese a pasar el corte, quedara fuera de carrera, podríamos tener una primera sorpresa de cara a las generales, ya que los votantes "libertarios" podrían cambiar su voto y acompañarla en un buen porcentaje.

Así, Bullrich podría alcanzar los porcentajes que la consagren en primera vuelta.

Si Milei llegase a tener una excelente performance, el voto transferible de Larreta a favor de Bullrich tendría un peso determinante para la aspiración de ser competitiva en la general y llegar a la segunda vuelta.

Por otro lado, si Rodríguez Larreta fuese el vencedor en la interna, aparece la gran pregunta: ¿cómo se distribuirá el voto del bullrichismo?.

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Si la gran mayoría decide sostener la marca Juntos por el Cambio y acompañar al elegido, el caudal de votos podría ser muy significativo.

Si Massa en las generales saca un 30% -o menos-, el jefe de Gobierno porteño también ganaría en primera ronda -vale recordar que, para eso, deberá alcanzar el 40% y superar por más de 10 puntos a la segunda fórmula elegida o, directamente, llegar al 45%, sin importar la diferencia-.

¿Y Massa? En las PASO buscará ser el precandidato más votado para, con un golpe de suerte, aspirar a llegar al balotaje.

En ese sentido, tanto Massa como Milei miran de reojo el resultado de la interna de Juntos por el Cambio.

El primero confía que gane Bullrich para enfrentarla sin reservas en cuanto a estilo y propuestas.

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Por la misma causa, Milei espera que sea Rodríguez Larreta el ganador.

Finalmente, es visible que el hartazgo social está al límite; la ciudadanía llegará a octubre sobrepasada y agotada.

En esas condiciones emocionales y con un deterioro económico imparable, es probable que los mismos votantes que en las PASO se queden en sus casas o voten en blanco acudan desafiantes a las generales para participar con un "voto útil" y pragmático.

Un voto, a la vez, suplicante que grite: "Basta ya. Pasemos de página: es hora de volver a avizorar tierra en medio del naufragio".