El asesinato del Padre Mugica, perpetrado hace 50 años, dejó a la Capilla Cristo Obrero 
de la Villa 31 sin referente y fue uno de sus amigos quien debió heredó la responsabilidad de continuar su trabajo pastoral, cercano a la población del barrio vulnerable más famoso del país.

Se trató de José María "Pichi" Meisegeier, un sacerdote jesuita que trabajó a la par de Mugica durante varios años en el asentamiento ubicado en el barrio porteño de Retiro.

El párroco fue testigo privilegiado de las caminatas del Padre Carlos, como se lo conocía en la 31, y de la cercanía que tenía con los vecinos del lugar.

A 50 años del crimen del Padre Mugica, el niño bien que es símbolo de una Iglesia cercana a los pobres y con militancia política

Meisegeier y Mugica habían ingresado juntos al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) en 1968, año en el que ambos se instalaron en la villa del Puerto. Pichi empezó a vivir en el denominado Barrio Saldías, que aún subsiste, pero quedó aislado de la gran masa amorfa de la 31: la zona en la que vivía el descendiente de alemanes ahora es un predio utilizado para 
descargar containers.

En diciembre de ese mismo año, una veintena de curas, entre los que estaba Meisegeier, se paró frente a la Casa Rosada a las 9 para dejarle un mensaje al dictador Juan Carlos Onganía.

La carta era una advertencia sobre la situación de las villas frente a la Ley de Erradicación, con la que se buscaba expulsar a todos los habitantes de los barrios de emergencia de la Capital y el Gran Buenos Aires y reubicarlos en otros lugares.

Con el mismo objetivo de poner en la discusión pública el tema, el Padre Pichi fue en 1969 uno de los organizadores de la peregrinación de las villas a Luján para pedir por el pan diario 
para cada familia villera.

El Padre Pichi, el amigo de Mugica que se hizo cargo de continuar su legado en la Villa 31

"Nos dábamos cuenta de que la fuerza popular pasaba por el peronismo. Sobre todo, el peronismo que se vivía a partir del año 68, del 70, que iba tomando una conformación muy fuerte respecto al rescate y el resurgimiento de grupos y fuerzas populares", supo señalar en alguna entrevista el párroco, un activo militante en el Movimiento Villero Peronista (MVP).

Cuando el 11 de mayo de 1974 la Triple A asesinó al Padre Mugica, la Capilla Cristo Obrero, de la Villa 31, quedó sin su párroco: fue Pichi Meisegeier el encargado de continuar con el legado y la tarea social y pastoral de su amigo.

Ya con la dictadura en el poder, centenares de familias que vivían en villas fueron expulsadas por la fuerza de las topadoras y los camiones de sus casas, pero éso no hizo que el Padre Pichi aflojara en su dedicación por los excluidos.

El descendiente de alemanes formó cooperativas de trabajo con mujeres y comenzó a coordinar en la Zona Oeste del Conurbano talleres para la construcción de viviendas populares en terrenos propios, respetando la identidad de los vecinos que habían nacido y crecido en villas.

Siempre interesado en conservar la historia de aquellos curas villeros, y particularmente de honrar la memoria del Padre Mugica, Meisegeier donó en 2008 un vasto archivo del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

El Padre Pichi, el amigo de Mugica que se hizo cargo de continuar su legado en la Villa 31

Panfletos, afiches, volantes, fotos, videos, carteles, libros, revistas, folletos, recortes de diarios y diapositivas sobre el MSTM y del Padre Mugica llegaron así a manos de la Universidad 
Católica de Córdoba, que conserva todo ese acervo social, político y cultural en la "Colección Meisegeier-Archivo Carlos Mugica".

El Padre Pichi, el último de aquella camada de curas villeros, falleció el 27 de diciembre de 2011, a los 75 años.